Vistas de página en total

EL COMIENZO: UN VISTAZO A LA CRISIS.

Hoy empezamos éste blog y, tras un nombre más que genérico, escondemos escritos de literatura, economía, política, comentario de noticias, opiniones, series de televisión y un largo etcétera que esperamos que sea de vuestro gusto y…como además es editado desde La Vila de Gracia de Barcelona, también hablaremos sobre dicho barrio. De ninguna forma esto es un blog local, nada de eso, aunque sí es un blog generalista. Hablaremos sobre bastantes cosas, diferentes entre ellas, pero siempre con profundidad. Esperamos debatir noticias de nivel nacional e internacional, literatura de todos los países y otras cosas a las que estamos abiertos, como series de televisión de gran calidad pero poco conocidas. Supongo que, para hacerlo más difícil, aparecemos en plena crisis y, hablando de crisis ¿de verdad alguien se cree que la crisis apareció de la noche a la mañana? Pues no, nada de eso, la cosa ya se venía gestando desde hace tiempo pero ningún político dijo nada. La crisis en que nos encontramos inmersos no surgió como un champiñón.
La crisis empieza a principios de 2011, cuando gobiernos, políticos y otras instituciones parecidas, llegan a la conclusión de la total imposibilidad de salir del estado de letargo económico en el que nos hallamos pero… ¿desde cuándo viene este total aturdimiento económico? Desde mediados de 2007, con las llamadas hipotecas basura pero…aquí nadie dice nada, todo lo contrario, ni siquiera dan la voz de alerta. Todo lo contrario: tova va bien y no hay motivos de preocupación. Muy diferente hubiera sido si los socialistas o los populares hubiesen dicho algo. Pero no. Lo más fácil es tenernos engañados a todos; y es que las cosas funcionan así. Y eso que aún nos podíamos salvar, pero como siempre, es mejor callar.
Ya en los años 90 empiezan a verse los primeros signos pero, no es hasta el principio del 2000 cuando se dispara la alarma.

¿Es en realidad una crisis o un Crash?

Es un Crash. La diferencia está en que se ha agotado el modelo de hacer las cosas. También lo llaman Crisis Sistémica. Hemos pasado muchas crisis y ninguna se parece a esta. Simplemente el modelo económico se ha agotado. Estamos viviendo un auténtico Crash, del que antes o después saldremos; pero que todo el mundo se olvide de salir el 2015 o 2016. Si salimos el 2019 ya podemos dar gracias. No os dejéis engañar. El modelo cuantas-más cosas-consuma-mucho mejor a pesar de- endeudarse se ha terminado. El consumo se pagaba a crédito y ese crédito era imprescindible para crecer aún más, ha quedado totalmente paralizado.

BUSCAMOS A LOS CULPABLES

En realidad no hay culpables y, por favor, no pongan esa cara de incrédulos. La globalización tiene una gran mayoría de cosas magnificas con las que nunca habríamos soñado pero los problemas tampoco tienen fronteras. Lo que es cierto es que si los políticos hubiesen sido un poco inteligentes, hubiesen visto la que se nos venía encima. Pero el ex-presidente José Luis Zapatero lo negó una y otra vez hasta quedarse sin saliva y, el señor Mariano Rajoy, estaba demasiado ocupado intentando echar las culpas al PSOE para escalar la Moncloa. Esa forma de hacer la política un asunto de vida es lo que nos ha llevado a una situación calamitosa, eso y la corrupción totalmente generalizada de todos los políticos. Y no se equivoquen, ya que corruptos hay en todos los países, lo que ocurre es, que en España, es una práctica demasiado extinguida y sale barata. La mayoría de los corruptos no pisa la cárcel o lo hace de puntillas y, al salir, se pegan una vida padre con el dinero de todos. No es extraño que estemos así a estas alturas.



LAS CONSECUENCIAS DEL CRASH

Ya las sufrimos y las sufriremos durante largo tiempo. Se cierra el grifo para toda concesión de créditos, ya sea a las empresas o pymes y, no hablemos a particulares; recortes en todos los servicios, hasta en los más esenciales como son la sanidad, un desempleo desorbitado, trabajo precario, crecimiento económico nulo y, un total retroceso de 30 años en la calidad de vida. No estoy diciendo nada nuevo ni que vaya a pasar. Caballeros, esto es el presente y no se crean que se arregla con una varita mágica y, menos, con este gobierno que, no se ha enterado aún que, lo que está en crisis es el modelo económico que se ha utilizado hasta ahora. Parece que no se entera y que todo se va arreglar gracias al PP. Nada de eso, cuando se arregle (que les advertimos que no será pronto) será gracias a que los otros países tiran de nosotros y NO gracias a la política económica del señor Montero. Y en España aún hay dinero, lo que ocurre es que está en pocas manos y no llega a la gente que lo precisa.


¿POR QUÉ HAY TANTO PARO?

En un futuro no volverá a crearse empleo para solventar el problema del paro. Quizás dentro de unas décadas, pero no antes. Es más, el modelo de protección social va a disminuir y mucho, como ya está sucediendo. El Estado cree que no es financieramente sostenible, pero, de una forma u otra, las cosas han de cambiar. No podemos pertenecer a un país en el que existen personas que no pueden alimentarse debidamente, gente durmiendo en la calle, un paro juvenil que rompe los termómetros y tantos etcéteras que ponen los pelos de punta. Y, diga lo que diga el señor Mariano Rajoy, esto no va a solucionarse ni el próximo año, y seguramente, tampoco la próxima década. Hay algo muy importante y no nos debemos dejar engañar: que baje el paro no significa que suba el empleo. El paro puede bajar por muchas cosas: defunciones, la marcha de inmigrantes a sus países de origen, los jóvenes que, desesperados, se marchan al extranjero etc… y, la cosa no tiene vías de solucionarse ya que, cada vez más, se utilizará menos el factor trabajo, pues cada vez será menos necesario. Estamos en una gran encrucijada.


¿Cuánto va a durar esta crisis?
Una crisis sistémica como la nuestra no debe verse de una forma fragmentada sino en todo su conjunto. Tiene una duración entre 9 y 13 años, en pocas palabras que la crisis actual se podría extender hasta el 2020 o 2023 perfectamente, seguida de un estancamiento de unos dos o tres años en el que se llevarían a cabo las adaptaciones de los cambios estructurales ya diseñados, para a partir del 2015 y 2016 iniciarse una progresiva estabilización en la que se irían implantando las operativas del nuevo modelo. El PP, como siempre, miente. Es mucho pensar que la derecha española no tiene ni idea de economía, pero parece que es así. No sabemos que es peor.

Y después de la crisis ¿Qué va a pasar?
Buena pregunta, sí señor. En primer lugar que a nadie le dé por pensar que la recuperación “significa volver a lo de antes”. Siento decirlo pero no será así. Nadie va a volver a entrar en un banco en busca de crédito y va a salir con el doble del que buscaba. Jamás volveremos a este punto. Hasta ahora, la economía se dedicaba a administrar la abundancia; a partir de ahora, administrará la escasez. En el momento que se logré cierta estabilidad, la vida de los jóvenes se parecerá mucho más a la de sus bisabuelos que a la de sus padres. El número de la llamada clase media, decrece alarmantemente gracias al desastre de política económica de los señores Mariano Rajoy, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos.  


¿Nadie lo vio venir?
Eso es falso. El economista Santiago Niño-Becera en su libro, Diario de un Crash dijo:
2005
ESPAÑA
[«España no va bien (creo que soy el primero en decirlo).»]
Martes, 25 de enero
De tanto repetirlo casi ya no tiene sentido, pero, ¡bueno! ¡Vamos allá! España no va bien (creo
que soy el primero en decirlo), y ahora le toca recibir al sector exterior: España importa más
de lo que exporta y los ingresos por turismo y las rentas de los emigrantes ya no compensan
esa diferencia negativa.
Hasta aquí los hechos, pero yo les recomiendo un ejercicio: tomen un listado de lo que
España exporta y tomen otro de lo que importa y analicen qué bienes y servicios figuran en
ambos listados; luego tomen esos mismos listados de Suecia y compárenlos con los
españoles. Cuando lo hayan hecho, sírvanse un Drambuie con hielo (ya no se dice on-therocks,
con lo bien que quedaba), siéntense en un sillón que sea cómodo, y mediten.
Mediten en que, cuando los países europeos cuya economía hoy es algo en el mundo
mundial habían completado la fase de acumulación originaria de capital y estaban iniciando la II
Revolución Industrial, España estaba enfrascada en su restauración monárquica y aún no había
entrado en la I, es decir, España continuaba siendo un país totalmente agrario. A partir de aquí
nos fuimos alejando más y más de la tendencia y aproximándonos al lugar en el que hoy
estamos, y, ¿dónde estamos?
Estamos en un lugar en el que nuestros precios crecen más que los de nuestros
competidores, sí, pero, ¿los precios de qué?, pues los precios de los bienes de medio y bajo
valor añadido. Estamos en un lugar en el que se culpa a los costes laborales de nuestros
males, pero no al verdadero culpable: la baja productividad. Estamos en un lugar en el que el
turismo es básico para enjugar el déficit por cuenta corriente, sin embargo nos hemos
especializado en un turismo de baja calidad. Estamos en un país de más de 40 millones de
habitantes que no es capaz de generar empleo de calidad para toda su población activa y
susceptible de ser activa.
Estamos en un país en el que gran parte de la población cuenta con una formación
inadecuada; en el que la inversión pública y privada es insuficiente; con una tasa de ocupación
temporal y precaria disparada, con un fraude fiscal elevado pero, en gran medida y
desgraciadamente, necesario; y en el que la mentalidad de gran parte de aquello que antes se
llamaba «la clase dirigente» está superada.

Esto, ni más ni menos, es España. ¿Cuándo llegaremos a darnos cuenta de una p— vez?


FACTOR TRABAJO. ALTERNATIVAS
[«Los próximos años van a ser cruciales porque nos estamos aproximando a un cambio de sistema.»]
Miércoles, 23 de marzo
«Todos sabemos lo que tenemos que hacer, pero no sabemos cómo ganar las elecciones
después de hacerlo.» Las palabras anteriores han sido pronunciadas, hace escasas semanas,
por el señor Jean-Claude Juncker, el actual presidente de la UE. Y, ¿qué se tiene que hacer?;
y, ¿para qué?
«Lo que hay que hacer» es tomar una serie de decisiones orientadas a que el PIB de
Europa crezca más, mucho más de lo que ahora está creciendo, y de eso se habló en
Bruselas el pasado 2 de febrero cuando se abordaron unas líneas de actuación que pueden
suponer retrocesos en lo social y en lo ambiental; así de fácil y así de simple.
A principios del siglo XX, sorprendió a propios y a extraños el tremendo crecimiento del
joven Imperio Alemán, fundamentalmente de su industria, máxime cuando, antes de su
formación en 1871, las tierras del futuro Imperio eran un conjunto de principados dispersos con
Prusia como única entidad importante. De hecho, en el periodo 1900-1914, el Imperio Alemán
creció más que cualquier otro Estado. Sorprendió, pero la explicación es obvia: el Imperio
Alemán fue el last comer de la Revolución Industrial.
Que hoy países como India y China crezcan más que Dinamarca y Japón también es obvio;
pretender que Europa, aunque sea remotamente, se aproxime a las tasas de crecimiento de
esos países asiáticos es una entelequia..., a no ser que se realicen cambios profundos en las
estructuras económica, social y política europeas; que se «haga lo que hay que hacer»,
vamos. La pregunta es, ¿queremos que se haga?
Si se responde afirmativamente, tenemos que prepararnos para asistir a una degradación
espatarrante en las condiciones de vida de gran parte de la población europea porque, entre
las cosas que «habría que hacer» estaría el recorte drástico en las prestaciones del Modelo
de Protección Social (si, de verdad, desean comprender a qué me estoy refiriendo, pasen un
rato en la sala de espera de un servicio médico de utilización masiva, en un ambulatorio de un
barrio popular de su ciudad). También habría que introducir el «pago por uso» en la utilización
de la mayoría de bienes que hoy son de uso público; y el cierre de todas aquellas compañías
que no aporten valor añadido a la economía; y la cancelación de las ayudas a empresas que
no demuestren generación de eficiencia, y de las subvenciones subsectoriales orientadas al
sostenimiento de algunas actividades.
En cualquier caso, otra pregunta podría ser formulada: ¿hay alternativa, o no la hay?; es
decir, haciendo «lo que hay que hacer», ¿hay posibilidad de revertir la situación de bajo
crecimiento en la que Europa se encuentra inmersa, o no la hay, hágase lo que se haga? Y,
«lo que hay que hacer», ¿es lo que se da por supuesto que hay que hacer, o pueden hacerse
otras cosas de las que nadie habla?
En Europa, y en todo el planeta, los próximos años van a ser cruciales porque nos estamos
aproximando a un cambio de sistema (en línea con lo que los filósofos denominan un «cambio
de paradigma»); por ello puede que la afirmación del Sr. Juncker tenga una fácil salida
aceptando que «lo que hay que hacer» es lo que se dice que hay que hacer. ¿A que adivinan
qué salida es ésa?
LÍMITES
[«¿Cuándo encontrará el español medio el límite de su endeudamiento?»]
Jueves, 28 de abril
Súbanse en un Ferrari Enzo, encájense —no procede decir acomódense— en su asiento,
acaricien su volante, sus superficies, quédense quietos un instante y concéntrense: se
encuentran dentro de una joya. Pónganlo en marcha, con suavidad; emboquen esa carretera
que conocen, esa que está plagada de curvas cerradas, y empiecen a pisar el acelerador;
tendrán una sensación indescriptible, como si fuesen sobre una veloz ventosa que negocia
curva tras curva sin salirse ni un milímetro de su trayectoria. Continúen dando gas, sigan
pisando: la sensación crecerá y crecerá, pero habrá un momento que llegarán a su límite, no al
del coche, al de ustedes.
(Si han pensado en el Ferrari Enzo como algo a lo que les gustaría acceder, visiten este
sitio: http://www.ferrari-forsale.com/Enzo.)
Ustedes, conductores racionales y personas lógicas, hallarán su límite conduciendo esta
maravilla, pero, ¿dónde se encuentra el límite del endeudamiento de los españoles?; mejor
aún, ¿cuándo encontrará el español medio el límite de su endeudamiento?
El tema del endeudamiento es algo muy curioso porque no tiene reglas. Si yo les debo a
ustedes una cantidad y ustedes no sólo no me dicen que vigile no retrasarme en los pagos,
que sea cauto y me asegure de tener cada primero de mes mis cuotas preparadas, sino que
me animan a que les solicite nuevos préstamos, yo consideraré que, con respecto a ustedes,
mi capacidad de endeudamiento es ilimitada. Si amigos suyos les indican que mi situación
financiera no es agua clara, que estén vigilantes, que me exijan más garantías, que limiten los
dineros que me dan, y ustedes dicen que sí, que vale, y me continúan dando dinero, yo, que
hace tiempo que sueño con un Ferrari Enzo, pensaré que estoy próximo a obtenerlo. ¿Por qué
se ríen? Precisamente eso es lo que está sucediendo con la deuda de los españoles.
La banca ya no puede obtener sus ganancias vía diferenciales entre lo que cobra por los
créditos y lo que paga por los ahorros, luego las obtiene de comisiones sobre cosas cuyo
monto debe ir aumentando. Más créditos-más servicios-más comisiones; pero este trinomio
tiene, en el deudor, su reflejo: más deuda —menos disponibilidad—, menor capacidad de
gasto futuro. El español medio, por razones harto complejas, desconoce su límite de
endeudamiento, pero la capacidad de endeudamiento del español medio depende de las
instituciones bancarias; como precisan que el endeudamiento crezca a fin de que sus
beneficios aumenten, esas instituciones permiten que la capacidad de endeudamiento del
español medio crezca más y más.
Por seguro que sea el Ferrari Enzo, por elevada que sea su estabilidad, ustedes conocen
qué sucederá si, en esa carretera en la que están disfrutando de su Enzo, no acaban
levantando el pie; ustedes lo saben, pero en España se desconoce el límite de la capacidad de
endeudamiento de sus ciudadanos. Y desde el gobierno —éste, el anterior, el de antes y el de
masantes— nada se dice —o muy poco— porque España precisa del endeudamiento de sus
ciudadanos para crecer (porque, entre otras razones, con nuestro comercio exterior
decrecemos). En este panorama, ¿se imaginan el impacto de una recesión?
Y por favor, que nadie diga que los daneses tienen un nivel de endeudamiento más elevado
que los españoles; ni siquiera lo piensen. Hace unos días, hablando de este tema con una
persona que en teoría sabe mucho de estos asuntos de dineros, me argumentó lo que sucede
en Dinamarca; suavemente le sugerí que se fuese a dar una vuelta por el país en cuestión;
hace días que no le he visto; cuando vuelva a verle le preguntaré si me ha hecho caso (aunque
cabe la posibilidad de que haya ido y se haya quedado).
3 × 10
[«Automóvil, turismo y construcción generan y ocupan el 30% del PIB de España y al 30% de su población activa.»]
Lunes, 9 de mayo
¿Tres por diez? Treinta, dirán; y, sí, así es; y, ¿saben qué significa ese treinta? El 30% del
PIB español y el 30% de la población ocupada española está generado por y está empleada
en tres sectores, tres, tan sólo tres. Decimal más, decimal menos; automóvil, turismo y
construcción generan y ocupan el 30% del PIB de España y al 30% de su población activa.
Impresionante..., y acongojante, ¿verdad?
Veamos muy someramente estos tres sectores, o subsectores, que así sería correcto
denominarlos. El automóvil es un sector maduro donde los haya; en China recientemente han
replicado, al 100%, un modelo de General Motors; lo repito por si lo han leído demasiado
deprisa; en China han replicado absolutamente todas las partes, to-das, de un modelo de GM;
y lo mejor, ese modelo replicado sale a un coste que es un 25% menor que el original. Excepto
en el caso de los automóviles de altísimo valor añadido, los modelos que conduce el 99,99%
de la población pueden ser diseñados y fabricados en medio de la selva de Borneo.
Sobre el turismo que nos visita ya lo hemos comentado profusamente en
lacartadelabolsa.com, es un tema archiconocido y sus carencias son algo sabido: turismo de
bajo valor, con unos ingresos medios estancados o a la baja, atendido por una mano de obra
que en gran medida tiene un nivel de cualificación y especialización muy bajo, su importancia se
encuentra basada en el número —en la masa—, no en la calidad, por lo que su aumento es
vital y la reconversión de su mano de obra muy difícil; el problema es el monocultivo en el que
se han convertido extensas zonas de España.
¿La construcción? ¿Qué puede decirse sobre la construcción que no haya sido ya dicho?
Son conocidos sus peligros, la degradación del territorio a que puede dar lugar, la dependencia
respecto a factores externos a ella, etc., etc.; pero, además de todo eso, hay otro aspecto
que habitualmente es marginado: la construcción es un sector en el cual, una vez finalizado su
producto, la vinculación entre output y sector es nula, es decir, una vez vendido un piso o un
apartamento, nada vuelve a ligar a ese piso o a ese apartamento con el sector que lo ha
construido; en otras palabras, cuando se acaben las zonas ¿atrayentes? donde edificar, ¿qué
hará el sector de la construcción?
¡Vaya panorama! ¿Verdad? Prácticamente la tercera parte del PIB del Reino de España y
la tercera parte del empleo español dependen de tres sectores como los descritos. Hace años,
en un periódico mexicano fue publicado un anuncio que decía lo siguiente: «Se necesitan
ingenieros con llave inglesa y economistas con bicicleta». ¡Qué viva México! ¡Qué viva!


PALOS DE CIEGO
[«Falta muy poco para que no sea posible colocar ese exceso de oferta a base de ir aumentando el endeudamiento.»]
Lunes, 16 de mayo
No es la primera vez —ni será la última— que comparo algún aspecto de la situación
económico-social de Alemania y de España; es curioso, a pesar de ser dos países en
apariencia tan distintos, existen semejanzas muy marcadas en los modos, maneras y
circunstancias con que en ambos países se enfocan problemas y cuestiones parecidas. (Con
toda seguridad, el haber compartido la misma dinastía reinante ha debido de tener su
importancia.)
Recientemente, el canciller Gerhard Schröder presentó las «Veinte Medidas» (en España
fueron cien las presentadas) para reactivar la economía alemana. Coincidiendo, casi, en la
fecha, la OCDE presentó un informe sobre la economía española en el que el organismo habla
de los peligros económicos que acechan a España y de lo que España debería hacer para
eludirlos. Curiosamente —o no— ambos programas se asemejan mucho más de lo que se
diferencian.
¿Qué medidas son las que van a salvar a Alemania? ¿Qué actuaciones van a ayudar a
España a sortear los peligros que le acechan? Resumo: reducción de tipos impositivos,
endurecimiento de las condiciones para acceder al subsidio de desempleo, aumento de la
flexibilidad laboral, revisión del sistema de pensiones de modo que el monto total pagado a los
pensionistas decrezca, agilización de los trámites burocráticos. Evidentemente, ni el canciller
en el Parlamento, ni la OCDE en su informe, lo dijeron así, pero si lo leen con detenimiento...
A mí, lo que de verdad me maravilla, es que alguien piense que hoy, no en 1970, medidas
que se encuadren en los apartados antes citados vayan a salvar a alguien o vayan a ser una
solución —solución, subrayo— para las atribuladas economías. No sé, es como si hubiese que
hacer algo y ese algo tuviese que continuar siendo algo en línea con lo que antes se hacía. En
el siglo XVII, el remedio que más utilizaban los médicos (?) era la aplicación de sanguijuelas; no
importaba la dolencia del enfermo ni los efectos que sobre otro parecido paciente hubiesen
tenido esos gusanos; la medicina siempre era la misma: sanguijuelas.
Lo primero que debe ponerse sobre la mesa, aceptarse y tomarse como punto de partida,
es que, hoy, en todas las economías llamadas desarrolladas —lo que incluye tanto a Alemania
como a España—, existe un exceso de oferta de TODO; de TO-DO. Lo segundo, que falta
muy poco para que no sea posible colocar ese exceso de oferta a base de ir aumentando el
endeudamiento. Lo tercero, que todos tenemos que asumir muchas cosas antes de continuar
la carrera hacia mayores productividades. Lo cuarto, que por mucho que disminuyan los costes
fijos y variables de las unidades productivas en las economías occidentales, nunca más ésa
será, para éstas, una vía de competitividad.
Lo que sucede es que, para llegar a eso, desgraciadamente aún nos hace falta pasar por
una serie de fases en las que muchos mucho sufrirán. Ya lo dice aquel refrán que se refiere a
las veces que con la misma piedra tropieza el ser humano.

REFORMA LABORAL

[«¿Cuántas y cuántos de ustedes (...) decidirán contratar, o no, a una persona tan sólo porque una ley facilite el
despido?»]
Lunes, 30 de mayo
Hace unas semanas les decía que una forma de quedar muy, pero que muy bien en un cocktail
era pronunciar en medio de una frase las palabras «reforma laboral». Tras las fiestas de inicio
de primavera —que así es como ahora se le llama a la Semana Santa— vuelve a reactivarse
este asunto. Hoy vamos a tratar el tema y, para que se vayan ambientando, les detallo unos
números relativos al Reino de España.
A) El 90% de las personas ocupadas cuya edad media está comprendida entre los 16 y los
35 años, cuenta con un contrato temporal. B) Más del 53% de las personas sin empleo son
menores de 35 años. C) La tasa de actividad femenina es del 45% —67% la masculina—, sin
embargo, la tasa de desempleo de la mujer —14%— dobla la del hombre. D) El 60% del
empleo creado desde 1997 lo ha sido en dos subsectores: construcción y administración
pública. E) De cada tres personas que hoy están ocupadas, una tiene un contrato temporal —
en la UE, el 15%.
Muchas y muchos de ustedes, que diariamente tienen la amabilidad de leerme,
desempeñan funciones directivas, realizan tareas de gestión, mantienen contactos con
compañías europeas, se mueven en subsectores generadores de alto valor; bien, ¿cuántas y
cuántos de ustedes, en quienes coincidan las características apuntadas, decidirán contratar, o
no, a una persona tan sólo porque una ley facilite el despido? ¿A cuántas y a cuántos de
ustedes les entrarán ganas de incrementar las plantillas que de ustedes dependen por el mero
hecho de que por ley se flexibilice la contratación laboral?
En términos estructurales, el subsistema económico español arrastra dos problemas desde
el siglo XVII: 1) en términos medios se ha especializado en producir bienes y servicios de bajo
valor añadido, y 2) es incapaz de absorber toda la población susceptible de ser activa que la
demografía española ha ido generando. Puntualmente, las carencias que han ocasionado
ambos problemas se han aliado y esa alianza ha mitigado las consecuencias negativas del
subsistema español, como cuando en los 60 se combinaron bajos costes laborales e inversión
extranjera en España con emigración española hacia Europa y con turismo europeo, haciendo
creer a algunos sabios que en España habíamos aprendido a cuadrar los círculos.
Ahora se está poniendo de manifiesto —aunque continúa ocultándose a lo que antaño se
denominaba «el pueblo»— que el subsistema español está tocado, y los mismos «sabios» de
antes —o sus primos hermanos— piensan ahora que es posible cambiar el modelo productivo,
abaratar el despido y flexibilizar la contratación, haciéndolo, de la noche a la mañana, revertir
un proceso en el que llevamos tres siglos enquistados. Bueno, soñar es libre, pero hay sueños
que tienen consecuencias, muchas y muy gordas.
(Esos sabios deberían meditar sobre un hecho acaecido el pasado año en un país que
suele ponerse como ejemplo y tomarse como referencia: Alemania. Las compañías cuyas
acciones conforman el índice bursátil alemán más representativo, el DAX Xetra, incrementaron
sus beneficios en un 100% y, a la vez, redujeron sus plantillas en Alemania en 35.000
empleos.)
«Y los sueños, sueños son»; dijo el mejor dramaturgo español del siglo XVII, ¿será

casualidad?


SI HOY ES MARTES, ESTO ES BÉLGICA
Tres familias de cada cien se encuentran en una situación cuyas finanzas pueden quebrar en cualquier momento.»]
Lunes, 22 de agosto
No, no voy a hablarles de la película del mismo título realizada, en 1969, por Mel Stuart.
Veamos.
Si la familia media española precisa de 24 años para liquidar su hipoteca, también media,
que ha contraído para hacerse con la propiedad de una vivienda;
si, desde 1997, el precio medio de la vivienda se ha incrementado el 150%, porcentaje muy
alejado del crecimiento de los salarios medios;
si el pago de las cuotas de una hipoteca media absorbe el 25% de la renta media mensual
de un hogar español cuyos ingresos estén formados por más de un salario;
si el 80% de los activos de las familias españolas corresponden a inmuebles;
si el 43,6% de las familias españolas están endeudadas;
si el 40% del salario medio es el porcentaje del salario medio mensual que se considera
como el máximo que una familia debe dedicar al pago de sus créditos sin que entre en riesgo
de insol vencia;
si el 3% de las familias españolas dedican al pago de sus créditos una cantidad que excede
al 40% del salario medio que esas familias ingresan;
¿dónde estamos?
Pues, estamos en un país y en un momento en el que casi la mitad de sus familias están
endeudadas y van a estarlo durante un montonazo de años; en el que, a cambio de esa deuda,
sus familias van a obtener unos bienes cuyo valor se ha multiplicado por tres en los últimos
ocho años debido a unas fuerzas cuya dirección puede invertirse; en un país en el que unos
bienes cuyo valor se ha multiplicado por tres, constituyen más de las tres cuartas partes del
valor de los activos de las familias de ese país; en el que tres familias de cada cien se
encuentran en una situación cuyas finanzas pueden quebrar en cualquier momento.
No sé ustedes cómo lo ven, pero, algo así, lo único que no es, es sostenible. Porque, claro,
si a todo lo dicho añadiésemos que el PIB per cápita español, hoy y ahora, fuese el que
corresponde al Gran Ducado de Luxemburgo, las cosas serían —e iban a ser— de otra
manera, pero, como dice la canción «El jardín prohibido», del intérprete Alex Bueno, «La vida

es así, no la he inventado yo».


¿BURBUJA? ¿QUÉ BURBUJA?
Miércoles, 31 de agosto
Tras siete años de oír historias alucinantes relativas a aumentos increíbles en los precios de
las propiedades inmobiliarias de algunos países, tal vez piensen ustedes que, a este respecto,
ya nada puede sorprenderles. Están equivocados; lean lo que sigue.
Como ya les he dicho en repetidas ocasiones, resido en una localidad de la costa de
Barcelona. En esa localidad, el incremento del precio medio del metro cuadrado de vivienda
construida ha sido —está siendo— muy superior al de otras localidades del entorno e incluso a
los de la mayoría de las zonas «buenas» de la ciudad de Barcelona; tal ha sido —es— el
aumento, que se ha convertido en tema de conversación en tiendas, parques y jardines de esa
localidad.
Un amigo muy amigo adquirió en el 2000, en la localidad en cuestión, una de las llamadas
«nuevas casas de pueblo»; son casas edificadas, en los últimos años, en el solar ocupado por
las casas de pueblo tradicionales, aquellas viviendas unifamiliares construidas entre finales del
siglo XVIII y finales del XIX y habitadas por pescadores y campesinos, que fueron formando las
calles del núcleo urbano, y que fueron diseñadas con una estructura idéntica: entrada,
habitación a la derecha, pasillo, comedor-cocina y patio trasero en el que una pequeña cuadra
alojaba a un burro que se utilizaba para el transporte (el burro accedía a su cuadra por un
acceso trasero); y, en el piso superior, cuatro dormitorios y un pequeño almacén.
Bien. Como les decía, mi amigo adquirió la vivienda en el 2000, una vivienda de 230 m2 con
la habitación de la derecha transformada en garaje. Por ella pagó 50 millones de pesetas,
cantidad a la que debió añadirse el IVA y el coste de las escrituras. Y en esa casa continúa
viviendo feliz y contento. Cinco años después, ahora, se ha puesto a la venta, en el edificio
donde se encuentra mi vivienda, un edificio construido en 1984, uno de los tres apartamentos
del primer piso; su superficie es de 89 m2 y el precio que por él demandan es de 310.245
euros, es decir, 51,5 millones de pesetas, a los que habría que sumar los pertinentes
impuestos y gastos de escrituras. Pensarán que ese apartamento es de estrella de cine, y, si
lo piensan, se equivocarán: es preciso acometer unas obras cuyo coste no bajará de los
75.000 euros, es decir, más o menos, 12,5 millones de pelas.
Resumamos. En el 2000 podía adquirirse, en la maravillosa localidad donde resido, una
vivienda unifamiliar —para entrar a vivir— pagando un poco más de 217.000 pesetas el m2;
hoy, cinco años después, es preciso pagar —en las mismas condiciones de ocupabilidad—
719.000 por la misma superficie; es decir, se ha pasado de los 1.370 euros a los 4.330; en
otras palabras, el incremento habido en el precio de nuestra unidad de superficie en estos
cinco años, ha sido del 216%, es decir, el 43% anual en términos medios. Por cierto, les
aseguro que las zonas son equivalentes.
Ahora me dirán que eso no es nada; que conocen decenas de casos así. Si me lo dicen les
diré que sí, que vale, que cuantos más casos conozcan en la misma línea, más significativa
será la existencia de esa no-burbuja que existe en el mundillo inmobiliario español. ¿Burbuja?
¿Qué burbuja?


EUROPE - 1
El modelo social europeo tiene enfrente su desaparición.»]
Martes, 20 de diciembre
Europe es el nombre de un grupo sueco de rock que en la década de los 80 alcanzó un éxito
notable y que tuvo el acierto de lanzar, en 1986, un bombazo: «The Final Countdown».
¿Recuerdan?: «We’re leaving together / But still it’s farewell...», del que vendió la friolera de
seis millones de copias, lo que para un grupo nórdico de rock no está nada mal.
Coincidiendo con la reaparición de la discografía del grupo remasterizada, a fin de obtener
todos los matices de su música, no hace mucho tuvo lugar un evento que, aunque no pasó
desapercibido, ha producido escasa literatura de análisis teniendo en cuenta el motivo que lo
originó; me estoy refiriendo a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno que tuvo lugar en el
palacio de Hampton Court, Londres —una de las mil mansiones de Enrique VIII—, el pasado
27 de octubre; una reunión archifundamental de cara a ese acuerdo que nace con fórceps: las
Perspectivas Financieras para el periodo 2007-2013.
La referida cumbre fue planteada por la presidencia británica a fin de que los asistentes
reflexionasen sobre la estrategia que la UE debe adoptar respecto a..., la globalización; lo que
no deja de ser curioso teniendo en cuenta que desde el 11 S ya había dejado de estar de
moda hablar de la globalización debido a que este proceso se daba por concluido; de hecho,
ya estaba empezando a ser utilizado el término «postglobal» para referirse a la situación en la
que todos —TODOS— nos hallamos. Sin embargo, el término reaparece asociado a unos
posibles retos que para Europa ¿puede ocasionar?/¿está ocasionando?, el proceso.
¿Retos?, ¿qué retos? Ahora podría reproducir una catarata de citas así como los títulos de
los documentos preparatorios de la cumbre, pero voy a ahorrarles el tedio y les voy a resumir,
muy resumidos, esos retos. Europa, desde los primeros años 50, ha tenido un Modelo de
Protección Social —en unos países más que otros, y en algunos, muchísimo más—
extraordinariamente completo que ha contribuido a la redistribución de la renta en los
diferentes Estados de la futura Unión.
Ese extraordinariamente buen Modelo de Protección Social, puesto en marcha para
fomentar el crecimiento económico, creado para pacificar a la clase obrera europea tras siglos
de miseria, y financiado con el mismo crecimiento que el mismo modelo contribuyó a crear, se
enfrenta a una crisis financiera infinitamente mayor a la que se enfrentó a finales de la década
de los 70, ya que lo que hoy el modelo social europeo tiene enfrente es su desaparición. ¿El
motivo? Pues..., los retos de la globalización.


EUROPE - 2
[«Los países desarrollados (...) tienen un modelo económico-social que está basado en unos parámetros que
actualmente ya no se están dando.»]
Miércoles, 21 de diciembre
Fuera de Europa, en la India, en China, en Guatemala, en Singapur, en Bangladesh, se
fabrican productos industriales de creciente valor añadido, se cultivan productos agrícolas a un
coste muy reducido y se deslocalizan servicios que salen a un precio de risa; fabricación,
cultivo y prestación que hoy están siendo realizados en los países desarrollados y que están
absorbiendo una enorme cantidad de factor trabajo, es decir, que están ocupando a muchas
personas, personas que se endeudan para consumir, que pagan IVAs y que votan.
Antes (elijan ustedes el momento que estimen oportuno siempre que esté comprendido
entre 1950 y 1975) la economía «iba a más». Se ocupaba a más población para producir más
a fin de que el consumo y el ahorro creciesen, los beneficios aumentasen, se recaudasen más
impuestos, los Estados gastasen más y el PIB se disparase. En ese PIB entraba todo: desde
Ferraris a Seiscientos, desde caviar Royal a salami barato, desde vacaciones en Niza a
estancias en un hotelucho de Lloret de Mar, y todas esas actividades ocupaban a personas,
generaban beneficios y salarios y pagaban impuestos.
A partir de 1980 empezó a verse que podía generarse crecimiento económico sin que la
ocupación aumentase, más aún, haciéndola decrecer incluso; que el outsourcing y el
downsizing podían resolver muchos problemas, entre ellos, los ocasionados por las ansias de
mejora de una mano de obra que se sabía imprescindible. Desde 1995, las TICs y la
espectacular reducción de las trabas al tráfico internacional aceleraron el proceso e
incorporaron la opción de la flexibilización organizativa a todos los niveles. Es decir, la
economía ya no iba a más, al contrario, iba a más o a menos, según conviniese, pero siempre
tendiendo a reducir el empleo de factores productivos gracias a la posibilidad de obtener
incrementos continuados de la productividad.
Desde 1990, durante años, ha sido dicho que el destino de los países desarrollados, en
general, y de Europa, en particular, era especializarse en el polinomio I+D+i+d; la manufactura,
quedaba para los «otros»; pero ni todos los europeos son expertos en la programación de
sistemas inteligentes, ni todos los hindúes, chinos y coreanos no saben hacer otra cosa que
balones de football-playa, con el agravante de que los hindúes, chinos y coreanos que sí saben
hacer cosas distintas perciben remuneraciones sensiblemente menores que los occidentales
que también saben hacerlas: un programador USA con experiencia viene a cobrar unos 60.000
dólares anuales, uno hindú cuyo trabajo sea idéntico, 6.000.
¿Ven los retos de Europa (y de USA, y de Japón)? Los países desarrollados, en general, y
Europa occidental, muy en particular, tienen un modelo económico-social que está basado en
unos parámetros que actualmente ya no se están dando y que cada vez van a darse menos.
Esos parámetros son-eran muy simples: era necesario que estuviese ocupada la mayor parte
posible de la población activa de los respectivos países porque ello era imprescindible para
alcanzar el crecimiento; era necesario que las remuneraciones de esas personas ocupadas
fuesen lo más elevadas que fuese posible porque el crecimiento dependía de su cuantía; era
necesario un buen Modelo de Protección Social para que el crecimiento fuese sólido. Nada de
todo esto es hoy verdad; sin embargo, se quiere continuar aplicando el mismo enfoque y
modificando lo necesario para que el enfoque pueda ser mantenido.


EUROPE - 3
En el límite, una tecnología eficiente, autónoma y barata precisa cero “horas de factor trabajo”.»]
Jueves, 22 de diciembre
El 27 de octubre, en la sección de Economía del diario El País, apareció un artículo de Rodrigo
Rato de título «Es el momento de acelerar el ritmo», cuya lectura es imprescindible y muy
ilustrativa, de verdad; se lo recomiendo encarecidamente; si lo leen verán que el director
gerente del FMI continúa con el mensaje, aunque adaptando su retórica a la propia de un
organismo internacional.
Dice el Dr. Rato que se debería prolongar la edad de jubilación del factor trabajo; que
deberían reformarse los programas de asistencia social, sobre todo en lo relacionado con la
búsqueda de empleo por parte de los que lo han perdido; que debería moderarse el
crecimiento de los salarios; que deberían revisarse las cuantías de los salarios mínimos; que
debería subvencionarse el empleo mediante créditos fiscales deducibles del impuesto sobre la
renta personal; que debería profundizarse en la integración financiera; que deberían seguirse
las recomendaciones de la Agenda de Lisboa: utilizar más factor trabajo y, a la vez, aumentar
la productividad.
Anaxágoras, en el –500, planteó la cuadratura del círculo, problema que dos mil doscientos
años después se demostró irresoluble; sin embargo, hoy Europa pretende resolver un
problema del mismo calibre, porque, ¿cómo es posible aumentar la tasa de ocupación si cada
vez es preciso menos factor trabajo para generar no ya sólo el mismo PIB si no más? (Fíjense
en que con «menos trabajo» no me refiero a «menor número de personas ocupadas», sino a
«menos horas de trabajo efectivo utilizado».)
A mediados de los 90, la opción que con más seriedad se intentó llevar a la práctica a fin
de reducir el desempleo fue el modelo de Michel Rocard —el mal llamado «reparto del
trabajo»— ya abandonada porque, al final, supone el decremento de las remuneraciones
individuales; pero, aun así, aunque las remuneraciones decreciesen, la tecnología acabaría por
reducir «horas de trabajo» necesarias independientemente de cuál fuese su remuneración.
En este escenario, la deslocalización es, evidentemente, un factor añadido, pero un factor
que lo único que supone es la aceleración en la consecución del resultado: en el límite, una
tecnología eficiente, autónoma y barata precisa cero «horas de factor trabajo», y la evolución
tecnológica apunta en esa dirección.
La historia venía de mediados de los 80. Cuando ya era evidente que la tecnología
ahorraba cantidades crecientes de «horas de trabajo» de producción, empezó a decirse que
sí, pero que el reverso sería el aumento exponencial de «horas de trabajo» complementario; la
realidad ha demostrado la falacia del argumento, entre otros motivos porque a medida que la
tecnología se va perfeccionando, va reduciendo sus necesidades de mantenimiento.

2006
ESPAÑA Y EUROPA - 1
[«La española es una economía débil: crece a base de endeudamiento.»]
Miércoles, 11 de enero
Con motivo del vigésimo aniversario de la incorporación del Reino de España al entorno
europeo, se están prodigando festejos, celebraciones, conmemoraciones, folletos explicativos,
artículos y demás documentos y actos a fin de recordar la tremenda importancia del evento así
como las positivísimas consecuencias que tal incorporación ha tenido para el Reino; a la vez,
se prodigan los recordatorios de las posturas contrarias que opinaban que España mejor
hubiese hecho en no incorporarse a la moneda única. Por todo ello —y por más— yo también
quisiera sumarme a las celebraciones.
Las crónicas han personalizado en Miguel Boyer la corriente de opiniones contrarias a la
entrada de España en el euro y, bueno, cierto es que Miguel Boyer fue uno de los expertos
que más se significó en esa línea, pero hubo otros; yo, humildemente, también dije lo mío a
este respecto y, con su permiso, voy a volver a decirlo.
El euro es la moneda común a un área monetaria, y en las áreas monetarias, con el tiempo,
tiende a suceder una cosa: los precios de los bienes y servicios que se ofertan en esa área
monetaria tienden a igualarse; los precios, no las rentas.
Si los países, no, mejor aún, si las diferentes regiones de esa área monetaria son
homogéneas, es decir, si sus estructuras económicas son parecidas, el impacto sobre las
distintas economías de esas regiones tras la adopción de la moneda única será neutro; pero si
las diferencias entre las distintas economías son elevadas, los efectos más negativos los
acusarán las regiones con economías más débiles.
En términos de país (los países aún existen), la española es una economía débil: crece a
base de endeudamiento, es más barato y/o más eficiente importar muchos de los bienes y
servicios que España demanda que producirlos en el país, los bienes y servicios que sí
produce no son de alto valor añadido, el nivel de subempleo y desempleo encubierto de su
factor trabajo es muy elevado. Finalmente, la cantidad de bienes y servicios que su economía
produce en una hora de trabajo efectivo es reducida y, lo peor: desde hace años tal cantidad
está estancada.
Como consecuencia de lo anterior, el Reino tiene una dependencia exterior muy acusada y
una productividad reducida, por lo que su competitividad es baja —con tendencia al descenso
— y su inflación alta.
Nos quedamos aquí. Mañana viene lo mejor.


ESPAÑA Y EUROPA - y 2
[«Decíamos que (...) de entrar en el euro, España acabaría pagando ese ingreso con tasas de desempleo muy
elevadas.»]
Jueves, 12 de enero
Pues bien, si España —teniendo en cuenta que ya no puede devaluar una peseta que ya no
existe— no quiere continuar perdiendo competitividad y no quiere que sus déficits aumenten y
ser llamada al orden, o bien deberá aumentar brutalmente su tasa de desempleo del factor
trabajo a fin de ahorrar costes (con lo que la productividad aumentará, aunque de forma sucia),
o tendrá que poner a trabajar a toda su población con salarios en consonancia con el valor que
esa población genere y eliminando las ayudas sociales que esa población percibe (con lo que,
ya sin embozos, se pondría de manifiesto que se ha especializado en bienes y servicios de
bajo valor añadido). La segunda opción, hoy, no es posible; la primera, sí.
Lo que Miguel Boyer, otros y yo decíamos era, pura y simplemente, que el euro, una
maravillosa idea, no era para España; no por una cuestión metafísica, sino por imposibilidad
económica. De entrar en el euro, España acabaría pagando ese ingreso con tasas de
desempleo muy elevadas y con rentas que, en muchos sectores, serían muy reducidas.
Quienes ahora cantan las alabanzas por el euro, tomarán algunos macroagregados de la
economía española y los blandirán ante las narices de aquellos que dijimos lo que dijimos; yo
les diría que esperasen un poco antes de hacerlo. España ha disfrutado de unos fondos
europeos, se ha beneficiado de una situación mundial de bonanza económica, se le han
permitido déficits, en el exterior ha conseguido pasta para financiar créditos para que sus
ciudadanos pudiesen endeudarse; de alguna manera, es como si España hubiese estado de
moda durante los últimos diez años.
Cuando eso se acabe, cuando España deje de estar de moda (y para eso falta muy poco,
poquísimo), se pondrá de manifiesto la verdadera cara que el euro tiene para España. En
cualquier caso, no hay —habrá— problema, porque, ¿cuáles eran las alternativas de España
de no entrar en el euro? Ninguna. Ni contigo ni sin ti; ése es el verdadero drama de nuestra
economía patria con respecto a ese maravilloso euro.


 COMPETITITITIVIDAD
(no es un error, es una competitividad pequeñita)
[«No me gustaría estar en la piel de la persona que se encuentre al frente del ministerio de Economía en el 2010.»]
Jueves, 26 de enero
El otro día (es una frase hecha, ya saben; en realidad fue hace una semana), salió en clase
que el Reino pierde —continúa perdiendo— competitividad en relación a las economías con las
que comercia. Las alumnas y los alumnos expusieron, muy bien expuestas, las razones por las
que eso sucede: el diferencial de inflación español, los efectos no deseados del euro, el efecto
boomerang del déficit exterior... Tras la exposición y el debate, les hice una pregunta que suelo
formular: y, ¿no hay nada más?
Todos los argumentos dados por mis alumnas y alumnos son los que habitualmente
manejan los medios, los oficiales y los que no lo son, pero hay uno que raramente se vincula
con la competitividad en combinación con los otros, con los habituales: la productividad.
España es un país que, en los diecinueve años que median entre 1981 y el 2000, lo dice la
OCDE, ha incrementado su productividad en 30,5 puntos, una media de 1,6 puntos por año.
Tomando como base el año 1995, el año en que da comienzo la Nueva Economía, el Reino tan
sólo mejoró su productividad en 2,3 puntos, entre 1996 y el 2000. A partir de aquí la
estimación indica un retroceso de la tendencia; es decir, entre 1996 y el 2004, España muestra
una productividad prácticamente estancada.
Si la productividad es baja y, además, su evolución muestra un estancamiento, aparte de
aportar muy poco al crecimiento —al incremento del PIB—, no podrá hacer frente a las
consecuencias de los problemas que en la vida económica vayan apareciendo, como la
inflación, los efectos del euro, los rebotes del déficit exterior...
Si el Reino mostrase una productividad robusta, elevada, con una tendencia sólida, no
habría inflación porque la productividad absorbería los aumentos de costes, los efectos
negativos del euro quedarían diluidos y ayudaría a revertir el déficit exterior; fíjense en que la
generación del PIB español se basa, hoy, fundamentalmente, en la construcción y en el
consumo, actividades influidas indirectamente —sobre todo en España— por la productividad,
por lo que la economía española paga las consecuencias de esos problemas, tal y como ya
sabemos.
El drama consiste en que España difícilmente puede mejorar su productividad por la vía
sana inversión, cualificación, I+D+i+d, porque la mayoría de los bienes y servicios que el Reino
produce son de medio y bajo valor añadido, son bienes y servicios que precisan de pocos
elementos sanos; España puede mejorar su productividad —y reducir su inflación, minimizar los
efectos negativos del euro y reducir su déficit exterior— por la vía insana: aumentando la
llamada productividad sucia: reduciendo la población ocupada.
Hasta ahora hemos ido tirando porque trasladábamos hacia el futuro los efectos de lo que
nos molestaba, entre otras razones, porque los políticos que tomaban las decisiones
difícilmente iban a estar en sus sillones cuando se produjese el estallido, y porque, como
siempre, aún era posible para el español de a pie entrar en un banco y pedir un crédito. Pero
ese proceder está llegando a su fin: el modelo se ha agotado; a-go-ta-do.
No lo digo con retintín, de verdad; no me gustaría estar en la piel de la persona que se
encuentre al frente del ministerio de Economía en el 2010 (o en el 2011, que para el caso...).

ECONOMÍA NO-BLANCA
[«¿Qué demonios sucede con la economía sumergida?»]
Miércoles, 8 de marzo
En lacartadelabolsa.com ya me he referido en el pasado a esa parte de la economía que se
encuentra al margen de los circuitos oficiales; es esa porción de la producción que no paga
impuestos, que es definida como «negra», aunque, ¿lo es en realidad?
El País, durante los días 16 y 17 de enero, publicó un muy buen trabajo sobre la economía
sumergida del Reino y cuyo autor es José Luis Barbería. De él destaco las tasas a las que
asciende la economía negra en distintos países: en Grecia, España, Portugal, Italia y,
atención, ¡Bélgica!, oscila entre el 22 y el 30% del PIB; en el Reino Unido se sitúa en el 13%, a
un 10% asciende en Francia, lo mismo que en Alemania; en los Países Bajos y Escandinavos
se dan los porcentajes más bajos: alrededor del 5%. Es decir, el Reino se encuentra a la
cabeza (lo mismo que en importe per cápita dedicado al juego, y en ruido soportado por sus
sufridos residentes, aunque, en ambos apartados, a nivel mundial).
Bien. ¿Qué demonios sucede con la economía sumergida?
Si dejan al margen cuestiones formales y éticas, la única diferencia que existe entre la
economía negra y la blanca radica en que la primera no se encuentra sujeta a tributación, es
decir, no paga impuestos. Vale, pero..., ¡genera PIB! Me explico.
Si una persona —física o jurídica— realiza la compra de un bien, o de un servicio, y ese
bien o ese servicio es incorporado a un proceso productivo, los factores que intervengan en
ese proceso productivo serán remunerados y esas rentas serán gastadas en el marco
económico, generando PIB; es más, el bien fabricado será vendido —en negro, o no— dando
lugar a una nueva cadena de generación de PIB. Piensen en, por ejemplo, una siderurgia que
contrata una asistencia técnica para mejorar su colada continua y a la que paga en negro y
que, fruto del estudio de esos profesionales, realiza unas obras de mejora que, nuevamente,
son pagadas en negro.
En consecuencia, el impacto económico de la economía negra estriba —en el supuesto de
que el bien o servicio sea adquirido a precio de mercado— en que el acto económico que a su
sombra se realiza no genera ingresos públicos, pero sí genera PIB, debido a que la producción
está ahí.
El que por innumerables razones deba tributarse por los actos económicos que se realizan,
es un tema. Pero otro muy diferente es el impacto que la economía sumergida tiene sobre la
estructura productiva de la zona contemplada.
Aunque, claro, la economía negra tiene un evidente efecto perverso: como el Estado
presupuesta unos gastos que debe pagar, adapta los tipos impositivos de aquellos sujetos
pasivos y de aquellas actividades que no pueden sumergirse —caso de los salarios de los
trabajadores por cuenta ajena con contrato— a fin de obtener los ingresos necesarios, lo que
se traduce en tipos fiscales desmedidos que estos trabajadores no pueden eludir.
En consecuencia, y tras lo dicho, ¿no creen que respondería más a la realidad denominar
«Economía No-Blanca» a esta porción de la producción ajena a los circuitos oficiales?
Realmente, ¿existen tantos motivos para ponernos tan contentos por las palabras del
presidente del grupo automotriz alemán?

INMIGRACIÓN
[«¿En base a qué puede suponerse que en los próximos años el PIB va a continuar aumentando y (...) va a seguir
siendo necesaria la inmigración que, en parte, lo sustenta?»]
Lunes, 6 de noviembre
¡Ahora está claro!
Llevo semanas deglutiendo todo lo que puedo encontrar sobre inmigración, sobre los
aspectos favorables de la misma, en relación con sus efectos desfavorables... ¿Por qué? Pues
porque no entendía en virtud de qué la inmensa mayoría de políticos y técnicos se declaran
encendidos defensores de que lleguen oleadas de inmigrantes a Europa, en general, y a
España, en particular, y de que, incluso, lo sean de que lleguen más incluso de los que ya han
llegado. Por fin me ha quedado claro. Se lo cuento.
Todo lo que he podido leer en relación a las ventajas de recibir inmigración (prácticamente
no he hallado nada no racista que hable de las desventajas), parte de tres supuestos,
supuestos que no se mencionan porque se dan por asumidos, por inmutables y por evidentes.
Estos tres supuestos son:
1) que en el mundo occidental el PIB va a continuar creciendo a tasas semejantes a las
actuales; puede que menores en algún año en concreto, pero se da por supuesto que el
PIB crecerá; es decir, el estancamiento y/o el decrecimiento del PIB, pura y
simplemente, no se contempla;
2) que la necesidad de factor trabajo que el sistema económico vigente en los países
desarrollados ha tenido en estos últimos años va a continuar siendo la misma —si no
mayor— durante los muchos próximos, es decir, durante muchísimos años (hasta el
2050, como poco);
3) que el modo de producción, es decir, la manera como el PIB se genera en esos países
desarrollados, va a seguir siendo la misma.
Y yo me pregunto, ¿por qué han de darse por asumidos, por inmutables y por evidentes
estos supuestos? ¿Por qué, más que por supuestos, han de ser entendidos como principios?
La inmigración ha servido y está sirviendo, independientemente de las tensiones
económicas que provoca en el Modelo de Protección Social y del rechazo que entre gran parte
de la población está produciendo, para cubrir una demanda de trabajo que ha nacido del
crecimiento económico habido a lo largo de estos años y que ha provocado la llamada de la
emigración (junto, claro está a la miserización habida en los países de origen de la
inmigración). A la vez, la inmigración ha servido para incrementar la oferta de trabajo de,
fundamentalmente, baja cualificación, lo que ha tensionado los salarios a la baja (y no sólo los
pagados a personas con un reducido nivel de formación). Pero, ¿en base a qué puede
suponerse que en los próximos años el PIB va a continuar aumentando y, de resultas de esto,
va a seguir siendo necesaria la inmigración que, en parte, lo sustenta?
Por otra parte la tecnología, en cualquiera de sus manifestaciones, está poniendo cada día
sobre la mesa que la productividad puede alcanzar las cotas que queramos, lo que pone
automáticamente de manifiesto que la necesidad de factor trabajo es —y va a ser—
decreciente (de todo el factor trabajo).
Por otra más, el modo de producción no es eterno; a lo largo de la historia ha cambiado en
varias ocasiones. Suponer, teniendo en cuenta el cambio permanente y acelerado en que el
planeta lleva inmerso desde hace años, que en el 2050 la actual manera que tenemos de
generar el PIB va a continuar siendo la misma, me parece una temeridad.
Yo voy a exponerles otro escenario.
Pongamos que dentro de tres o cuatro años, debido a una acumulación de factores —
agotamiento de recursos de todo tipo, entre ellos la capacidad emprendedora por falta de
expectativas, diversas inflaciones de costes provocadas por la tendencia decreciente de las
reservas de commodities, colapso físico de la capacidad de endeudamiento de la población—,
pongamos que se produce una crisis profunda en el sistema que da paso a un prolongado
periodo depresivo en el que un nuevo modo de producción es definido o, cuando menos, un
periodo en el que el actual es tan profundamente redefinido que puede ser entendido como
nuevo.
Este nuevo modo de producción —que incluirá importantes elementos regulatorios— tendrá
como objetivo básico la eficiencia, aunque, primeramente, deberá resolver la situación
depresiva planteada, para lo que determinará como importante aquello, exclusivamente, que
sea del todo necesario. Evidentemente. Y como la productividad será la base de este nuevo
modo de producción, la investigación tecnológica y la implementación de esa investigación se
convertirán en prioritarias.
En un escenario como el descrito, ¿existe necesidad de una masiva oferta de trabajo de
reducida cualificación —o de elevada cualificación, pero no empleable como tal— orientada a
la realización de tareas de bajo valor que, o bien serán desempeñadas por las aplicaciones
tecnológicas implementadas, o bien no serán realizadas porque no serán importantes?
Suponer cosas basándose en criterios políticos y/o cortoplacistas es muy sencillo, pero
introduciendo parámetros de otra categoría las cosas se ven de otra manera, ¿verdad?
Seamos serios con el tema de la inmigración; la patronal británica CBI, afortunadamente, ha
empezado a serlo (y en el Reino ya constituye el principal problema que la población percibe).


¡ES-PA-ÑA! (I)
[«El mensaje que quiere incrustarse en el cerebro de la ciudadanía es el de que la economía española está de fábula.»]
Martes, 7 de noviembre
(No tengo espacio suficiente aquí; entren.)
Lo comentábamos hace unos días, lo repito hoy: una de las cosas más horrendas —y más
equivocadas— que se pueden hacer es mezclar economía y política. «Pero si la política es
economía», me dijo alguien que lo leyó en lacartadelabolsa.com cuando, hace días, lo dije; sí,
evidentemente, «lo político» no es más que una de las manifestaciones que puede
adquirir/adquiere «lo económico», pero a lo que me refiero es a que lo que no se debe hacer
—se puede, pero no se debe— es utilizar argumentos económicos para vestir, justificar o
publicitar actuaciones políticas. Me dirán que todos los partidos políticos en el gobierno y que
todos los gobiernos lo han hecho y lo hacen, y yo les responderé que sí, pero que está mal,
muy mal, porque se lanzan mensajes erróneos y se llegan a conclusiones falsas.
En el actual Reino de España, esta forma de hacer se inició durante el Franquismo, pero
entonces podía entenderse. Durante la llamada transición y con los gobiernos de la UCD dejó
de utilizarse esa táctica porque, la verdad sea dicha, el horno no estaba para bollos. En la
primera fase del PSOE el triunfalismo económico-político fue adquiriendo cotas realmente
elevadas, cotas que fueron ampliamente superadas durante los gobiernos del PP, y cotas que
están alcanzando niveles olímpicos ahora, durante la segunda fase del PSOE. El mensaje que
quiere incrustarse en el cerebro de la ciudadanía es el de que la economía española está de
fábula, por lo que España está genial y todo va requetebién; y para eso se están
«interpretando» los datos económicos —que en sí mismos son fríos y objetivos— con el
glamour que se considera conveniente.
Así, se dice que la española es la quinta economía europea en cuanto a nivel de PIB total,
aunque, a la vez, España ocupa el lugar decimotercero atendiendo al PIB per cápita de sus
pobladores censados. ¿No creen que algo no-bueno ha de suceder en una economía en la que
algo así sucede? Sí, ¿verdad? Y, ¿qué puede ser? Pues algo tan simple como que la
productividad de cada español/a ocupado/a es patética.
España, se dice, lleva diez años creciendo a una tasa superior al 3% anual, lo que es cierto
y no está nada mal; entonces, ¿qué explicación puede tener que el incremento de los salarios
reales en esos diez años haya sido del 0,10%? ¿Encuentran alguna respuesta? Se la chiflo:
otra vez la patética productividad de una población ocupada con baja cualificación que genera
un valor bajo debido a que no cuenta con los bienes de capital que precisaría, ya que quienes
deberían proporcionárselos —las compañías— no creen necesario proporcionarlos, ya que,
«para el valor que generamos ya está bien con la cualificación de la mano de obra que
tenemos y con la maquinaria que utilizamos, y si esa mano de obra es inmigrante, mejor,
porque saldrá más barata».

 ¡ES-PA-ÑA! (II)
[«¿Qué podría pasar si España no crece como ha estado y continúa creciendo?»]
Miércoles, 8 de noviembre
(Continúo sin tener espacio suficiente aquí.)
El Reino, decíamos, ha crecido a una tasa media del 3% anual durante los últimos diez
años, crecimiento que, se dice, ha ayudado a que puedan presentarse unas cuentas con
superávit; pero España es el tercer país europeo que menos gasta en su sociedad; el tercer
país de la UE25 con mayor tasa de abandono en los estudios postobligatorios entre las/los
jóvenes entre 18 y 24 años; el segundo país de la UE15 que menos gasta en educación en
relación a su PIB; el tercer país de la UE25, junto con Italia, en riesgo de pobreza.
Pero esta magnífica tasa de crecimiento (y no es ironía), es algo que España ha pagado, y
lo está pagando, a un precio elevado. España tiene la tasa de temporalidad más elevada de
Europa; sobre el subempleo y el paro encubierto de su población activa nadie se atreve a
hacer estimaciones; la inflación española supera de forma continuada la media de la eurozona
y no sólo por falta de liberalización, sino, y fundamentalmente, debido a su patética
productividad; la dependencia energética española es la séptima en importancia de la UE; el
nivel de endeudamiento de la española y del español de a pie —el 115% de la renta media—
está fuera de madre en relación a lo que es la economía española, por mucho que algunas/os
digan lo contrario; el déficit exterior español, más del 8% del PIB, está fuera de control.
Este crecimiento económico, España lo ha pagado y lo está pagando a un precio elevado,
pero lo más dramático del asunto radica en lo que podría pasar si España no crece como ha
estado y continúa creciendo. ¿Cómo crece España? Consumo, construcción, turismo y
fabricación de bienes y elaboración de servicios de medio y bajo valor añadido: ésa es la base
de gran parte de esa magnífica tasa de crecimiento. Pero la cosa no acaba aquí.
La economía española, se dice, ha creado mucho empleo, lo que, atendiendo al número de
personas ocupadas —sin entrar en demasiadas honduras; por ejemplo, ¿qué tipo de empleo?
—, es cierto. Pero, y volvemos al principio, ¿cuál es la productividad de ese empleo creado?
Claro que, en el fondo, ¿qué importa? Lo realmente chuli es poder reducir las estadísticas de
desempleo y que las/los empleadas/os, do quiera que estén empleados, consuman, es decir,
se endeuden. Se dice que es malo-malísimo que suban los tipos de interés, pero muy pocas/os
dicen lo requetemalísimo que es que la tendencia de la productividad española haya adoptado
una senda decreciente. ¡Y eso teniendo en cuenta que la tasa de actividad española de su
factor trabajo es de las más bajas de Europa! ¿Se imaginan qué productividad tendría España
con una tasa de ocupación más elevada?
No sé si se ha calculado para el Reino (si conocen el dato, por favor, pásenmelo), pero por
lo que se ve, España debe de tener una tasa de dependencia total superalta, aunque ello no es
óbice para que la inversión española esté saliendo allende sus fronteras. («Claro, como con la
globalización ya no hay fronteras...», dirán.)


¡ES-PA-Ñ-A! (y III)
[«El gobierno dice que la economía española va a continuar creciendo así (...). Pues, verán, yo no lo veo así.»]
Jueves, 9 de noviembre
(Sigo igual: sin espacio.)
Lo mejor viene ahora: el gobierno dice que la economía española va a continuar creciendo
así, mucho, durante los próximos años. Pues, verán, yo no lo veo así; es más, no lo veo ni
después de cuatro pacharanes.
Puedo aceptar que los políticos exageren, que digan cosas que un análisis medianamente
mordaz tumba, que saquen pecho a fin de atraer votos indecisos, pero que lancen soflamas
que no resisten la lógica más simplona, eso no. Y eso es lo que desde hace años están
haciendo los políticos españoles que ocupan puestos en el gobierno, los de este partido y los
del anterior, sólo por no irnos más atrás en el tiempo.
Quienes gobiernan están empecinados en hacer creer a la gente que España va bien, y
para lograrlo utilizan los argumentos más estrambóticos que imaginarse puedan, y como todo
no puede ser perfecto, cuando hablan de nubarrones sacan a relucir elementos sobre los que
el Reino no tiene lo más mínimo que decir, como por ejemplo, los tipos de interés.
Según parece, el peligro más horripilante que España tiene en el horizonte es que los tipos
continúen creciendo. Dejando a un lado el hecho de que hoy es absurdo intentar frenar la
inflación manipulando los tipos al alza, al hombre de la calle —y a la mujer, aunque la expresión
no se utilice en este sentido— le importa un rábano el nivel que alcancen los tipos, lo único que
le interesa es tener ingresos suficientes para 1) pagar las lechugas, el pollo y la merluza que
consume cada semana, 2) seguir yendo cada domingo a comer a esos restaurantes tan monos
que le recomendaron unos amigos, 3) cambiarse de lavadora cuando, después de, como
máximo, cinco años, no encuentre recambios para la que se le ha escogorciado, y 4) pagar las
cuotas de la hipoteca. ¿El nivel del euribor? ¿Qué euribor?
A la vez, lo que me pone a cien es que los medios de comunicación —la mayoría (éste,
afortunadamente, no)— contribuyan a esa situación; unos cantando alabanzas, otros metiendo
demagogia a puñados.
No, señores políticos, en los próximos años España no va a continuar con esas
maravillosas tasas de crecimiento con las que España está creciendo desde hace varias
anualidades, entre otras razones, porque no es que el modelo de crecimiento español esté
agotado, sino porque la vaca ya no da más de sí; debido a que España es débil para soportar
medianamente bien lo que va a venir. Un automóvil utilitario nunca será un Ferrari, por mucho
que lo pongamos a punto y aunque lo hagamos circular cuesta abajo. España es un utilitario y
lo ha sido siempre, unas veces más adecentadito que otras, pero un utilitario en definitiva.
Y cuanto antes nos enteremos todos, mejor.

LADRILLO, S.A.
[«El rumor dice que ahora el actual boom inmobiliario ha finalizado de verdad.»]
Viernes, 10 de noviembre
Hay un rumor en la calle.
El rumor dice lo siguiente. En España, en los últimos cincuenta años ha habido tres booms
inmobiliarios: en los 60, a finales de los 80 y a finales de los 90, y en los tres se produjeron/se
han producido escándalos, corruptelas, estafas y cosas extrañas. En el primero, la aparición
de los escándalos fue muy medida, no en vano el Franquismo podía aplicar eficaces sordinas;
en el segundo, los gritos y susurros no fueron excesivos en número, pero sí en intensidad; en
el actual, parece que no hay bastante papel en el Reino para relatarlo todo. Bien, pues el
rumor dice que ahora el actual boom inmobiliario ha finalizado de verdad. Y la razón es: el
estallido en traca de todos los escándalos, corruptelas, estafas y cosas extrañas.
El razonamiento es simple: quienes han estado moviendo la —valga la redundancia—
movida inmobiliaria —muy, pero que muy pocos— ya han exprimido la situación hasta el punto
en que nada queda por exprimir: la deuda hipotecaria ya no puede, físicamente, crecer más;
las expectativas económicas a un año vista no son precisamente halagüeñas; el gasto público
en infraestructuras seguirá dando de sí lo que la tendencia marque. Es decir, las expectativas
de beneficios/las oportunidades especulativas ya no son lo que han sido ni serán lo que fueron,
luego es hora de retirada y de que la luz y los taquígrafos ventilen la habitación; hora de
limpieza y de justicia, vamos; hora de que rueden cabezas, pero cabezas de poceros
toledanos y de giles marbellíes.
Seguro que ustedes han oído este rumor, un rumor que vayan ustedes a saber dónde tiene
su origen; pero un rumor con mucha mala baba porque lo que viene a decir es que todo ha sido
un montaje orientado a esquilmar a la ciudadanía y al Estado, y que cuando la cosa ya no da
más de sí, «a otra cosa, mariposa».
Quienes propagan el rumor añaden, en seguida, cuál es la solución a todos esos males:
obligar a los entes públicos, a sus dirigentes y a sus familias, a que presenten, en el mismo
momento en el que su nombre sea incluido en una lista electoral, o en el instante en que su
nombre sea propuesto para un cargo con más entidad que la de bedel, a que presenten una
declaración jurada con todos sus bienes así como las correspondientes actas de inspección de
los últimos cinco años. No sé, habría que pensarlo, pero tampoco parece algo definitivo.
Y cuando Ladrillo, S.A. baje la persiana, ¿dónde estará el negocio? ¿En Alimentación,
S.A.?


FASE DE PRECRISIS (2007-2009)
2007
PREVISIONES
[«Es como si fuésemos a menos porque ya no sabemos cómo seguir yendo a más.»]
Lunes, 29 de enero
Ya hemos hablado en lacartadelabolsa.com de esta publicación.
Me estoy refiriendo al Informe Mensual de la Caixa de Estalvis i Pensions de Barcelona, La
Caixa, una publicación muy buena, comprensible para quienes no tienen un doctorado en
astrofísica y de texto ameno; su único problema, también aquí comentado, es su, a mi
entender, excesivo optimismo.
Bien, pues en el Informe de diciembre del 2006, dedicado en gran medida a la UE, recoge,
en la pág. 17, dos cuadros que dan para mucho. En ellos se muestran las previsiones de la
Comisión Europea, para el 2007 y el 2008, de tres macroagregados estrella: PIB, inflación y
desempleo del factor trabajo. Sobre el 2007 ya se llevan dichas muchas cosas; una breve
referencia al año en curso y nos metemos en el 2008, que es donde están las novedades.
Las previsiones apuntan a que el aumento del PIB en el 2007 sea cinco décimas inferior al
habido en el 2006 en los países del euro, y cuatro décimas menor en los que no lo son
(recuerden que en ese grupo se incluyen Suecia y el Reino Unido). El ajuste fino muestra que,
entre los primeros, el crecimiento del PIB será menor en nueve países —de un total de trece—
y uno repetirá; entre los segundos, sobre doce países, será menor en once y en uno será
igual. Vamos al 2008 y luego comentamos toda la jugada.
Con respecto a lo previsto para el 2007, el 2008 es, casi, más de lo mismo, pero peor
porque ya en el 2007 se va para abajo. En los integrantes de la UEM, el PIB crecerá en el
2008 menos que en el 2007 en ocho de estos países, y en dos se repetirá tasa; en los que no
lo son, la tasa será menor también en ocho de ellos. La inflación se reducirá en la mayoría de
ambos grupos, lo mismo que la tasa de desempleo. Pero hay algo inquietante en este rosario
de cifras.
En el 2008, y en comparación con el 2006, en doce países de los trece en donde el euro
está vigente, se estima que se hará más lento el crecimiento, entre éstos destacan Finlandia e
Irlanda; de los doce en los que el euro no circula, en once de ellos el crecimiento será menor, y
aquí destacan Estonia, Letonia y Hungría. En los veinticinco, tan sólo en Portugal y en Chipre
se esperan aumentos, ridículos, pero aumentos al fin y al cabo. Campanas al vuelo: la inflación
se reducirá, al igual que el desempleo.
A mi modo de ver, las cifras reales serán bastante peores que las apuntadas por la
Comisión Europea, pero, al margen de eso, ¿a qué escenario nos estamos dirigiendo? Pues a
uno en el que los precios crecerán menos debido, posiblemente, a ganancias habidas en la
productividad y por el menor consumo, que se derivará de un agotamiento en la capacidad de
endeudamiento; con más población ocupada pero con salarios proporcionalmente menores y/o
con crecientes tasas de subempleo. Todo ello se traducirá en un crecimiento a la baja, menor
crecimiento que realimentará, negativamente, el sistema.
Es como si fuésemos a menos porque ya no sabemos cómo seguir yendo a más, como si
la vía actual se estuviese agotando y el manual no dijese qué hacer en este caso. Será
interesante ver las aproximaciones que, mediado el mes de julio, comenzarán a elaborarse
sobre el 2009. Ya saben: «Virgencita...».
ESPAÑA 2026
[«Según este informe (de la OCDE), la economía española —España, vaya— se va a dar una leche antológica.»]
Martes, 30 de enero
Soy consciente de que el título de hoy parece el de una película, pero, ¡es que de una película
se trata!
La OCDE ha publicado hace escasísimos días su informe semestral sobre la economía
española (no publica esos informes sólo sobre la economía española, no somos tan
importantes) y, literalmente, su lectura eriza los cabellos de la nuca. Accedan aquí y vayan
navegando:
http://www.oecd.org/document/9/0,2340,en_2649_201185_37919177_1_1_1_1,00.html.
Según este informe, la economía española —España, vaya— se va a dar una leche
antológica. El año pasado, el 2006, el Reino alcanzó el máximo al que podía llegar y, a la vez,
su punto de inflexión; a partir de ahí, va para abajo, en pendiente y sin remisión.
Evidentemente, el texto de la OCDE es muy políticamente correcto, pero lo que dice, lo dice:
entre el año 1997 y el 2006, la economía española ha crecido a una tasa anual del 3,5%; entre
el 2007 y el 2011, la OCDE prevé para España un crecimiento del 2,7%; del 1,9% entre el
2011 y el 2020; del 1,3% entre el 2021 y el 2030.
Ya no es que la burbuja inmobiliaria no pueda hincharse más, que no puede; ni que la
capacidad de endeudamiento de las familias no dé más de sí, que no da; ni que la
productividad española sea ridícula y, además, esté estancada, que lo es y lo está; ni siquiera
que la desagregación de ese magnífico crecimiento del 3,5% que la economía española ha
tenido entre 1997 y el 2006 indique que se ha producido en subsectores de bajo valor añadido,
que así ha sido; lo peor de todo, lo realmente trágico, es que el modelo económico español
está totalmente agotado. Ustedes lo han leído en lacartadelabolsa.com, cuando, a quienes lo
decíamos, muchos nos tachaban de demagogos. Ahora lo está diciendo la OCDE.
Los historiadores, en el futuro, lo analizarán y lo explicarán en términos científicos, yo voy a
decirlo en términos coloquiales. España, a partir de 1994/1995, empezó a estar de moda; el
motivo lo ignoro, de verdad, pero fue así. La inversión creció, los negocios fueron a más, vino
gente, hubo posibilidades. Cierto que el ajuste fino indicaba que a medio plazo los
desequilibrios e inconsistencias que se estaban creando apuntaban a una colisión y que la
calidad del crecimiento español era muy pobre, pero nadie quiso ver eso; por ello el Sr. José
María Aznar tuvo razón: «España va bien». España se benefició de esa moda, y España fue
bien. Y, aunque por distintas razones, los países de nuestro entorno fueron bien, España, por
ello, fue, aún, «más bien».
Pero eso se está acabando, para España y para todos, pero para España más porque
contó con un turbo con el que los demás no contaron: la moda. España ha sido guay, chuli, in;
España «ha molado»; repito que ignoro el motivo, pero, por las razones que haya sido, eso se
ha acabado. Flor de un día o de un decenio, pero se acabó, y ahora viene el descenso;
descenso que, debido a los motivos que provocaron la subida, será mucho más duro que el
que sufrirán los demás.
¿Pueden imaginarse lo que significa para España —la matización es fundamental— un
crecimiento del 1,3%? (Y, entre nosotros, yo creo que lo que viene será peor de lo que se dice
y que la caída comenzará mucho antes de lo que dice la OCDE.) Pero para el gobierno y para
otros, España continúa yendo bien. (Y por favor, Señores de la Oposición, cuando lancen las
flechas que lanzan, recuerden que ustedes son tan responsables de lo que va a pasar como
las/los destinatarias/os hacia quienes Uds. lanzan sus flechas.)


ESPAÑA NO VA BIEN
[«España está sentada sobre un barril de pólvora.»]
Jueves, 29 de marzo
Declaraciones pueden hacerse muchas, pero todas tienen consecuencias.
Recientemente, el director general del Banco de España, el Sr. José Luis Malo de Molina,
realizó, en unas jornadas organizadas por la Asociación para el Progreso de la Dirección, unas
declaraciones que, como poco, cabe calificar de sorprendentes, toda vez que el banco central
español cuenta con uno de los servicios de estudios mejores del Reino; con el mejor,
posiblemente.
El director general dijo que los problemas hipotecarios acontecidos en USA afectan muy
poco a España debido a que las familias españolas cuentan con solidez patrimonial por el alto
valor que han alcanzado sus viviendas; más aún, calificó de «holgadas» las condiciones
financieras para las familias debido a que, entre otras cosas, medida sobre la renta disponible,
la deuda de las familias españolas es menor que la de las familias de otros países europeos.
Como parto de la base de que quienes trabajan en el Banco de España son profesionales de
bandera, tengo que llegar, desafortunadamente, a la conclusión de que, a instancias más
elevadas, existe cierto interés por desinformar a la opinión pública en relación a lo que, de
verdad, está sucediendo en el Reino.
España está sentada sobre un barril de pólvora que es mayor que el barril sobre el que
otros países también están sentados. España está haciendo crecer su PIB a base de emplear
—en las condiciones que sea, que eso ahora no importa— a personas a las que, después, se
les permitirá endeudarse y, así, consumir: pisos, automóviles o preservativos de colores. Gran
parte de los dineros que reciben quienes se endeudan proceden del exterior del Reino, y gran
parte de las cosas que las/los españoles consumen proceden, también, del exterior; pero,
además, gran parte de la tecnología que España utiliza para producir eso que quienes se
endeudan consumen, también procede del exterior.
El resultado de todo eso es una economía con una bajísima productividad y con una
tendencia de la misma estancada; deficitaria; con carencias infraestructurales y sociales; y
cargada de unos inmigrantes que, en su gran mayoría, están ocupados en subsectores
generadores de bajo valor añadido (como gran parte de la población ocupada española), es
decir, con remuneraciones bajas pero que van tirando porque, de momento, no están entrando
en colusión con la oferta de trabajo nativa. Es decir, gran parte de ese PIB español —que por
volumen es el octavo del planeta— está basado en una bola que ha ido creciendo a medida
que se ha ido deslizando por una pendiente. El problema es que, físicamente, la capacidad de
esa bola para descender tiene un límite, y ya hemos llegado a él.
Si una familia adquirió como residencia una vivienda hace X años —vivienda que todavía
está pagando— y el mercado dice que el valor de esa vivienda se ha incrementado en un
600%, la familia podrá hacer muchas cosas con ese 600%, pero no por ello será más rica, a
no ser que enajene su vivienda. La familia podrá creer que es más rica, y rehipotecarse, pero
como le falle el empleo a alguno de sus miembros —o a dos de ellos—, ¿qué demonios hará
con ese 600%? ¿Ponerla a la venta en un mercado a la baja e irse a vivir debajo de un puente?
Desde hace quince años no cesan de decirnos que España va bien, y España no va bien.
De hecho, desde que España fue inventada en el siglo XV, nunca ha ido realmente bien.
¿Cuándo vamos a admitirlo?
Y cuando tras las vacaciones de verano sea perceptible que las cosas empiezan a ir

realmente mal, ¿qué nos contarán entonces?


Jueves, 26 de abril
El pasado día 11 de abril la presidenta de Banesto presentó los resultados de la entidad.
Y la verdad, es interesante leer lo que la Sra. Botín dijo en su carta de la presidenta a los
accionistas (jamás se feminiza esta figura, ¿por qué?); si no lo han hecho ya, pueden leerla
aquí:
http://www.banesto.es/CsAppsExp/Portales/WebCorporativa/MinisiteBanesto2006/pdf/informe/00_Yo, de todo lo que se cuenta en la carta, me quedo con dos datos (datos que no se dicen,
pero que es sencillísimo elaborar). Un dato: a último día de marzo, el banco tuvo un aumento
del 50,4% en el monto de créditos incobrables, es decir, esos que hay que sacar del activo y
meter en el pasivo; otro: en el primer trimestre del 2007, en la entidad financiera a la que nos
estamos refiriendo, la morosidad se incrementó el 79,06%. La Sra. Botín dijo que las cifras no
eran preocupantes, y no, en cuanto a cifras puras y duras no lo son, pero yo me quedo con los
porcentajes: estarán de acuerdo conmigo en que las tasas de aumento son espectaculares.
Periódicamente —y mientras leía la carta de la Sra. Botín sucedió—, me acuerdo de las
palabras que en una ocasión, hace años, cuando todo bicho viviente en el Reino proclamaba lo
bien que iba España, pronunció una de las personas con más visión en este país, el Sr. Jaime
Caruana. Dijo el anterior gobernador del Banco de España que el peligro real de la vorágine
crediticia que en el Reino se estaba concediendo radicaba, fundamentalmente, en el empleo;
es decir, mientras una mayoría de la gente estuviese ocupada (dejando de lado cómo lo
estuviese), las cosas marcharían más o menos rectas porque la rueda continuaría girando,
pero a la que el empleo comenzase a flaquear..., ¡Dios nos cogiese confesados!
La Sra. Botín, en su intervención, introdujo el componente del empleo, con vaselina,
naturalmente, pero lo introdujo, porque, ¿qué sucederá cuando el desempleo empiece a
dispararse en España y/o los salarios medios empiecen a descender?
La oleada crediticia en la que España lleva embarcada desde hace diez años (Deuda de las
Familias españolas = PIB de España) se ha sustentado en dos supuestos, a mi modestísimo
modo de ver, suicidas. 1) Que las cosas en el Reino iban a continuar igual que en el momento
en que los créditos eran otorgados, y 2) que la Sra. o el Sr. X a quienes se les concedía el
crédito iban a seguir manteniendo sus ingresos —con los correspondientes incrementos,
naturalmente— durante todo el plazo de amortización del crédito que se les estaba
concediendo.
Simulaciones históricas apuntan a que un año actual equivale a doce años del siglo XIII, ¿por
qué?, pues porque hoy, en un año, acontece el conjunto de sucesos que en el siglo XIII ocurría
en doce años (yo creo que más, pero bueno). Creer en el 2005 que en el 2025 la persona que
tienes enfrente va a tener una posición patrimonial-familiar-profesional semejante a la que tiene
en el 2005 es absurdo, al igual que lo es creer que en el 2025 la economía del Reino va a
continuar yendo igual que como ahora va. Se ha supuesto eso porque era conveniente
suponerlo, porque, si no, la rueda no hubiese continuado girando.
Ahí, y no en otra parte, está el fundamento del «España, ¡va bien!», del «España, ¡va más
que bien!», y del «La economía española está imparable». Que nadie lo olvide cuando la rueda
empiece a detenerse.


28 DE MARZO
[«El presidente de la Reserva Federal no dijo que estamos a las puertas de una crisis (...) dijo —no sólo vino a decir—
que una crisis es inevitable; sí, así como suena: i-ne-vi-ta-ble.»]
Martes, 8 de mayo
El pasado 28 de marzo, Mr. Ben Bernanke compareció ante el Comité Económico del
Congreso USA.
No voy a repetir lo que el presidente de la FED dijo porque ustedes lo conocerán. Lo que sí
voy a hacer es, partiendo de lo que el superbanquero dijo, entrar a comentar un aspecto que
prácticamente no se tiene en consideración en nuestro mundo actual.
En nuestro mundo actual, y desde hace un par de milenios, la forma de operar de los
humanos se basa en lo que se dice que se piensa o se va a hacer, teniendo en cuenta que se
está pensando otra cosa y que, con toda naturalidad, va a hacerse otra; pero lo mejor de todo
es que aunque se haga algo muy distinto a lo que en un principio se pensaba o se decía que
iba a hacerse, esta forma de actuación apenas levanta polémicas ni críticas porque, o bien
queda implícitamente justificada, o bien lo que se dijo que iba a hacerse sirve para cubrir lo que
efectivamente se ha hecho, de tal modo que eso que se ha hecho es aceptado como algo
lógico, evidente o inevitable. Analicen la historia: prácticamente desde hace dos mil años, eso
ha sido así.
El presidente de la Reserva Federal no dijo que estamos a las puertas de una crisis, ni él ni
nadie lo dice, pero, sin decirlo, dijo —no sólo vino a decir— que una crisis es inevitable; sí, así
como suena: i-ne-vi-ta-ble.
Desde que el Modelo de Oferta fue puesto en funcionamiento en 1979, la bestia parda a
batir es la inflación; ése es el principal y último objetivo de todo lo que los responsables
económicos hacen do quiera que estén (hoy ha caído un poco esa obsesión, pero es porque,
en gran medida, el objetivo ha sido conseguido; ¿se han dado cuenta de que en rarísimas
ocasiones se intenta llegar al fondo de los motivos últimos de la inflación?). En consecuencia y
en este caso —pudiera ser otro— Mr. Bernanke se centrará en reducir la inflación existente e
impedir su incremento; obsesivamente, por encima de todo, contra viento y marea.
Pero claro, nuestro sistema económico se sustenta en un «más para más con más». Si los
tipos de interés crecen, eso frenaría el consumo de todo, lo que afectará al empleo y producirá
impagos de las cuotas crediticias de todo tipo de créditos, tanto de los demandados por las
familias como de los demandados por las empresas, y ello en un escenario de
hiperendeudamiento y de hiperespeculación. Insisto, la situación ha llegado al punto que lo ha
hecho porque en el modelo que se ha estado aplicando era inimaginable que se hiciera de otro
modo porque no podía hacerse de otro modo.
La crisis que se aproxima y que estamos viendo llegar, por tanto, es inevitable: no hay nada
que, en base al manual del actual modelo, pueda hacerse para evitarla, absolutamente nada.
Mr. Bernanke lo sabe, pero, a la vez, va a hacer lo que va a hacer —mantener los tipos,
primero; reducirlos, más tarde— porque no puede hacer otra cosa, porque en el manual nada
alternativo está escrito en cuanto a lo que tiene que hacer Él y todos quienes como él se
ocupan de esos asuntos.
Es así; y no hay más.


LOS PRECIOS DE LA VIVIENDA
La que viene debería compararse con lo que sucedió a partir de 1929, es decir, con lo ocurrido durante la Gran
Depresión.»]
Martes, 15 de mayo
Lo que sigue es un comentario de texto, como en el cole.
El diario El País, en su edición del 26 de abril, publicó en su pág. 89 un artículo muy bueno;
se lo recomiendo. Su autor, Guillermo de la Dehesa, es una persona que siempre realiza unos
muy estructurados análisis que concluye en esquematizadas conclusiones; leer lo que escribe
Guillermo de la Dehesa es un placer. El título de tal artículo es un bombazo: «¿Qué pasará
cuando los precios de la vivienda empiecen a caer?».
Partiendo de un estudio realizado por el FMI en el 2003, el autor pasa revista a la situación
existente en España en el ámbito de la vivienda y la compara con lo que está sucediendo en la
UE. Vale la pena resaltar que, tal y como explicita en el título, el autor da por supuesto que los
precios de la vivienda van a caer, pero, y ya entramos en sus conclusiones, dice que esa caída
puede venir compensada por una serie de factores. Vamos a centrarnos es esto.
Las conclusiones, en base a lo razonado, son de una lógica aplastante; sin embargo,
pienso que se basan en supuestos que no son, insisto, pienso, ni inevitables, ni evidentes. En el
texto, implícitamente, se supone que la actividad económica en general va a continuar, más o
menos, como hasta ahora, y que la tasa de ocupación del factor trabajo va a seguir siendo
semejante a la actual, por lo que ni la demanda de créditos hipotecarios se hundirá, ni tampoco
lo hará la demanda de viviendas; en este esquema son fundamentales dos aspectos: la
demanda que, aunque puede que en menor medida, continuará generando la población
inmigrada, y la demanda que la población jubilada europea seguirá creando.
A mi modo de ver, la caída de los precios de la vivienda que va a producirse en España —y
en otros países— no debería compararse con los pinchazos de las catorce burbujas ocurridas
entre 1970 y el 2001 y que el FMI analiza en su estudio; la que viene debería compararse con
lo que sucedió a partir de 1929, es decir, con lo ocurrido durante la Gran Depresión.
El tema de la vivienda —la popular, las segundas residencias— evidentemente que está
vinculado con el nivel de los tipos de interés, pero, con lo que fundamentalmente está vinculado
es con la ocupación del factor trabajo. A una persona de a pie, a una familia que va a contratar
un crédito hipotecario, le importa un bledo el nivel de los tipos de interés, lo que le importa es
lo que va a tener que pagar cada mes; y cuando ya ha contratado su crédito hipotecario y lo
está pagando, que los tipos suban dos décimas o una, le continúa importando un bledo, lo que
le preocupa es cuánto más va a tener que pagar.
Lo que como cuota mensual del crédito hipotecario paga una persona o una familia, es un
porcentaje de sus ingresos mensuales, ingresos que, en la inmensa mayoría de las ocasiones,
proceden en su práctica totalidad de los salarios que la persona o los miembros ocupados de
la familia perciben, salarios que, no lo olvidemos, pueden ser percibidos en «blanco» o en
«negro». El color de los ingresos personales o familiares importará en muchos ámbitos, pero
en nada influye en el destino de la pasta que cada persona o familia percibe mensualmente ya
que, sea blanca o negra, esa pasta va a ser gastada, por ejemplo, en el pago de la cuota del
crédito hipotecario y, fundamentalmente, en pagar otras deudas que la persona o la familia
pueda o puedan tener. En resumen, el montaje «vivienda-hipoteca-pago» se sustenta, casi en
su totalidad, en el binomio «ocupación-salario».
Cuando en el 2008 la actividad económica comience a desacelerarse de forma evidente —
lo que en el 2009 será generalizado—, la tasa de ocupación caerá, tanto la blanca, como la
negra; con lo que caerán los ingresos familiares, los blancos y los negros. La morosidad,
primero, y los impagos, después, de las cuotas hipotecarias mensuales que personas y
familias han de pagar, aumentará; además, parte de los tres millones de viviendas vacías que
hay en España saldrán al mercado, viviendas que se unirán al stock de viviendas nuevas que
las promotoras no podrán vender debido a la caída de la actividad económica; y, además, al
pasar a estar desempleadas —total o parcialmente— personas y familias que antes estaban
ocupadas, intentarán vender primeras y/o segundas residencias cuyas cuotas hipotecarias
mensuales ya no podrán pagar, así como primeras y/o segundas residencias que ya tengan
pagadas pero infrautilizadas o desocupadas, lo que aún inflará más el stock de viviendas a la
venta.
En una situación como ésa —que será mundial, no sólo española, aunque España, por su
modelo productivo, será uno de los países que más sufrirá la crisis— los tipos de interés se
hundirán, pero poco importará a una persona o a una familia el hecho de que tenga que pagar
al mes cien euros menos si no puede pagar cantidad alguna; y poco importará a las
constructoras que su financiación se haya abaratado si nadie va a poder comprar las nuevas
viviendas que pudieran construir, y mucho menos una población inmigrante que va a ser la
primera en perder su empleo debido a que es en la construcción el subsector donde en gran
medida ésta está empleada. (Si una familia no puede pagar su hipoteca, ¿se imaginan qué va
a suceder con el servicio doméstico, otro de los subsectores que mayormente absorbe a la
población inmigrada?, ¿o con la hostelería, otro gran absorbedor de empleo foráneo?)
Pienso que, hasta el 2010, los precios de la vivienda se van a mover poco. En el 2009
bajarán, pero poco. Sin embargo, a partir del cambio de década se van a hundir hasta las
profundidades más profundas..., ¡y la actividad inmobiliaria se paralizará! Y lo hará
independientemente del nivel de los tipos de interés.
«Tal vez sí, tal vez no», pensarán ustedes. Cierto, pero convendrán conmigo que falta muy
poco para comprobarlo.


SISTEMA FISCAL
[«La tasa de pobreza en España continúa congelada en el 18/20% de la población; hoy, igual que en 1982.»]
Viernes, 8 de junio
Lean lo que sigue.
«Los impuestos indirectos son los que, en relación a las rentas percibidas, gravan
proporcionalmente más a las clases medias y trabajadoras.»
«Es muy posible que los impuestos indirectos graven la renta de la sociedad española con
desigualdad. No disponemos hoy, sin embargo, de estudios de presupuestos familiares que
nos demuestren la índole de la distribución de la carga tributaria y, por lo tanto, no se puede
pronunciar un veredicto firme sobre la regresividad de la imposición indirecta. Lo cual no quiere
decir que no exista. Ahora bien, también es claro que el camino de la justicia es más corto y
realizable a través de la imposición directa y que la imposición indirecta tiene problemas
mayores que los de su regresividad.»
Ambas citas están extraídas de la 5.ª edición de la obra Estructura económica de España
publicada por la ya extinta Guadiana de Publicaciones en 1970. La primera cita fue escrita por
su autor, Ramón Tamames, en relación al sistema fiscal español, y figura en la página 692 de
esa edición. La segunda, una frase de Enrique Fuentes Quintana, la incluyó Tamames a fin de
ilustrar sus análisis y corresponde a la nota 18, y también figura en la misma página, al pie.
Claro, se argumentará que eran otros tiempos, y que a otros tiempos, otro lenguaje. Pero,
yendo más allá, ¿qué había, qué hay de cierto en esas citas?
El Sistema Fiscal no tiene hoy el mismo valor, ni juega hoy el mismo papel que el que tenía
y jugaba hace 37 años. Entonces, «los impuestos» servían para llevar a cabo una política
redistributiva de la que ya nadie habla (¿cuánto tiempo hace que no leían este término?)
porque ya no está de moda redistribuir. Antes, el objetivo era reducir las diferencias entre las
rentas más altas y las más bajas —entre la clase alta y la baja—, y para eso estaban los
impuestos, los directos, claro: que los ricos pagasen mucho más que los pobres a fin de que el
Estado hiciese el trasvase, un trasvase que, si no, nadie haría.
En el Reino, el PSOE, en su primer periodo en el gobierno (1982-1996), inventó otra cosa.
Había llegado al ejecutivo en un momento en que los impuestos directos tendían a la baja
porque «distorsionaban» la actividad económica. El PSOE puso en marcha una política de
gasto público sin base fiscal, es decir, dio a los pobres sin quitar a los ricos, y la consecuencia
fue un déficit fuera de madre.
Luego llegó la Reforma Rato y la bajada de impuestos sobre las rentas de capital, y la
ganancia progresiva del peso de la imposición indirecta, y el modelo español: construcción y
endeudamiento. Pero la tasa de pobreza en España continúa congelada en el 18/20% de la
población; hoy, igual que en 1982.
Las citas con las que comenzaba este texto, ¿pertenecen a un discurso superado,
cumplieron su función de discurso conveniente, o es que nunca llegó a aplicarse su trasfondo
porque era —y es— inconveniente?
(En recuerdo del profesor Fuentes Quintana.)
MUNDO INMOBILIARIO
[«Hoy, está oficialmente admitido, los precios de la vivienda en España están inflados el 30%; pero es que, en realidad,
lo están mucho más.»]
Lunes, 11 de junio
Casi nunca las cosas son como parecen, aunque, a veces, son como son.
Como ustedes sabrán, entre los días 28 y 30 del pasado mes de mayo se celebró la
Conferencia Inmobiliaria de Madrid 2007, en el marco de la novena edición del Salón
Inmobiliario, lugar elegido por la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (ASPRIMA)
para presentar la edición del 2007 del Estudio Planner-Asprima.
El resumen del resumen del estudio es el siguiente. En el 2007, incremento medio del 3%
en el precio de la vivienda, aumento del 0% en el 2008, y, en el 2009, alza del 1%, lo que
equivale, en términos reales, a un estancamiento de ese precio en el año en curso, y a
decrementos durante los dos próximos años. El estudio dice que la menor demanda se
acercará a la menor oferta (200.000 viviendas menos a construir), pero que la demanda se
halla garantizada por la de la inmigración y por los jóvenes vía hipotecas a plazos más largos.
Leyendo la reseña cuyo link más arriba les incluyo, llego a la conclusión de que lo
manifestado por ASPRIMA es más un deseo que una prospección; un «sería deseable, nos
gustaría» que un «eso es lo que va a pasar». Pienso que las cosas no van a ir como la
Asociación dice; muy al contrario, pienso que van a ir infinitamente peor.
Hace tres años, un estudio de The Economist apuntó que los precios de la vivienda en el
Reino podían estar sobrevalorados un 30%; aquí, en el Reino, muchas/os se rieron. Hoy, está
oficialmente admitido que los precios de la vivienda en España están inflados el 30%; pero es
que, en realidad, lo están mucho más.
El Sistema Capitalista demostró en los años 80 que el precio de algo, de lo que sea, no es
función de sus costes de producción ni de la interacción entre oferta y demanda, sino de lo que
los posibles compradores estén dispuestos a pagar por ese algo; y el precio que los posibles
compradores están dispuestos a pagar por algo es función, únicamente, de la capacidad de
endeudamiento que alguien les conceda. Juntémoslo todo.
En la mayoría de los países desarrollados, en general, y en algunos en particular —en el
nuestro, entre éstos— y desde hace dieciséis años (el plazo varía según los países) a la
población se le ha permitido endeudarse sin límite y a un nivel que nada tenía que ver ni con su
renta del momento, ni con su capacidad de generación de PIB, ni presente, ni futura; lo que ha
creado una esfera que ha ido aumentando de tamaño a medida que descendía por la
pendiente del tiempo.
Se ha invertido; se ha creado empleo (fundamentalmente inmigrante); el consumo —de
todo, de viviendas también— se ha disparado; la riqueza, medida en términos de las
variaciones de valor de los activos, ha crecido, lo que ha posibilitado mayores endeudamientos;
el PIB ha subido. Pero es un PIB con pago aplazado y sostenido por la realimentación de esa
esfera que descendía por la pendiente.
El «efecto esfera» no es nuevo. La historia muestra que, con otras fuerzas de cohesión,
otros efectos esfera se han producido con anterioridad, por ejemplo, en los años 20; pero el
actual tiene dos características especiales: el gigantesco volumen de pasta que, procedente
de mil y un lugares del planeta, se halla involucrado en dicha esfera, y el inmenso número de
personas atrapadas, de una u otra manera, en el sólido descendente.
Pienso que el estudio de ASPRIMA se equivoca. Los descensos de precios que van a
producirse en los activos inmobiliarios van a ser muchísimo más elevados de lo que afirma el
estudio, incluso van a ser muchísimo mayores que lo que apuntó The Economist. ¿Cuánto?,
pues la diferencia entre el precio asignado en función de lo que el mercado estaba dispuesto a
pagar en función de la capacidad de endeudamiento permitida, y la renta real que las posibles
compradoras y los posibles compradores dispondrán en un escenario regresivo, a la baja y
agotado; esta diferencia se verá incrementada, en España, por el aumento de oferta que se
producirá cuando salgan al mercado los tres millones de viviendas vacías que, a día de la
fecha, existen en el Reino.
Estoy convencido de que en el 2010/2011, quienes puedan poner pasta contante y sonante
encima de la mesa, van a poder comprar lo que quieran al precio que quieran, porque la
demanda se va a hundir en un entorno de crisis generalizada en el que la actividad va a estar a
la baja durante un número apreciable de años. ¿Qué dicen? ¿Que es una afirmación muy
arriesgada? Bueno, falta poco para comprobarlo; pero recuerden esto: van a ser testigos de
cómo, desde ahora al 2010, las previsiones y los estudios van a ir pintando una situación
crecientemente peor, de tal modo que lo que hoy parece malo mañana será recordado como
bueno.
«Bien está lo que bien acaba», dice el título de la obra de Shakespeare, pero lo que no
está bien, tiene un mal acabar, ¿verdad?

DEUDA, DEUDA Y DEUDA
[«Esa esfera iba dejando un rastro de deuda (...) que, alguna vez, tendrá que pagarse (...) pero si no se paga ya se sabe
lo que va a suceder, ¿o no?»]

Jueves, 5 de julio
Cuánta deuda, ¿no?
¿Se han dado cuenta de que la deuda es hoy el elemento más fundamental que podemos
encontrar en el panorama económico planetario? Cuatro ejemplos.
1. En la pasada cumbre del G-8, el presidente del FMI, el Dr. Rodrigo Rato, alertó sobre
los posibles problemas que en el próximo futuro podía representar la oleada de
absorciones que actualmente se están realizando, absorciones que, en un gran número
de casos, se realizan a base de endeudamiento. El peligro, fundamentalmente, se
presentaría si se produjesen aumentos en los tipos de interés, al dificultar a los
deudores el pago de su deuda.
2. Muy recientemente, el Consejo Económico y Social del Reino, el CES, alertó de la
continuada caída que está experimentando el peso de los salarios en el PIB, caída que
en gran medida se halla vinculada a un doble fenómeno: el bajo aumento nominal de la
remuneración del factor trabajo y los bajos salarios percibidos por la inmigración
contratada al margen de la negociación colectiva. Pero, claro está, esas trabajadoras y
esos trabajadores tienen acceso al crédito, por lo que se endeudan.
3. En el recientemente celebrado Salón del Automóvil de Barcelona, el director general de
Nissan España, el Sr. José Vicente de los Mozos, pintó un panorama inquietante en
relación al futuro de la división española de la marca japonesa: o la planta rebaja
costes, o pasarán cosas, cosas feas, porque no se fabricarán en España nuevos
modelos. Esas cosas feas pasan por reducciones de plantilla, una plantilla que ya está
endeudada y que va a continuar endeudándose.
4. El último Anuario Sociolaboral publicado por la sección catalana del sindicato UGT pinta
un panorama muy negro en relación a los salarios obtenidos por las trabajadoras y por
los trabajadores de Catalunya, una región que genera el 19% del PIB del Reino. Así, en
esta comunidad y en el 2004, el incremento salarial medio real habido fue del 0%, y el
aumento real medio de los salarios en el 2005 fue del –0,1%. Pero hay más. Mientras
que en el primero de los años citados el 10,7% de las trabajadoras y de los
trabajadores percibían un salario por debajo del 60% del salario medio, en el 2005 ese
porcentaje de trabajadoras y de trabajadores se situó en el 13,6%.
Juntemos todo. Las empresas cada vez están más endeudadas, bien por necesidades
productivas, bien para crecer a base de absorber a otras compañías. A la vez, las compañías
—todas las compañías de todas las regiones de todo el planeta— buscan reducciones de
costes a fin de mejorar su competitividad, lo que consiguen a base de mejorar su productividad
y/o de eliminar actividades; para lo primero recurren a endeudarse, de lo segundo pueden
derivarse, habitualmente, problemas a la hora de que personas físicas paguen sus deudas.
Cierto es que quien adquiere un yate de 35 metros no suele depender, para vivir, de un
salario aquilatado, pero la inmensa mayoría de las empresas no viven de fabricar yates de 35
metros, sino de fabricar bienes y de generar servicios que consumen personas corrientes,
personas corrientes que recurren al endeudamiento para consumir, endeudamiento que alguien
les ha concedido en base a una cierta seguridad de que van a poder hacer frente a dichas
deudas porque disponen de un empleo y de un salario.
Los tipos de interés pueden subir (lo harán un poco ahora, para después hundirse en un
pozo negro e insondable) pero el problema verdaderamente grave no es —sólo— ese aumento
temporal de los tipos sino las expectativas negativas que se van instalando en los cerebros de
las personas corrientes al ver que cada vez su salario da para menos y al percibir que su
empleo no es tan seguro como creían; percepción que ya tienen quienes les permitieron que se
endeudaran.
Es el tema del Efecto Esfera al que ya me he referido en otras ocasiones. Hemos creado
un tinglado que ha dado lugar a una esfera, el PIB, que ha ido creando cosas a medida que
descendía por la pendiente, pero a su paso, esa esfera iba dejando un rastro de deuda, deuda
que, alguna vez, tendrá que pagarse, o no; pero si no se paga ya se sabe lo que va a suceder,
¿o no?

2008
AL FIN - ENTRE SIGNOS DE ADMIRACIÓN
[«Nos hallamos ante una crisis sistémica.»]
Viernes, 25 de enero
Alguien que ha estado en Davos, en el WEF, dice que allí se dicen cosas interesantes.
George Soros, el hombre que expulsó la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo en
1992, es el personaje que dijo, en 1996, que «los mercados votan cada día, y obligan a los
gobiernos a adoptar medidas ciertamente impopulares, pero imprescindibles». Ese mismo
Soros fue quien ayer, en Davos, dijo algo que les sonará porque desde hace meses lo están
leyendo aquí.
Soros, a pesar de que suelen importarle un rábano las consecuencias que tiene decir lo que
él piensa —o, precisamente eso que a veces dice, lo dice para que pase lo que pasa cuando
lo dice—, fue, hace dos días, comedido en el Annual Meeting del World Economic Forum. Dijo
que podemos estar ante un fallo sistémico y que podemos estar adentrándonos en una crisis
que puede durar entre cuatro y diez años.
¡Al fin! ¡Al fin alguien habla públicamente de problemas del sistema! Claro, que con guantes
de encaje de Brujas, con sumísimo cuidado, con un tiento desmesurado. Puedo entenderlo,
pero la cosa no se queda ahí.
Nos hallamos ante una crisis sistémica porque el sistema —el Sistema— ya se ha agotado:
ha agotado su modo de funcionamiento, lo que se traduce en fallos que ponen al descubierto
que el modo de producción que le caracteriza ya no es el idóneo para el momento al que le ha
llevado su evolución. En otras palabras, ahora está sucediendo lo mismo que sucedió entre
1748 y 1762; de hecho, hoy «nos encontramos» en 1762, y estamos a punto de entrar en una
etapa en la que acontecerá el equivalente a lo que aconteció entre 1762 y 1777. Lo que pasa
es que, vivirlo, es duro.
A mediados del siglo XVIII el Sistema Mercantilista ya estaba agotado, y a mediados del
siglo XX, el Sistema Capitalista empezó a estarlo. Manteniendo los paralelismos históricos,
entre 1995 y el 2008 hemos estado definiendo la filosofía del nuevo sistema, y entre el 2009 y
el 2023 se diseñará la estructura del sistema que sucederá al actual con arreglo a la filosofía
que se haya definido. Y, ¡claro que se manifiestan fallos!; y, ¡claro que tendrá lugar una crisis!;
¿su duración?, como tal, entre el 2010 y el 2015, con una fase de precrisis, con subidas y
bajadas, con oscilaciones, con falsas promesas y falsas esperanzas y en la que se tomarán
medidas que de nada servirán, de dos años de duración: 2008 y 2009; y otra de tres años de
recuperación lenta y titubeante entre el 2015 y el 2018. En total once años de cambio; de
cambio, que no otra cosa es una crisis.
Los fallos que vemos: bajadas de tipos que de nada sirven, niveles de deuda fuera de toda
lógica, sobrerreacciones de los mercados, déficits absurdos, todo eso, y más, no son más que
las manifestaciones de los «fallos» del sistema; ¿por qué las comillas?, pues porque en el
fondo es lógico que se haga lo que se está haciendo y que se interprete lo que se está
interpretando, ya que, ¿qué otras cosas pueden hacerse e interpretarse en base a las reglas
de funcionamiento del sistema? Es decir, no es, repito, NO ES, que los hacedores de la
economía lo estén haciendo mal, ¡qué va! Están haciendo lo que el manual dice que ha de
hacerse, es decir, están haciendo lo que hay que hacer. El problema es que eso ya no
funciona porque el escenario en el que hoy nos estamos moviendo ya ha dejado de
corresponder al sistema en el que nos hemos estado moviendo: el sistema se está agotando y
el escenario está evolucionando, luego las medidas no sirven.
El gran problema es que de todo eso, esos hacedores sólo se van a dar cuenta en el 2010.
¿Porque son burros?, ¡no! Porque no pueden darse cuenta antes, debido a que están
involucrados en el sistema y porque el sistema debe completar su evolución; así ha sido en los
últimos dos milenios: pienso que es una serie cronológica suficientemente larga como para
inferir conclusiones, ¿no creen?
Harán bajar los tipos más, y más, y más. Se pondrán en marcha paquetes de medidas
como el que se va a poner en marcha en USA. Al principio se intentará coordinar medidas
(curioso el lema de Davos de este año: The Power of Collaborative Innovation) para, luego,
pasar a cara de perro conforme los problemas vayan aumentando. Se dirán maravillosas
maravillas de los BRIC. Las Bolsas subirán, para, después, bajar, y para volver a subir y volver
a bajar. Pero todo esto, todas estas medidas que se tomarán, todas las palabras que se
pronunciarán, se tomarán y se pronunciarán con auténtica honradez y en la creencia de que
serán la solución definitiva y el bálsamo reparador..., sin embargo, todo eso no va a servir
absolutamente para nada, ¡porque las transiciones sistémicas hay que vivirlas y las crisis
sistémicas hay que pasarlas! Porque son inevitables.
Y cuanto antes nos demos cuenta, mejor, porque antes podremos empezar a prepararnos.

SPANISH SUBPRIME
[«En el Reino, el monto global y el número de las Spanish Subprime es monstruoso.»]
Jueves, 14 de febrero
No, no se me alboroten: ¡no voy a revelar ninguna primicia!
En relación a este permiso que la banca española ha solicitado al BdE para «jugar» (no lo
digo con segundas, de verdad) con las cédulas hipotecarias, me he formulado a mí mismo una
pregunta.
Las instituciones financieras españolas han dicho, por activa y por pasiva, una vez, otra, y
doscientas más, que no tienen hipotecas subprime, y yo me lo creo; de verdad, de verdad de
la buena, pero hay una estadística que no tengo y que me gustaría tener. Me gustaría
disponer de una tabla con seis columnas. En la primera columna de la izquierda, los nombres
de las instituciones financieras españolas; en las otras cinco, la suma de las deudas
hipotecarias agrupadas por fracciones de 1/5, en función de la parte que de sus ingresos
mensuales los deudores han de dedicar a satisfacer la cuota de su hipoteca.
Es decir una tabla de este tipo: «Institución Financiera XXXX»; de todos los créditos
hipotecarios concedidos, el M% lo están a prestatarias/os que han de dedicar el 20%, o
menos, de sus ingresos mensuales a pagar su cuota hipotecaria; el N% a gente que ha de
dedicar entre el 20% y el 40%; el P% entre el 40% y el 60%; el Q% entre el 60% y el 80% y el
R%, más del 80%. ¿Sí? Pues bien, imagínense que tienen delante de ustedes esa estadística.
¿Me podrían decir, por favor, qué nombre les pondrían a las hipotecas cuyas/os contratantes
han de dedicar más del 40% de sus ingresos mensuales a satisfacerlas? Yo les he puesto uno:
Spanish Subprime, pero no lo he patentado.
Luego, haría otra estadística igual para el «resto de deudas». De la suma de las dos ya me
encargaría yo.
Insisto: yo no he visto esas estadísticas, pero estoy tan convencido de que existen como lo
estoy de que ahora ustedes están leyendo estas líneas. Si ustedes fuesen CEOs (no existe el
femenino) de una institución financiera, ¿no querrían conocer esas cifras referidas a su
entidad? (y las de las otras entidades, claro: información).
Bien, pues lo que yo pienso —y continuaré pensando mientras nadie me demuestre lo
contrario— es que en el Reino, el monto global y el número de las Spanish Subprime es
monstruoso, y las instituciones financieras españolas lo saben (y quienes tienen que saberlo
fuera de España, también). De momento, mientras las cosas «han ido bien»: crédito a
mansalva, tarjetas de quita y pon, ladrillo, etc., etc., ha habido empleo (no profundicemos en la
calidad ni en la productividad que generaba) y las cosas han ido para adelante, pero ahora,
cuando la esfera se está deteniendo y el empleo va a caer —El bueno, el feo y el malo
(Sergio Leone, 1966)—, las cosas van a ponerse muy complicadas y las Spanish Subprime
van a salir a la luz. ¿El tema de las cédulas hipotecarias?, ¿el aval (¿lo es?) de Warren Buffett
a la española?
Una de las razones por las que hoy hemos llegado a donde hemos llegado es porque nos
hemos creído que algo, material o inmaterial, tangible o intangible, valía lo que nos estaban
diciendo que valía; no porque seamos especialmente imbéciles, sino porque nos ha convenido
creer que valía lo que nos estaban diciendo; y, ¿por qué?, pues porque si nos lo creíamos, eso
nos permitía vender ese algo —cualquier algo— a un precio superior, pedir un crédito con ese
algo como garantía, crear papeles con ese algo como garantía y hacer cosas con esos
papeles, etc., etc. Y, bueno, ha sido como aquel ligue en el que ambos aceptan el juego y del
que, al acabar, se piensa: «Estuvo bien mientras duró».
Se acabó, pero va a tener consecuencias, fuertes, profundas, porque afectarán al sistema,
y da igual que se continúe inyectando liquidez, que se reduzcan los tipos, que Mr. Warren
Buffett garantice cosas, que en el Reino se interprete más flexiblemente una ley en relación
con las cédulas hipotecarias o que, de momento, en USA, se dé un plazo de carencia —30
días, ¡dos eternidades!— a los morosos. Se nos está creando un escenario ficticio a fin de que
nos vayamos dando cuenta de que esto se acaba. Y cada vez más gente se está dando
cuenta.
Ayer recibí un mail de una amiga; es joven, está en primer curso de Arquitectura, en la
Politécnica de una de las ciudades españolas con una de las rentas per cápita más elevadas
del Reino. En una de las frases de su mail me decía literalmente: «Lo de la crisis, ya me había
dado cuenta, no hacen más que hablar del tema, pero de lo poco que he escuchado me
parece que tampoco le dan demasiada importancia». Mi amiga no es economista, y es joven,
pero ha percibido dos cosas: 1) de la situación económica se habla mucho, y 2) no se le da
demasiada importancia. Es decir la gente, en la calle, en todos los lugares de la calle, habla
mucho, pero esa misma gente no le da demasiada importancia porque necesita creer que
alguien, al final, va a arreglar las cosas.
Siempre estamos creyendo en algo, porque siempre estamos necesitando creer en algo.
¡Cuando se vea que aquello en lo que se estuvo creyendo no eran más que oropeles y celofán!
¡Otro Lagavulin, por favor!
(Mientras nos lo tomamos leemos, en Bloomberg: «Global Confidence Weakens for Third
Month on Slowdown», aquí: http://www.bloomberg.com/apps/news?
pid=20601087&sid=azT6ZOI.fOmw&refer=home.)

APUNTES A MANO ALZADA
[«¡Por fin alguien lo ha dicho! Warren Buffett: la economía USA está en recesión.»]
Miércoles, 5 de marzo
Varias cosas (vinculadas, claro).
1. El debate del lunes: ganó, ¿quién? ¿Por qué no se dice de una vez?: ¡perdieron los
dos!, lo mismo que en el del lunes anterior. Ya lo dijimos: ¿cuál es el principal problema
que desde hace años (muchisísimos) arrastra la economía española? ¡Ése! La
productividad: patética, mortecina, macilenta, moribunda, cadavérica; pero ni uno ni
otro, ni un lunes ni el otro, los candidatos rozaron, siquiera, ese problema. ¿Será por la
misma razón que me dio un superpolítico del Reino cuando le pregunté por el motivo por
el que los políticos nunca hablaban de la productividad? ¿Cómo dicen? ¿Que qué me
respondió?, pues que no lo hacían porque «la gente no entendía cosas tan complicadas
como ésa».
2. No es novedad: el subsector de la construcción (25% de PIB directa e indirectamente,
2,5 empleos por piso construido), se hunde, y ahora se está empezando a decir la razón
(se sabía, pero no se decía): ese subsector (otros también, pero ahora estamos con
ése) ha estado viviendo de la deuda. Con lo que me dejan haré..., que venderé por...,
¡lo que hará que las acciones de mi compañía aumenten su valor! Por lo que tendrá más
crédito para..., con lo que haré... Paralela, solapadamente, a la gente, a la población —
¡¡¡al votante!!! (tres signos de admiración; se lo merece: en los exámenes de excepción,
que no excepcionales, cuando los corrijo, también pongo tres signos de admiración)—
se le ha dejado, permitido, concedido, consentido, que se endeude lo necesario para
que consumiera lo necesario. Se acabó; se acabaron las dos cosas. Y el subsector de
la construcción se hunde y las economías domésticas se hunden también; bueno, no, ya
están hundidas: las dos.
3. ¡Esto sí que es bueno!: las ventas de automóviles descienden porque los tipos de
interés suben (o no bajan). Como en el anuncio: ¡Noooooooooooo! A la gente, a la
población, al votante, le importan un rábano los tipos de interés (hagan la prueba:
salgan a la calle y pregunten a la gente: «Perdone, ¿sabe Ud. cuál es el tipo de interés
que cobran los bancos por los créditos?», así, a lo bestia. De cada diez respuestas,
sólo una será correcta). ¿Es que nadie se da cuenta de que a la gente, a la población,
al votante, lo único que le interesa es tener pasta para pagar lo que quiere adquirir?
Pasta: billetes en el bolsillo, saldo en el plástico y capacidad para meter más deuda en
el cofre de los débitos. ¿Los tipos de interés?, nada: para quienes consumen, cosas
raras.
4. Porsche desea hacerse con el control de Volkswagen. ¿Se imaginan que hará cuando lo
tenga?
5. Nos vamos acercando: el servicio de estudios del Santander ha reelaborado sus
previsiones de crecimiento de la economía del Reino para el 2008: 2,4%; 1,9% al final
del año. Será menos: en febrero volvió a crecer el desempleo. En Catalunya, el 23 de
abril, se celebra Sant Jordi; no es festivo, pero la gente sale, los amados regalan una
rosa roja a sus amadas (ésa es la teoría) y las amadas regalan un libro a sus amados
(otra teoría); como deducirán, las floristerías y las librerías hacen su agosto. Me
comentaba el pasado sábado una amiga, propietaria de una librería, que tenía el
presentimiento, la sensación, de que el próximo: el de este año, iba a ser el último Sant
Jordi bueno; automáticamente recordé lo que antes de Navidad me dijo mi colega de la
Facultad: que le daba la sensación como si las que iban a venir fuesen a ser las últimas
Navidades. Eso tampoco salió en el debate del lunes, y no salió porque los fundamentos
son sólidos, ¿verdad?
6. Tiene gracia: el FMI dice que el BCE es el culpable de que el euro tenga el tipo de
cambio que tiene con respecto al dólar USA; ¿no sabían qué decir y dijeron eso, o es
que quieren tomarnos el pelo a todos? En clase lo hemos dicho de todas las maneras
posibles: no es que el euro se esté revalorizando con respecto al dólar, es que el dólar
se está hundiendo con respecto al euro. Es decir, no es que la economía europea sea
—y esté— más sólida que la de USA, es que la economía USA está hecha una mierda
más gorda que la europea; es decir, que hoy, la economía USA es más mierdosa que la
de la UE: está más degradada, es más débil, es más dependiente. Pero, ¡pero!, la
economía USA tiene dos ases en la manga: el dólar y todo lo que puede hacer con el
dólar, y otro bajo el tapete: lo que puede conseguir que otros hagan o no hagan. (Se
preguntarán dónde está el cuarto as: no está: sólo hay tres.)
7. ¿Llegaremos a ver estos carteles enganchados en los muros de avenidas y
boulevares?: Wanted! Reward. Rich & Very Rich People Wanted. Dead or Alive. ¿Se
ha abierto la veda para la caza y captura de quienes defraudan? Ya ha cambiado el
modelo; antes: Estado potente, política redistributiva al alza, Modelo de Protección
Social sólido, pleno empleo, tipos impositivos altos, paraísos fiscales necesarios y
tolerados; ahora: Estado en declive, política redistributiva a la baja, Modelo de
Protección Social débil, empleo conveniente, tipos impositivos bajos, paraísos fiscales
innecesarios y perseguidos. ¿Nadie se lo había explicado a las/los usuarias/os de esos
paraísos?
8. ¡Por fin alguien lo ha dicho! Warren Buffett: independientemente de lo que digan las
definiciones, la economía USA está en recesión. ¿Cuándo lo dirán de la española los
que mandan?
9. «En todas partes cuecen habas...», por ejemplo, en Francia. Lean lo que ha dicho
Monsieur le Premier ministre François Fillon en respuesta a las palabras de otro ex
primer ministro: Laurent Fabius: «Il n’y aura pas de plan de rigueur. Il y a un budget
2008 qui a été voté par le Parlement, il sera mis en oeuvre». Lo dicho por M. Fillon viene
a cuento de lo dicho por un ex: M. Fabius: que el gobierno prepara un plan de
austeridad económica de caballo para después de..., las elecciones municipales. (El
refrán con el que abría este párrafo continúa: «... pero aquí a calderadas».)
(Ayer mi hijo me envió un SMS. Un amigo suyo se va a ir a USA este verano y quería saber
el tipo de cambio del euro/dólar que podría estar vigente en verano; pero, ¡agárrense!: estaba
considerando comprar más dólares de los que iba a necesitar en el viaje a fin de hacer
negocio. ¡Y luego dicen que los jóvenes no se enteran!)


CRISIS SISTÉMICA
[«¿Saldremos?, ¡claro!, pero será muy, pero que muy jodido.»]
Miércoles, 26 de marzo
Les aseguro que no me alegro de haber acertado. Pero es que..., ¡era tan obvio!
Ustedes llevan leyendo aquí, en lacartadelabolsa.com, desde hace meses, desde agosto
del 2007, que estábamos iniciando una crisis sistémica; bueno, ya se está diciendo, y en eso
estamos.
Una crisis sistémica es algo muy, pero que muy gordo: quédense con un dato: en los
últimos dos mil años ha habido 17; la última fue el crash del 29, la del 2010 será la número 18.
Una crisis sistémica es algo tan gordo porque se producen cambios profundos que afectan a la
esencia del sistema; son cambios en el modo de entender las cosas, lo que implica cambios en
el modo de hacerlas. ¿Por qué se producen esos cambios en el modo de entender las cosas?,
pues por agotamiento: el sistema estaba evolucionando dentro de un orden, pero, de pronto,
sucede algo que da lugar a que aquel discurrir entre en una senda de agotamiento; la salida es
una crisis sistémica. Piensen en la última: en la Gran Depresión.
Las crisis sistémicas siempre son traumáticas; mucho, siempre. Por un lado porque hay
que hacer nuevas cosas y porque hay que hacer de otra manera cosas que ya se hacían, y
eso siempre es duro; pero, por otro, porque cosas que se hacían hay que dejar de hacerlas, y
eso aún es más duro. Además, en las crisis sistémicas se ponen de manifiesto muchas
carencias, y eso, es requeteduro, tanto porque hay que asumirlas como porque hay que
compensarlas. En la crisis anterior la carencia primordial fue organizativa: la organización
económica, social, familiar, política, productiva..., vigente, se demostró acabada y hubo que
sustituirla; en la próxima, en la del 2010, la carencia serán los recursos: desde el trigo hasta el
capital, desde el níquel hasta el agua, desde la capacidad emprendedora hasta las ganas de
hacer cosas.
¿Saldremos?, ¡claro!, pero será muy, pero que muy jodido porque a lo que apunta la
evolución, caso de que se cumpla lo que se ha venido cumpliendo en los últimos dos mil años,
es hacia un cambio de sistema (hacia el 2065, extrapolando la historia); ¡luego...! Ahora
estamos yendo «a menos», a diferencia de lo que sucedió en 1929, cuando la tendencia
apuntaba hacia un «ir a más», por lo que la crisis fue de adaptación y de corrección del
sistema, no de inicio de sustitución.
En septiembre del 2007, ¡atención ahora!, se manifestó la problemática por el punto más
débil del lugar más evidente teniendo en cuenta la estructura de nuestro mundo: las subprime,
es decir, el punto fue el «crédito» y el lugar, el «mundo financiero». A partir de aquí, y debido a
algo que realmente ha funcionado de maravilla en los últimos años, la globalización, se han ido
manifestando las ristras (interconectadas) de problemas que afectan a la esencia misma del
sistema, por lo que se hacen necesarios cambios.
Pero esos cambios serán de supervivencia. No serán, a diferencia de 1929, de
readaptación, de redireccionamiento. De aquello se salió con un pleno empleo (sonrisas,
alegría, crecimiento), de aquí se saldrá con una nueva división de funciones y una nueva
administración de recursos (caras serias, nostalgia por épocas pasadas, supervivencia). Nada
que ver una evolución con la otra, ¿verdad?
Y ahora están saliendo nuevas previsiones, se están rehaciendo previsiones ya hechas, y
listas: ya están corriendo listas de países que van a sufrir más en lo que ya está llegando. Ya
dijimos, por ejemplo, que España iba a ser una de las economías que más van a sufrir:
Standard & Poor’s dice que la parálisis de la economía española puede durar hasta el 2015; es
un comienzo: se van a ir diciendo cada vez más cosas.
Vamos a ver si queda claro (yo, a pesar de que ahora está de moda decir las cosas
sutilmente, continúo con mi método, que ustedes son de confianza). Hasta junio va a ir
apareciendo mierda, aquí y en todas partes, cada día un poco más; y a la vez, irán haciéndose
cosas que no se van a ver reflejadas en resultados concretos. En junio, ¡oh milagro!, las cosas
parecerá que se arreglarán y saldrán los portavoces oficiales diciendo que todo está bajo
control. Pasaremos un verano tranquilo, sin agua, pero tranquilo, pero hacia noviembre todo se
tornará negro y oscuro, y ya, a peor, peor, peor.
Y aquí es donde aparecen expertos y políticos diciendo: «¡Hay que hacer esto y aquello
para evitar la recesión y corregir el enfriamiento!». ¡Que no! ¡Que es una crisis sistémica! ¡Que
no hay nada que hacer! ¡Que es inevitable! Si se hacen las cosas muy bien, la política
económica puede ayudar a que la gente sufra menos, ¡lo que no es poco!, pero se vende muy
mal. ¡Ya aprenderán!
Y, de momento, nos entretienen con cosas como que JP Morgan va a pagar —¿pagar?—
cinco veces más por las acciones de Bear Stearns, y por ello... ??????, la gente se pone muy
contenta y las Bolsas suben. Mi pregunta es, ¿en base a qué se justifica, en menos de una
semana, un incremento de cinco veces en el precio —es decir, en el valor, ¿no?— de unas
acciones? Teniendo en cuenta que JP Morgan va a pagar con acciones propias las que va a
«comprar» de Bear Stearns, ahora JP Morgan va a dar 3,97 veces más acciones de las que
antes iba a dar. Yo no digo nada porque ahora se lleva la sutileza, pero a mí esto me suena,
¿cómo lo diría? ¿Extraño? Pero los mercados pueden ir subiendo y bajando, que de eso es de
lo que se trata. (Por cierto, la gente me pregunta: «¿Cómo es que suben las Bolsas si todo
está yendo a peor?». Ya contesto, ya, pero es cada vez más difícil.)
Además, si se habla de Bear Stearns no se habla de otras cosas; es lo mismo que si habla
de los problemas del Barça o de los del Real Madrid: si se habla de eso no se habla de otras
cosas. (¿Será un «pan y circo» verbal?)

 BLADE RUNNER
[«La de las entidades financieras (todas) está siendo la crónica de una crisis anunciada.»]
Viernes, 28 de marzo
La de las entidades financieras (todas) está siendo la crónica de una crisis anunciada.
Según decía la mayoría, «España iba bien», «el mundo iba bien», las entidades financieras,
¡claro!, iban bien. Lo que alguien tendrá que explicar algún día es cómo se ha llegado a este
desatino, cómo se han llevado a cabo, durante años, todos estos despropósitos. Algunos lo
dijimos, no la mayoría. (El último ejemplo: Deutsche Bank dice que va a tener que rehacer las
previsiones para el 2008 que elaboró hace..., ¡un par de semanas! ¿Ustedes se creen que el
principal banco alemán puede, sin más, equivocarse en algo así en un plazo como ése?; yo no
me lo creo, ¡no me lo creo!)
De entrada digamos de una puta vez algo: expertos y políticos llevan meses hablando de
«dos economías»: la real y la financiera; de tal modo que la primera puede no-estar-bien, pero
la segunda es sólida y fuerte. Esto es falso, pero, además, es una estupidez. Lo ha sido desde
mediados de los 80, pero hoy, no es que una —la segunda— esté acompañando a la otra —la
primera—, es que las interpenetraciones de la financiera en la real han alcanzado tal calibre,
tal dimensión, que la han fagocitado, de tal modo que una y otra son, hoy, lo mismo, por lo que
son indisociables e indivisibles. ¿Está claro?
Esta crónica comenzó el día en que a alguien se le ocurrió que el mundo inmobiliario podía
ser el nuevo Eldorado de la rentabilidad. A mediados de los 90 ya se sabía que el experimento
puesto en marcha en 1991 había funcionado: dar crédito a mansalva ayuda a salir de una
recesión, luego quienes a estas cosas se dedican se pusieron a diseñar un nuevo escenario.
En el entorno económico de ya total interpenetración —economía financierorreal y planetaria—
se bajarían los tipos, se darían créditos a todo bicho viviente que los pidiera (tanto a personas
físicas como jurídicas), se favorecerían los préstamos interbancarios, se titulizaría todo lo
titulizable, y, en algunos países, se tomaría como referente la vivienda; las Bolsas se
encargarían de mover la coctelera, y a cobrar comisiones y a hacer beneficios. Fue así, todos
lo sabemos, y lo peor: se vendió la idea de que este montaje podía ser eterno y que se
autosostenía.
Evidentemente, un tinglado así es insostenible durante mucho tiempo por meras leyes
físicas: no puedes contratar préstamos a corto plazo y nutrirte de ingresos a largo, no puedes
aceptar que el empleo del factor trabajo se va a mantener en los mismos parámetros durante
cuarenta años, no puedes admitir que la parte del sector servicios de bajo valor va a continuar
incrementando su consumo año tras año, no puedes dar por supuesto que la deuda privada
puede continuar aumentando indefinidamente. Y todo eso se ha hecho. Y el montaje ha
estallado.
¿Qué ha sido lo que ha hecho estallar este montaje? Hace unos días dijimos aquí que
fueron las subprime; y sí, lo fueron. Pero eso en realidad fue la manifestación del estallido. Lo
que en realidad está haciendo estallar el montaje fue el hecho de que el globo no admitía ya
más aire y quienes soplaban continuaban soplando. Apareció una microfisura en la superficie
del globo —las subprime—, y ahora esta fisura se está extendiendo, y va a continuar
extendiéndose más, y más y más, hasta que el globo estalle en el 2010.
Y ahora hemos llegado a la fase de las rasgaduras de vestiduras: «¡Oh, qué horror!, lo
peor de la crisis aún está por llegar. ¡Qué terrible! ¡Esto da miedo!». ¿Pero qué se está
diciendo?; ¿para quiénes hablan esos que eso dicen?; ¿a quiénes intentan convencer de que
las cosas están fatal?; ¿no se lo imaginan? Pues a la masa de convencidas/os a la que
prestaron hasta el paroxismo a fin de sacar beneficios de donde no había: a quienes dependen
de un salario, de un empleo, porque claro, quienes pusieron en marcha todo el tinglado están
supercubiertos. (Estudios realizados en los años 50 demostraron que era falsa la creencia
según la cual, en USA, aumentó la tasa de suicidios durante la Gran Depresión en relación a la
habida en los años 20; pero claro, ver in la Fifth Avenue a un señor saltando desde un piso 26
impacta más que si un granjero de Iowa se traga diez pastillas de matarratas, entre otras
razones porque de lo segundo puede que no se entere ni su madre.)
Vamos a peor, ¡sí!, cada día un poco más peor; en verano un respirito por pura inercia, a
partir del otoño, para abajo, abajo, abajo. De entrada, no se crean nada de lo que les digan:
mediten todo lo que oigan: piensen si es lógico; y recuerden: hoy es falso que la economía real
vaya por un lado y la economía financiera por otro porque, pura y simplemente, es imposible, y
lo es porque, hoy, una ha posibilitado la existencia de la otra, y la otra la de una; es decir, o las
dos, o ninguna.
¿Por qué este título? Vuelvan a ver el film (Ridley Scott, 1982).
(Cuando me enteré, me vinieron a la mente muchos de los prohombres del Imperio: Tata ha
adquirido Jaguar. Si hay algo que puede ponerse como ejemplo del fin de una era es esto: el
colonizado comprando un símbolo del antiguo colonizador. Que no pasa nada, ya lo sé; que la
economía es eso, también lo sé; que la globalización tralarí, tralará, lo requetesé. Pero estoy
convencido de que alguien, en un oscuro rincón de un cottage en la campiña inglesa, con un gin
tonic en la mano [un gin tonic genuino, británico, claro: sin ese invento yankee de los cubitos de
hielo] derramó unas lágrimas cuando se enteró. Si hasta los símbolos están cayendo, ¿qué
nos va a quedar?)


EURO, Y MÁS
[«El problema, atención, es que no existe ni un solo activo, o prácticamente ninguno, que no esté contaminado.»]
Lunes, 19 de mayo
El aniversario del euro trae comentarios, pareceres, simulaciones: si esto hubiera sido esto...,
si hubiese sido aquello... Cuando se implantó el euro muy pocos fuimos los que dijimos que
para España iba a ser bueno, pero que la bonanza que el euro iba a traer se pagaría con
sangre.
Una de las características de las áreas monetarias es que los precios tienden a igualarse;
si la productividad de los miembros es elevada no se produce inflación; si no lo es, los precios
se disparan. Eso es lo que ha sucedido en el Reino: una productividad patética, muy influida
por un PIB de bajo valor, ha provocado incrementos espectaculares de precios. ¿Cómo lo
vamos a solucionar?, pues con desempleo del factor trabajo, con menos consumo, con parón
de actividad económica, es decir, con más crisis que los demás.
¿Una de las manifestaciones de todo lo que ha estado pasando? La construcción, claro.
Las promotoras, las inmobiliarias, no están de acuerdo con las palabras del ministro Solbes
(«que cada palo aguante la vela que le toca»; pienso que el Sr. Solbes es culpable de no haber
dicho ni pío ante el desmadre que se estaba montando en la construcción, pero ésa es otra
historia). «La cosa está muy mal» ha dicho el Sr. Guillermo Chicote, presidente de la patronal
de las constructoras (El País, 10.5.2008, pág. 20); sí, Sr. Chicote, está muy mal porque ha
estado muy bien, porque de aquellos polvos —de aquí y de allá— son estos lodos, y el Estado
cada vez va a recaudar menos pasta para ayudar a las constructoras y a quien sea. De todos
modos, consuélese. Estuvo bien mientras duró: otros no han tenido ni siquiera esos años.
Y el G-14..., pues sí, pide ayudas al Banco de España al igual que otros se las han pedido
al Bank of England. La diferencia es que the UK tiene, de momento, con qué ayudar, y aquí, en
el Reino, no hay con qué, y aquí volvemos al tema del euro.
No cambiamos de tema; la postglobalización: todo es lo mismo. Citigroup, AIG, UBS, son
más, serán muchas más, ¡muchísimas más! El problema, atención, es que no existe ni un solo
activo, o prácticamente ninguno, que no esté contaminado.
Hasta diciembre del 2007 se vendió la idea de que los negocios que en el mundo mundial
se habían hecho y que se estaban haciendo eran de dos tipos: buenos y malos, es decir, no
contaminados y contaminados; la solución, por tanto, era eliminar los malos del mismo modo
que se extirpa un absceso infectado y resistente a los antibióticos; pero enseguida se vio que
el problema no era ése (pienso que se vio desde siempre, pero...).
La realidad es que «lo malo», negocios tipo subprime, se utilizó para hacer negocios
«buenos», y, también, que los fondos obtenidos en negocios «sanos» se utilizaron para apoyar
negocios «enfermos». A esto, añadan un apalancamiento estratosférico y lo que sale es..., un
cáncer.
Hoy el sistema financiero —todo: euro, dólar, futuros, subprime...—, toda la economía del
planeta, padece un cáncer que ha hecho metástasis por todos sus rincones. Ya no es posible
decir «esto está contaminado», «aquello es sano», ya que todo está afectado por «el mal»
porque «el mal» ha sido el elemento que ha posibilitado el crecimiento. En otras palabras, sin
lo que ha sucedido y que nos ha causado ese cáncer, no hubiéramos crecido como lo hemos
hecho; perverso, ¿verdad?
Evidentemente, la solución no reside en bajar los tipos de interés, en nacionalizar un par de
bancos, o en subastar unos cuantos miles de millones de liquidez extra; la solución pasa por
cambiar la estructura: barrer casi todo y rehacer casi todo. El problema es que eso sólo
sabemos hacerlo a partir de una crisis.
Con el empleo del factor trabajo sucede algo parecido: mientras fue necesario que
muchas/os trabajasen mucho y consumiesen lo máximo posible, el tratamiento del empleo fue
uno; ahora que lo que sobra es población activa, y día a día crece el excedente del factor
trabajo, todo cambia. M. Trichet dijo el viernes que si se eliminan las rigideces que afectan al
mercado de trabajo, el empleo aumentará. M. Trichet sabe de sobra que las empresas
contratan según necesidad, si dice lo que dice es porque ahora el tratamiento del empleo ya es
otro. Como decía antes: sólo sabemos hacerlo a partir de una crisis. (Para recordar la
conceptualización del empleo de antes, escuchen, por ejemplo: «Working Class Hero», de John
Lennon: http://www.youtube.com/watch?v=njG7p6CSbCU&feature=related.)
De momento estamos como esas personas a las que se les diagnostica un cáncer y no
quieren aceptarlo: no se está aceptando lo que le está sucediendo al sistema financiero, y se
desea creer que fórmulas mágicas solucionarán el problema. Dos años, eso es lo que va a
durar este periodo de convencimiento: hasta el 2010; después, a empezar de nuevo. (La
mejoría del verano, nada: pólvora del rey, salvas de honor, fuegos de artificio.) A partir de
noviembre se empezarán a ver las cosas claras.


CARTA ABIERTA AL COMISARIO DE ASUNTOS ECONÓMICOS Y MONETARIOS
[«Tal y como yo lo veo, Sr. Almunia, será precisamente en la segunda mitad del 2009 cuando (...) ya será evidente que
la crisis es inevitable.»]
Martes, 3 de junio
Sr. Joaquín Almunia. Distinguido Señor. Ayer, el periódico El País publicó una muy interesante
entrevista en la que usted abordaba una serie de temas que actualmente están en el
candelero, temas que son el día a día de la economía europea e internacional, y lo hizo
abiertamente, sin pelos en la lengua pero con prudencia. Intentando ir por ese mismo camino,
me permito realizar una serie de comentarios a lo, por usted, apuntado.
De entrada, no estoy de acuerdo en que las subprime y la vivienda se hallen en el origen de
la situación que estamos viviendo, situación que, ni de lejos puede ser calificada de crisis. Las
subprime no fueron más que la manifestación del conjunto de problemas que desde hacía
décadas estaban afectando al sistema económico mundial, por ello, lo que viene, entiendo,
será una crisis sistémica y lo que estamos ahora viviendo, su precrisis.
En consecuencia, pienso que no cabe hablar de crisis USA: la situación de agotamiento es
global; sin embargo la problemática en USA se está manifestando de una determinada manera
y, en la UEM, de momento, de otra; la razón: las realidades económicas, sociales y políticas
son diferentes. USA, tras su Guerra Civil, constituyó su unión monetaria, Europa la está
construyendo. USA carece de un Modelo de Protección Social que amortigüe los impactos
negativos sobre su economía, modelo que sí tiene Europa, aunque, todo sea dicho, en
retroceso. USA es un imán para la inversión exterior, sobre todo financiera, la UEM no lo es o,
al menos, no como USA, y ello se ve reflejado en lo que el euro es. No nos engañemos, Sr.
Almunia, nosotros, los europeos podemos querer que el euro sea esto o aquello, pero la
realidad pura y dura muestra que hoy, en el planeta, de cada diez operaciones económicas
que se realizan, nueve continúan siendo en dólares.
En lo que no estoy en absoluto de acuerdo con usted es en lo que dice al respecto de que
el nacimiento de la UEM fue una decisión política; tal y como yo lo veo fue una decisión
tomada, exclusivamente, por necesidad económica. Recordará que en las quinielas de países
que precedieron la aparición del euro como moneda única, una serie de países no figuraba en
ninguna de dichas quinielas; España era uno de los países que nunca salía en las listas. Luego,
muy inteligentemente, se vio que dejar fuera del euro a países con los que la UEM iba a tener
un trato muy activo a nivel comercial y financiero era un suicidio porque era dejar la puerta
abierta a la especulación internacional, por ello se realizaron todos aquellos arabescos
semánticos (recordará la famosa «intencionalidad hacia el equilibrio» de Giscard d’Estaing) a
fin de meter en el euro a todas las economías que fuera posible, como decía: necesidad.
Y tampoco lo estoy con su calendario en relación con las expectativas de crecimiento. De
entrada, habrá reparado en que las instituciones oficiales también han entrado en la línea de ir
retrasando cada vez más la..., ¿recuperación? Ahora usted habla de segunda parte del 2009,
es decir, el segundo semestre de dicho año. Tal y como yo lo veo, Sr. Almunia, será
precisamente en la segunda mitad del 2009 cuando la situación internacional se hallará más
degradada y cuando ya será evidente que la crisis es inevitable; a finales del 2009 el grado de
parálisis será casi total porque ya se habrán agotado las herramientas que se están utilizando:
las convencionales, y nada se habrá conseguido.
Finalmente, usted se refiere a que la evolución salarial ha de hallarse en línea con la de la
productividad, estoy totalmente de acuerdo; pero para que la productividad avance hace falta
algo esencial que usted no menciona: altísimas dosis de inversión; además, la evolución al alza
de la productividad implica algo a lo que usted ni remotamente se refiere: la aparición de un
excedente masivo de factor trabajo, lo que pone sobre la mesa otro problema: ¿qué hacer con
él?
Sus palabras, Sr. Almunia, invitan a la reflexión, como siempre; y, como siempre, son de
agradecer.
Reciba un muy cordial saludo.
(Es curioso que la aparición de las palabras del Comisario coincidan en el tiempo con
manifestaciones realizadas por el presidente del gobierno. Según el Sr. Rodríguez Zapatero,
decir que las cosas no van bien, que las cosas van a ir muy mal, y razonarlo, es pesimista.
Vaya, podríamos recordar aquella estrofa de Joan Manuel Serrat: «Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio». Pesimismo, entiendo, es creer que la economía española jugaba
en la Champions League y luego ver que la Champions es una conveniencia, una figura
retórica.)


MITOS - 1
Martes, 1 de julio
A muchas/os de ustedes les sonará a sabido lo que, a continuación, van a leer, les pido
disculpas; a otras/os les parecerá nuevo, si ello sucede, me congratularé. En cualquier caso, lo
que pretendo en las siguientes líneas es destruir, con todas las letras, una serie de mitos
falsos, de leyendas urbanas que, periódicamente, se dicen o recuerdan en relación con la
economía (española, sí, pero no sólo).
Mito 1: La culpa de muchas cosas la tienen los altos niveles salariales.
Es absoluta, completa y totalmente falso, y por favor, si está leyendo esto un sindicalista
que no se alegre aún: siga leyendo.
En esta época que nos ha tocado vivir, al Banco de España le ha correspondido el papel de
poli malo, y los polis malos asustan; hace unos días el Banco de España ha estado asustando
al personal, mejor dicho, ha estado preparándolo para lo que se nos está viniendo encima, ya
que muy pocos estamos hablando de la debacle en la que estamos entrando; pues bien, el
Banco de España, para asustarnos, habló de los costes laborales y de los costes salariales
del Reino; y recurrió al mito.
Por favor, que a quien corresponda tome nota: el coste laboral, el coste salarial, de una
trabajadora o de un trabajador, sus niveles nacionales medios, sus tasas de variación anual, no
importan en absoluto, ¡en-ab-so-lu-to!; lo único que importa es el nivel de productividad de esa
trabajadora y de ese trabajador, la productividad media de la economía nacional, su tasa de
variación anual y, en unión a esto, el valor añadido generado por esa/ese trabajadora/or y por
ese colectivo de trabajadores de un país. Es decir: en principio, importa un huevo cuánto se le
pague a un trabajador.
Mito 2: Las trabajadoras y los trabajadores son las culpables y los culpables de la baja
productividad.
De la baja productividad de una compañía, de un subsector, de un país, y lo son porque
son unos vaguetes y tienden a escaquearse a la que pueden. Lo mismo de antes: los
sindicalistas, que no se alegren.
La productividad del factor trabajo depende de dos elementos: de la cualificación y de la
motivación de ese factor trabajo, y de la tecnología de que ese factor trabajo disponga. Y, ¿de
qué dependen esos elementos? Pues del tipo de PIB que se genera. Un PIB de bajo valor
añadido necesita trabajadoras y trabajadores de reducida cualificación pero en un número
bastante elevado —por ello no es preciso que cuenten con una elevada motivación (hay
muchas/os disponibles)—, siendo la necesidad tecnológica, es decir, inversora, muy baja:
¿para qué invertir en cacharros, si lo que esta gente va a producir es de bajo valor, y, por
tanto, no compensa esa inversión?
Mito 3: La culpa de la inflación la tienen los salarios.
Un proceso inflacionario de lo que sea: de precios, de costes, de rentas, de beneficios, de
créditos, se produce cuando ese lo-que-sea aumenta por encima de la capacidad del sistema
de..., absorber ese aumento y/o cuando no existen diques que diluyan la fuerza de dichos
aumentos. La primera manifestación se dio, sobre todo, en los 60 y primeros 70; la segunda,
es la actual.
¿Cuándo se producirá hoy inflación?, ¿dónde se producirá ese proceso inflacionario?, ¿por
qué se producirá? Pues hoy un proceso inflacionario se da cuando..., la productividad es tan
reducida que no es capaz de frenar las tendencias de aumento de, por ejemplo, los precios, y
se producirá en las economías en las que la productividad sea baja o muy baja. Una elevada
productividad posibilita reducciones de costes unitarios que abren la puerta a bajadas de
precios o evitan aumentos de los mismos.

MITOS - 2
Miércoles, 2 de julio
Mito 4: Elevados salarios son responsables de reducidos niveles de competitividad.
De lo que se deduce que, para mejorar la competitividad, hay que reducir los salarios o
cuanto menos congelarlos.
Los montos salariales, los niveles de salarios, no tienen la culpa de nada, de entrada
porque la fuerza de la que hoy dispone el factor trabajo es nula. Un salario debe ser el
resultado de valorar un puesto de trabajo, de forma que a un puesto de trabajo le corresponde
un nivel salarial y sólo uno, independientemente de la persona que ocupe ese puesto de
trabajo. ¿Quiénes deben valorar un puesto de trabajo? Empresas especializadas, que las hay,
y las que son buenas, lo son muchísimo. ¿Qué influye en la valoración de un puesto de
trabajo? Muchos elementos; entre ellos, el valor añadido que ese puesto genera.
La valoración de un puesto de trabajo fija un nivel salarial y define unas necesidades de
cualificación que el trabajo a realizar en ese puesto precisa para ser realizado; y, claro, no lo
hemos dicho, pero está implícito: el nivel de productividad y las posibilidades de mejora de la
productividad de ese puesto de trabajo influyen en su valoración.
Lo que sucede con los salarios es que en la inmensa mayoría de las ocasiones, en las
empresas, los puestos de trabajo están mal definidos o no están definidos en absoluto; de
entrada, porque muchas/os empresarias/os piensan que ellas/os son más sabias/os que nadie;
luego, porque un estudio de esas características cuesta una pasta, bastante; después, porque
hacer eso va a suponer reorganizar procesos, lo que es molesto; y, para acabar, porque
«total, para lo que hacemos, ya estamos bien como estamos, ¡pero estos cabrones de
trabajadores cobran demasiado! ¡Y así no podemos ser competitivos!».
Mito 5: Si los salarios se redujesen o, por lo menos, se congelasen, o creciesen por debajo de
la inflación, se crearía más empleo.
Por favor, seamos lógicos: una compañía, ¿cuándo contrata factor trabajo?, ¿cuánto factor
trabajo contrata? Pues cuando lo necesita y la cantidad que necesita..., independientemente de
que el precio medio por hora sea un 2% superior o inferior al de hace dos semanas, siempre y
cuando el valor añadido generado lo justifique; aquí está el quid de la cuestión, aquí, y no en
los salarios.
Si una empresa genera valor añadido suficiente, si su productividad es la correcta, si uno y
la otra evolucionan tal y como deben evolucionar, contratará factor trabajo si lo necesita; si no
lo necesita, no lo contratará..., independientemente del precio medio de la hora de trabajo.
Claro, si una empresa genera un bajo valor añadido y si su productividad es ridícula, se
quejará amargamente de los niveles salariales y, aunque necesite aumentar su plantilla, se lo
pensará muy mucho porque, si la incrementa, sus costes crecerán, crecimiento que no podrá
compensar porque su productividad es muy baja.
Mito 6: Cuanto más fácil es reducir la plantilla de una compañía y cuanto más barato es
despedir a trabajadoras/es no necesarios, más crece el empleo.
Otra vez: la población ocupada aumenta en tanto en cuanto es necesaria, precisa; si tan
dificilísimo y tan carísimo fuese reducir plantillas y despedir trabajadores/as, lo que harían las
empresas es invertir brutalmente para sustituir factor trabajo por capital. Si el valor añadido de
lo fabricado lo justificase, ese proceder, además, llevaría a una mejora de la productividad.
Pero claro, si lo fabricado es de bajo valor y la única forma de producir más es meter
gente, para que los números salgan hay que poder contratarla y despedirla fácil y
rápidamente. Eso tiene un nombre técnico: actividades intensivas en factor trabajo, y son
típicas de países..., subdesarrollados.
Algunos de los mitos anteriores están vigentes en algunos países; en honor a la verdad hay
que decir que algunos de ellos están vigentes en bastantes países, y lo peor, lo están entre los
sindicatos: los combaten, pero no demuestran que son eso: mitos. Pero hay países, hay
economías, en los que y en las que están vigentes todos los mitos anteriores, y la economía
española es una de ésas. Pero con ser eso muy malo, con ser terrible que en España estén
vivos esos seis mitos, lo peor es que es uno de los poquísimos países del mundo mundial en
que está vigente un séptimo mito, mito que es, con diferencia, el peor, el más dañino. Es el que
mañana veremos.
(Se habrán enterado de lo que ayer manifestó el Sr. Pedro Solbes en el desayuno
organizado por Europa Press: vamos para abajo; la solución: finales del 2009 [no será así,
claro, pero, ¿no era en el segundo semestre del 2008?]. Y utilizó un ungimiento mágico: la
victoria en la Eurocopa. ¿Por qué el principal partido de la oposición no utiliza cosas como
ésta?, ¿será porque, en el gobierno, diría lo mismo?)

MITOS - y 3
Jueves, 3 de julio
Mito 7: La solución definitiva, la solución buena, la panacea de las soluciones a todo lo que nos
aflige es cambiar el modelo productivo.
Ya no es una herejía decir que el modelo productivo español está agotado, superado, que
se ha quedado obsoleto; hasta hace muy poco sí, hasta hace escasamente tres años, a los
pocos que lo decíamos se nos miraba como a bichos raros, sobre todo cuando los ladrillos se
ponían a paletadas y los créditos se concedían y se recogían, también, a paletadas; pero ya
no, ya puede decirse, y no sólo eso: está de moda decirlo; es chic. Da aires de entendido: de
connaisseur.
Bueno, genial: ¡ya se puede decir sin ser anatemizado!, lo que está muy bien, sobre todo
porque es cierto: el modelo productivo español está agotado, y lo está desde los años 70,
cada día un poco más, hasta que ha llegado a la práctica parálisis: baja productividad y en
tendencia decreciente, PIB de reducido valor añadido, inversión a la baja y baja inversión en
I+D+i+d, dependencia exterior en múltiples inputs, recurso al crédito a mansalva, formación
inadecuada y ridículas tasas de formación permanente, niveles de deuda privada disparados y
descontextualizados del tipo de PIB generado...; ¿la solución?, cambiar el modelo productivo:
cambiamos el modelo productivo y, ¡ya está! Todos los males solucionados. Y sí, el
razonamiento es original, pero el problema radica en que hacer eso es imposible; total,
completa, absolutamente imposible.
El modelo productivo de un país, de una economía, no es algo que se compre en ebay y
que llegue en un paquete a través de Federal Express, un paquete que se abre, se arma lo
que haya en su interior, se enchufa, y ya está. El modelo productivo de una economía es algo
que se va formando poco a poco, durante siglos; que avanza, que se nutre, que incorpora unos
elementos y que deja otros en el camino; que bebe de una cultura y que adquiere forma en una
cultura; y, bueno, el modelo productivo español es el que tenemos porque en los últimos cinco
siglos hemos hecho lo que hemos hecho y porque hemos actuado como hemos actuado, y eso
no hay quien lo cambie de la noche a la mañana, porque no se puede.
Y eso no hay quien lo cambie de la noche a la mañana, independientemente, y aquí viene lo
realmente importante, de la cantidad de pasta que se pueda poner/se esté dispuesto a poner
encima de la mesa; se puede romper la baraja y cambiar de modelo pasando de todo y sin
importarte las consecuencias, pero no queremos que eso suceda, ¿verdad? No queremos que,
por ejemplo, pase lo que ha pasado en Rusia cuando dejó de ser la URSS, ¿no?
Es decir, eso que tan de moda está decir, y que tanto llena la boca de quienes lo dicen:
«Cambiar el modelo productivo porque el actual está agotado», es imposible, aunque lo que sí
es cierto es que el actual modelo productivo español está agotado; está agotado pero es
imposible cambiarlo de ahora para luego; lo tenemos jodido, ¿verdad?
Más arriba decía que los sindicatos no debían alegrarse, a estas alturas de lo que llevamos
dicho habrán adivinado el motivo, ¿sí?
¿Cómo se arregla algo así? No se arregla. Tenemos siete mitos que pesan como siete
losas sobre la economía y sobre la sociedad española, son mitos que se han ido formando con
las décadas, lo que pasa es que ahora van a coincidir en el tiempo con una crisis monstruosa.
¿Se imaginan lo que puede salir de ahí? Y, ahora que les he contado todo esto, ¿me entienden
más cuando les digo que España es uno de los países que más va a sufrir con la crisis que se
nos está viniendo encima?
Enderezar eso va a ser algo muy lento, muy difícil en todas partes, aquí más. Vamos a
retroceder en bienestar, en modo de vida, porque va a ser algo global, y porque la economía
española no está ni remotamente preparada para algo así, porque va a sobrar población a
manta, porque el punto de enfoque se va a poner en la eficiencia y no sabemos funcionar así;
nunca hemos sabido, como economía, funcionar así, y, como decía, un manual que enseñe a
eso no se puede adquirir en ebay.
(¿Hasta aquí hemos llegado? Copio de El País de ayer, pág. 20: entrevista a Abdalia
Salem El-Badri, secretario general de la OPEP: «Pregunta: El consejero delegado de British
Petroleum, Tony Hayward, dijo que el exceso de especulación [en el mercado petrolífero] es
un “mito”. Respuesta: Puedo responder igual. La falta de oferta es un mito. La causa no está
ahí. No es verdad». ¿No les recuerda a aquello de «Tú malo y feo», «Pues tú más». Repito:
¿hasta aquí hemos llegado?)


INFORME AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
[«La economía española (...) irá involucionando, implosionando, a medida que cantidades ingentes de factor trabajo se
vayan demostrando innecesarias.»]
Martes, 22 de julio
Señor presidente del gobierno del Reino de España, como economista, y con la intención de
contribuir a la toma de conciencia de la situación en la que se halla la economía española, me
permito remitirle un pequeño informe sobre el estado en que ésta se encuentra.
Es un lugar común decir hoy —no ayer, cuando también lo estaba— que la economía
española se halla en crisis. Esta crisis, en el caso de España, tiene un doble componente: uno
es sistémico, pero el otro es específicamente español.
El primero, el sistémico, es global y es fruto de cómo ha estado evolucionando el modo de
producción en los últimos cincuenta años; sobre todo, en los últimos diecisiete; y especialmente
entre los años 2003 y 2007. Ha sido una evolución gracias a la que se ha generado un
espectacular incremento en el PIB de un gran número de países, pero ese crecimiento ha ido
emparejado, por el lado de la oferta, de un, también espectacular, desperdicio de recursos y,
por el lado de la demanda, de un desmesurado aumento en la deuda privada.
En estos años, señor presidente, el PIB ha crecido, y la tasa de ocupación también, pero al
precio de aumentar el endeudamiento hasta niveles físicamente insostenibles (subrayo
físicamente), y de consumir recursos no siempre con criterio productivo, es decir, sin tener en
cuenta ni lo eficiente de su utilización, ni el impacto del creciente consumo sobre la oferta total
de tales recursos.
En la economía española estas tensiones sistémicas han influido y están influyendo
especialmente a causa de que la española es una economía tremendamente dependiente del
exterior, tanto desde el lado del suministro de los inputs necesarios, como por el de los
destinos de los outputs producidos, es decir, problemas en la obtención de los inputs
necesarios y precios al alza de los mismos, así como reducción de los consumidores de los
bienes y servicios generados por la economía española, desencadenan impactos mucho más
negativos que en otras economías debido a sus carencias internas y a sus debilidades
estructurales.
Por culpa de esa dependencia la economía española se halla particularmente indefensa
ante esta crisis que ya ha comenzado y, también debido a ello, padecerá más intensamente
las consecuencias que de ella se deriven.
Pero existe otro componente que es específicamente español. Su origen es muy antiguo,
nace en el siglo XIV, y aunque a lo largo de la historia su manifestación ha ido variando, la razón
de su existencia siempre ha sido la misma: la ausencia de un espíritu, antes, comercial,
emprendedor y burgués; capitalista, más tarde; eficiente hoy, que, apoyado en una
administración no acorde con los tiempos, pusiera en marcha un proceso orientado a la
proyección económica que pudiese redundar en la creación de un auténtico bienestar para su
población, algo que sí sucedió en otras economías. Evidentemente no se puede cambiar la
historia, pero esto debe ser tenido en cuenta ya que las consecuencias de aquellos
procederes, hoy nos están influyendo desde el pasado.
Fruto de este pasado, España ha ido conformando un modelo económico con una baja tasa
de actividad en comparación con otras economías pero, a la vez, incapaz de absorber a toda
la población activa española; un modelo generador de un PIB de medio y bajo valor añadido en
subsectores maduros o ya propios de economías mucho menos desarrolladas; un modelo
intensivo en empleo de incorrecta cualificación y de baja productividad debido a que la gran
mayoría de sus empresas dedicaban reducidas dotaciones a la inversión; un modelo financiado
con endeudamiento y cuajado de expectativas especulativas. Una combinación que explica la
bajísima competitividad económica de España y la alta inflación generada en el país, extremos
que la existencia del euro ha puesto más dramáticamente de manifiesto.
Podría dar docenas de datos, señor presidente, pero usted tiene todos los que necesita;
simplemente, y a fin de ilustrar mis palabras, menciono uno que tiene una especial significación:
el primer cálculo fiable de la tasa de pobreza en España fue elaborado durante el periodo del
primer gobierno que formó el partido político del que usted es miembro: en 1982 la pobreza
afectaba al 20% de la población española. Veintiséis años después, y tras muchos gobiernos
de distinto color, la tasa de pobreza continúa siendo prácticamente la misma; muestra de que
un mal muy grave afecta a la economía española y porcentaje que resume gran parte de sus
carencias.
Además, durante los últimos quince años, al calor del crecimiento (a crédito) mundial,
España se ha beneficiado de un hecho cualitativo muy significativo: ha estado de moda, lo que
ha supuesto beneficios indirectos, aunque muy jugosos, que ahora van a desaparecer.
¿Qué va a suceder a partir de ahora? Aceleradamente, la economía española, hasta ahora
enraizada en la construcción, en el turismo, en el automóvil, en el endeudamiento fácil de
empresas y familias, en el empleo y subempleo generador de bajo valor, irá involucionando,
implosionando, a medida que cantidades ingentes de factor trabajo se vayan demostrando
innecesarias al dejar de ser necesarias las actividades en las que participaban, lo que
ocasionará el hundimiento del crecimiento y el aumento espectacular del desempleo del factor
trabajo; a la vez, y como consecuencia de ello, la recaudación fiscal se desplomará, lo que
llevará a la caída del gasto público justo en el momento en el que más necesario sería.
Añadamos a lo anterior la práctica desaparición de las transferencias de fondos
comunitarios (los distintos países, en una atmósfera generalizada de crisis tenderán a procurar
para ellos mismos), la carencia global de recursos, la dependencia española del exterior, los
altísimos niveles de deuda de la banca española y los casi 46 millones de habitantes que
España tiene, y el resultado es un panorama económico y social desolador.
Ante esta situación, ante esta cadena de efectos negativos, la única opción es,
independientemente de banderas políticas, desarrollar aquellas medidas que minimicen los
impactos de la crisis. Evidentemente hay que garantizar un mínimo de subsistencia, pero
adaptando la población demográficamente existente a lo económicamente necesario.
A nivel de fomento estatal, ayudar a aquellas actividades que vayan en la línea de la mejora
productiva y, en concreto, potenciar aquellas que busquen la reutilización, el reciclaje, la
reparación, la rehabilitación, la recuperación; evidentemente, fomentar todas las iniciativas que
mejoren la distribución —logística— a fin de contribuir positivamente a la productividad y, en la
medida de lo posible, abordar aquellos desarrollos biotecnológicos que tengan grandes
impactos tanto en la mejora de la productividad como del estándar de vida de la población.
Difícil. Difícil porque el impacto global va a ser demoledor y nadie ha vivido algo así.
Saldremos y nos recuperaremos, cierto, pero ni tenemos la certeza de cómo estaremos al
final, ni ya nada volverá a ser como fue ni a hacerse como se hizo: los motores de la futura
recuperación serán la productividad, la eficiencia y la optimización, y lo necesario será lo único
importante. Y la economía española no está preparada para funcionar así. Difícil, como decía.
P. S.: Ojala el día 14 de agosto usted y su gobierno tengan tino en decidir lo que
verdaderamente sea más acertado a la situación que estamos iniciando.

POLVOS DE AYER, BARROS DE HOY
[«¿Qué sucedió? Una inflación del 430% y una crisis, en 1680, de la que España ya no se recuperaría jamás.»]
Jueves, 28 de agosto
No lo había visto y lo vi hace unos días. Me refiero a un film: Alatriste (Agustín Díaz Yanes,
2006; basado en la serie de novelas de Arturo Pérez Reverte). Empecé a verlo con el único
ánimo de distraerme; sin embargo, a medida que las imágenes iban avanzando, no pude dejar
de sumergirme en aquel siglo tan tremendo que fue el XVII y que la película muestra tan bien.
España pudo ser LA potencia europea por la sencilla razón de que, durante más de un
siglo, fue, prácticamente, el único Estado que dispuso de metal, básicamente plata. Sin
embargo, España se dio de bruces con una triple realidad: una monarquía inepta y una
administración absolutamente ineficiente, una estructura religiosa que utilizó la religión con fines
políticos, y una ausencia clamorosa de algo que pudiera asimilarse a una burguesía.
La Corona española y la corte de validos, nobles y alta curia se gastaron la plata que
España expolió de América en palacios, iglesias y catedrales, cacerías, fiestas, banquetes y
artículos de lujo, la inmensa mayoría importados, por cierto; y, lo que quedó —cuando algo
quedaba— se lo gastó en malpagar a ejércitos de mercenarios que se dedicaban a combatir
por Europa a mayor gloria de la Corona española. El capitán Alatriste fue miembro de uno de
esos ejércitos.
España se dedicó a malgastar la plata americana y, cuando esos gastos no productivos
empezaron a ser superiores a los ingresos, España se dedicó a acuñar moneda de cobre y a
manipular su valor nominal. ¿Qué sucedió? Una inflación del 430% y una crisis, en 1680, de la
que España ya no se recuperaría jamás.
A partir de aquí comenzó el estancamiento de España, un pasar sin pena ni gloria, un
creciente ninguneo por parte de los Estados potentes de Europa (en el Congreso de Viena de
1815, España ni siquiera fue invitada a participar), un arrastrarse por una senda económica
sustentada en una agricultura ineficiente propiedad de terratenientes absentistas, un sobrevivir
con una actividad manufacturera arcaica y sin inversión que no pudo arrancar la Revolución
Industrial, un estar con un comercio con América como único y mal llevado referente. Y así
hemos continuado.
Esta introducción —larga— histórica viene a cuento de un tema del que, hasta ahora era
taboo (así escrito, queda mejor) hablar: la «morosidad» de quienes en su día fueron investidos
con un crédito —empresas, familias, individuos— y que ahora no pueden pagar sus cuotas.
Se ha dicho que el hecho de que la morosidad en España sea tan baja ha influido mucho en
los buenos resultados que hasta ahora la banca ha estado mostrando. Cierto, la morosidad ha
sido baja, aunque está creciendo y mucho, pero, ¿qué sucederá con la morosidad cuando haya
que pagar las deudas privadas que ya ascienden al 215% del PIB en una atmósfera de
actividad económica decreciente?
No hace mucho, dijo un banquero que más del 80% de los ingresos de su banco procede
de la actividad comercial; dijo otro que su banco funciona de maravilla cuando se manifiestan
problemas; ¡fantástico! Pero debían haber añadido «Hoy»; ¿qué les sucederán a esos
ingresos y a ese funcionamiento cuando la actividad empiece a ralentizarse de forma
ostensible? Porque, además de los ademases, la banca española ha estado concediendo
endeudamiento con una pasta que, en su mayoría, venía de fuera: a 0,7 billones de euros
asciende el saldo vivo de la deuda de las entidades financieras españolas.
España es, hoy, lo que es: una economía que representa menos del 9% del PIB de Europa
y con unas estructuras que fueron metidas, primero, en la Revolución Industrial y, después, en
la globalización, pero sin que ni una cosa ni otra estuvieran en sus genes porque en los genes
de España, desde el siglo XV, había otra información. Y si no les gusta pensar en el financiero,
piensen en otros subsectores.
(¿Será porque estamos en verano y conviene sacar un Nessie? Ya estamos otra vez con el
envejecimiento de la población europea, y claro, se hace por el sistema de prolongar la recta:
en el 2060 habrá una persona jubilada —con criterios actuales— por cada dos activas; vale,
¿y? Vamos a ver, de entrada hablar de lo que en términos demográficos va a suceder en el
2060 con la mentalidad del 2008 y desde la estructura económica del 2008, es un sinsentido.
Desde el mismo momento en que la crisis del 2010 se muestre como inevitable, la
productividad comenzará a crecer y, a la vez, el gasto en protección social se hundirá.
A partir de que las primeras manifestaciones de la crisis se vayan haciendo evidentes, la
esperanza de vida comenzará a reducirse [a este respecto, lo que está sucediendo en las
repúblicas que formaban la URSS es un buen espejo donde mirarse]; ¿por qué?, pues porque
en un porcentaje elevadísimo de casos, la esperanza de vida es la que es debido al nivel que
ha alcanzado el gasto en protección social. Si no lo entienden, dense una vuelta por un centro
de salud de un barrio marginal [y no tan marginal] y lo entenderán.
A la vez, la población desempleada se disparará, en parte porque la actividad económica
se reducirá, en parte porque la productividad aumentará; como consecuencia, la recaudación
fiscal disminuirá al igual que las rentas personales, y a menor renta, menor cuidado personal,
peores hábitos alimentarios, peor calidad de vida..., que no será compensada por un Estado
con ingresos a la baja en un escenario de crisis del modelo social.
Una esperanza de vida a la baja, una productividad al alza, ¿para qué se necesita una
mayor población de rentas medias precarias?
Y, además, estamos hablando del 2060: un periodo de máxima tensión en el que el sistema
económico actual estará literalmente agonizando y completando su transición al próximo (para
que se hagan una idea, en el año 2060 sucederán cosas estructuralmente parecidas a las que
sucedieron en 1814/1815). Mi sugerencia: ocupémonos de los problemas que tendremos a
cinco años vista, y no gastemos ni un segundo con los que no tendremos dentro de cincuenta
años, a no ser, claro, que se esté explicando esta película del envejecimiento para justificar los
recortes del gasto social que ya han comenzado.)

«ESTO QUE ESTÁ PASANDO»
[«Hay problemas con las commodities: la tendencia de su oferta es decreciente, el monto de la deuda privada es
alucinante.»]
Miércoles, 17 de septiembre
Hoy no tocaba hablar de esto, pero he recibido tantos mails, llamadas y abordamientos por los
pasillos, que vamos a tocar el tema. «Esto que está pasando, ¿es la crisis?»; era la pregunta
que ayer machaconamente me formularon. Otra: «Tú ya dijiste que sucedería esto, ¿qué va a
pasar ahora?».
Bien, vamos por partes. «Esto que ahora está pasando» no es «la crisis», es parte de la
crisis. Estructuralmente, esta crisis y la de 1929 serán muy, muy semejantes, de hecho ya se
están produciendo similitudes: las arengas de Bush y Paulson, los comentarios de Obama y
McCain, las intervenciones de otros políticos, por ejemplo; pero, entre ambas, habrá una
diferencia fundamental: el crash del 29 se presentó de sopetón: de ahora para luego; la crisis
del 2010 la estamos viendo venir: desde principios del 2007.
Lo que está llegando va a tener el mismo significado que lo que supuso la Gran Depresión,
de hecho ahora viene otra Gran Depresión, pero así como entonces la novedad de los
instrumentos financieros y productivos ocasionó que el derrumbe fuese casi instantáneo, ahora
el derrumbe se ha producido tras haberse estado retorciendo esos instrumentos con absoluto
conocimiento de causa, por tanto el sistema puede irse preparando para lo que viene, pero los
efectos de eso que viene serán más intensos porque eso que provocarán lo es.
Por otra parte, en 1929 no había ningún problema con las commodities, los recursos no
escaseaban, incluso había amplias zonas en el planeta que aún se hallaban «vacías» o, si no,
podían ser vaciadas sin excesivos problemas (la última masacre de indios en USA había tenido
lugar hacía menos de cuarenta años), es decir, el sistema «iba a más». La crisis fue terrible,
sus efectos pavorosos, pero no había limitaciones para crecer, para «ir hacia arriba».
Ahora, sin embargo, sí hay problemas con las commodities: la tendencia de su oferta es
decreciente, el monto de la deuda privada es alucinante, ya se está produciendo un excedente
permanente de población activa que nunca va a ser necesario. Ahora, el planeta no está
«yendo a más», simplemente porque no es posible ir a más como se ha ido, ahora se apunta
«a menos», a una altísima productividad y eficiencia, pero a costa de reducciones en el PIB
global.
La de 1929 fue una crisis que, como todas las sistémicas, se produjo porque se agotó el
modo como se habían estado haciendo las cosas: la economía mundial, a finales de los años
20, podía hacer más de lo que estaba haciendo, las poblaciones de los distintos países
aspiraban a todo porque no tenían casi nada, la productividad favorecía esas expectativas; la
crisis se produjo porque el corsé del Modelo Clásico impedía todo eso. Fue terrible, pero los
cambios que se introdujeron trajeron el periodo más deslumbrante de la historia de la
humanidad.
Ahora sucede todo lo contrario, aunque también se ha agotado la manera como se han
hecho las cosas: el sistema ha estado desperdiciando recursos porque los ha estado
sobreexplotando, todo tipo de recursos, de tal modo que la utilidad marginal de las cantidades
de recursos que se han ido utilizando ha sido decreciente. Para dar salida a los fabricados, al
sistema tan sólo le quedó una salida: permitir el hiperendeudamiento y diseñar los instrumentos
financieros que lo posibilitaran. Ejemplos, miles. ¿A dónde hemos llegado?, pues a un lugar en
el que sobra de todo, en el que se ha alcanzado el límite físico de la capacidad de absorción y
en el que se ha llegado al final de las expectativas de suministro de recursos al ritmo fijado. No
ha sido una cuestión ni de sadismo, ni de estupidez, simplemente la evolución ha llevado a eso
porque no podía llevar a ninguna otra parte.
Más. En el 29 se perdió la confianza, pero la esperanza permaneció; ahora la confianza
(que era mucho mayor porque debía serlo al necesitarse mucha más debido al volumen
alcanzado por el sistema) se está perdiendo a pasos agigantados, pero también la esperanza
se está marchando. En 1929, durante los 30, las madres y los padres estaban convencidos de
que sus hijas e hijos vivirían mejor que ellos, mientras que las hijas e hijos creían que estarían
mejor que sus madres y padres; hoy, sin embargo, no es así: se sabe, se conoce que los
descendientes van a vivir peor que sus progenitores, y eso es nuevo, nuevo y terrible.
Como ven, muy semejantes y, a la vez, muy diferentes.
Bien, sigamos. El crash del 29 estalló, y ya sabemos lo que pasó después. Hoy..., aún no
ha estallado nada y nada va a estallar. Aquello, lo del 29, fue una explosión; esto, lo del 2010,
va a ser un desbordamiento. Esto que estamos viviendo ahora y que se manifestó en
septiembre del 2007, no es más que el inicio de la crisis; es la crisis porque es parte de ella,
pero no es un crash, porque, fundamentalmente, no va a producirse ningún crash. Si quieren
ponerle un nombre a lo que está sucediendo ahora, llámenle precrisis.
Hasta mediados del 2010 vamos a seguir así, aunque 1) tendencialmente, la economía, sus
índices y agregados, cada vez serán peores, y 2) psicológicamente, la población cada vez
estará más jodida. Hasta mediados del 2010 va a producirse un deslizamiento progresivo a
peor, sin caídas profundas, sin grandes desastres (dirán, «¡Hombre!, ¡la quiebra de Lehman!»,
no, no crean: en el fondo es un fallido más, el problema es lo que significa: si hubiese quebrado
en el 2005, casi, casi ni se hubiese comentado), pero cada vez con menores esperanzas.
A finales del 2009 ya será evidente que se acerca una crisis monstruosa; a principios del
2010 se estará aceptado que esa crisis es inevitable, y a mediados comenzará el derrumbe, a
plomo, en vertical. ¿Como en 1929? Menos terrible porque, aunque el Modelo de Protección
Social se halla en retroceso y, además, se producirán recortes en sus gastos, sus restos
actuarán de colchón; pero más terrible porque la población está acostumbrada a un ritmo de
vida que va a cambiar. De todos modos, en parte por el hartazgo de estos años pasados, en
parte por la concienciación ambiental, en parte por el propio pavor generado por la indefensión
que la población sentirá, en parte por la sensación de inevitabilidad que se instalará,
posiblemente la gente no viva excesivamente mal la situación: «Es así, nada se puede hacer».
Esto es «lo que está pasando», esto es «lo que va a pasar». Volveremos sobre el tema.
(Lo que está sucediendo no me ha sorprendido, nada, pero sí cómo está sucediendo.
Sinceramente pensaba —y Uds. han podido leerlo aquí— que la FED, o quien sea, iba a
sostener el tinglado financiero como fuese, hasta noviembre, hasta las elecciones, y no ha sido
así. Me comentaba un amigo que se mueve por el mundo financiero que para los Republicanos
no era justificable, aunque quisiesen, seguir salvando entidades podridas porque hacer eso
restaría fuerza a su propuesta estrella: bajar los impuestos; tal vez, tal vez, pero yo me inclino
por otra interpretación: la cantidad de mierda es tan monstruosa, el grado de contaminación
tan tremendo, el nivel de afectación por la gangrena tan brutal, que se ha llegado a la
conclusión de que ya es inútil/imposible salvar nada, tan sólo suministrar calmantes
[inyecciones de liquidez] hasta que se produzca el fallecimiento.)

APUNTES - 1
[«Nunca volveremos a ver, en términos proporcionales, el valor de los bienes inmuebles al nivel que los hemos visto.»]
Lunes, 6 de octubre
Lo que sigue son eso: apuntes.
1. El plan USA ¿de rescate?, ¿de salvamento?, ¿de intervención? Lo curioso es lo que ha
ido ganando por el camino: de tres páginas a más de cien. Sería interesante poder leer
las tres originales. Muy astutamente, este plan se ha vendido como si fuese la panacea
y para lo único que va a servir es para ganar unas semanas: radioterapia para un
cáncer incurable.
2. El plan, sí. Es insuficiente y de filosofía equivocada. Es insuficiente porque no hay pasta
bastante en el planeta como para restaurar la confianza perdida, y es de filosofía
equivocada porque perdona los pecados pero no exige propósito de enmienda, ¿un
ejemplo?: Europa. Se presenta un proyecto en Bruselas para que quienes emitan bonos
se queden en garantía el 15% de la emisión, los que de verdad mandan lo reducen al
5%, y así va a ser presentado: que mucho cambie para que todo siga igual.
3. El plan, claro. El Estado (qué manía: que no es el gobierno) se queda con papeles que
valen lo que pagarían por su peso y, cuando los activos que escrituran suban, el Estado
los vende y gana una pasta gansa; ya, y cuando mi vecino sea mucho más atractivo se
ligará a Claudia Schiffer. Lo alucinante es que una petición de 0,7 billones pueda
presentarse así, y que quienes tienen que aprobarla la aprueben. ¿Qué indica eso?,
pues que el pavo estaba cocinado antes de ser vendido.
4. El plan, más. Vender los activos cuando su precio suba y así «devolver al pueblo lo que
el pueblo ha aportado». Tomen nota de lo que sigue: nunca, nunca volveremos a ver, en
términos proporcionales, el valor de los bienes inmuebles al nivel que los hemos visto,
¿por qué?, pues porque el valor de los bienes inmuebles que hemos visto era fruto de
unas condiciones que jamás volverán a darse: el valor se llevó hasta el lugar en el que
ha permanecido porque, entonces, fue la forma de hacer negocios. Se acabó; es como
el Nasdaq: nunca, jamás volveremos a verlo a 5.000 puntos: fue fruto de una estrategia
que es irrepetible.
5. Los culpables. Ya hemos hablado de eso, pero da para más. Ahora Europa culpabiliza a
USA de lo que está pasando. Eso es pura hipocresía, es vomitivo, da náuseas. Durante
los días de vino y rosas, mientras la mierda era creada, negociada, cuando poniendo un
dólar en el invento se sacaban 80 al cabo de tres años, nadie decía nada, todo eran
sonrisas, brindis, compadreos, roces de seda salvaje y cashmir en las recepciones
oficiales. Ahora vienen los reproches. Quienes ahora reclaman, ¿no se han enterado de
que dos no pecan si uno no quiere?
6. Darán vueltas, marearán la perdiz, y no se abordará el núcleo del problema —el busilis,
antes se decía—. El sistema ha evolucionado hasta un punto en el que TODO se basa
en el crédito, es decir, para que TODO funcione es imprescindible que haya crédito, que
fluya el crédito, que se demanden créditos, que se concedan créditos, y, cosa
importante, que cada vez se demanden y concedan más y más fácilmente. Ahora esa
maquinaria se ha detenido y las cosas no van; ¿qué sucede?, pues, se dice, que las
entidades financieras han perdido la confianza unas en otras. Sí, sí, es cierto, pero, ¿es
toda la verdad? Imaginemos que esta noche el planeta fuese bañado por un haz de
pseudoneutrinos phi (me los acabo de inventar) procedente de Andrómeda y que ese
haz fuese capaz de restaurar la confianza, ¿se «arreglarían» las cosas?
7. El haz de Andrómeda. ¿Es sólo un tema de confianza, o hay algo más? ¿Las entidades
financieras han dejado de dar créditos porque no se tienen confianza unas a otras y no
la tienen en quienes se los piden, o es que, pura y simplemente, no pueden prestar más
porque no tienen pasta que prestar? La confianza, cuando se rompe ya no puede
repararse, pero sí, en ciertos casos, puede comprarse: entonces se llama conveniencia;
pero ni por ésas. Entonces, ¿para qué hacer planes para restaurar la confianza?
8. Irlanda. Es genial: el Estado garantiza, hasta finales de septiembre del 2010, todos los
depósitos de los principales bancos irlandeses, es decir y en el fondo, todos los fondos.
Si se piensa medio minuto se ve que es materialmente imposible, es una boutade: a día
de la fecha, los depósitos bancarios de Irlanda rondan los 0,5 billones de euros mientras
que el presupuesto de ingresos del Estado para el 2007 asciende a 94.000 millones y la
deuda externa suma 1,3 billones. Pero es genial: «Que nadie se preocupe, yo garantizo
los depósitos». Las promesas, ¿se hacen para cumplirlas?, ¡claro!, OK, pero, será si se
puede, ¿no? Y además: mediados del 2010: justo hasta que empiece la crisis.
9. Entidades financieras (qué manía con hablar sólo de «los bancos»). La medida de
Irlanda ha hecho pupa: hay quienes dicen que hay que aumentar las garantías de los
depósitos: da seguridad; hay quienes dicen que no: alarma. Gentes avispadas ya están
moviendo fondos hacia Irlanda; por favor, seamos lógicos. El fondo de garantía español
asciende a 6.000 millones, y la suma de depósitos a la vista de residentes en el Reino,
a 31 de julio, ascendía a 1,7 billones. Las entidades financieras tienen razón: el FGD
puede servir para un problemita muy concreto en una entidad muy pequeñita y muy
concretita, nada más. ¿Por qué?
10. El dinero. En el fondo, lo que sucede es que hay dos tipos de dinero. Uno es el dinero
de la gente, el que Mr. Smith de Baltimore tiene en su cuenta de la entidad financiera
X, y el que tiene la Sra. López de Manresa; otro es el resto, el de los grandes
inversores, el de los gigantescos apalancamientos, ese que, a ojo de buen cubero,
puede ascender a una cifra entre 25 y 30 veces el PIB del mundo. La mayoría del
dinero de la gente sólo está en los ordenadores: las entidades financieras, de media,
sólo tienen el efectivo del 1% de los depósitos que la gente efectúa.
11. Las garantías. Como las palabras lo soportan todo, cualquiera puede garantizar lo que
quiera en cualquier parte, pero Uds. saben que las garantías, como los seguros, están
para no tener que utilizarlas. Es una desgracia tener que utilizar la cobertura de un
seguro (que no deja de ser una garantía), pero bueno, si hay que hacerlo, se hace. El
problema llega cuando un porronazo de gente exige que se le satisfagan sus garantías,
y aquí viene el toque mágico. La población, de alguna manera, ha depositado en las
entidades financieras billetes, pero la mayoría de esos billetes no están: han sido
transformados en otras manifestaciones, incluso puede que en otro tipo de dinero.
Tremendo, ¿no?
12. El megadinero. Cuando el gestor de un fondo de inversión chasquea sus dedos y
mueve 3.000 millones de dólares de un «sitio» a «otro», aunque aparentemente nada
suceda, pasan muchas cosas, entre ellas, que ese megadinero puede entrar en
contacto con el minidinero de la gente. Los dos juntos pueden hacer cosas geniales,
pero, también, cosas que en un principio sean alabadas y, luego, maldecidas, como,
por ejemplo, las subprime. Lo que sucede es que, como en la batalla de Rocroi, puede
que llegue a saberse los que eran al principio contando los muertos que haya al final.
(Por cierto, ¿saben lo que significa que las entidades que iban a entrar en el Hypo se hayan
echado para atrás? [http://www.bloomberg.com/apps/news?
pid=20601087&sid=aHXP07xJRrgA&refer=home]. Pues pienso que no es porque hayan
encontrado más porquería de la que creían cuando han entrado, sino que no se ven capaces
de limpiarla, que no es lo mismo.)
Mañana seguimos.

APUNTES - y 2
[«No hay una única Europa: hay muchas. Mientras “todos-éramos-necesarios”, no pasó nada (...); pero eso se acabó.»]
Martes, 7 de octubre
Seguimos apuntando.
13. Se va a aguantar la situación unos cuantos meses más: con los 0,7 billones, con ese
fondo de garantía europeo que Alemania, con la boca pequeña, dice no querer, con
declaraciones como las del Sr. Berlusconi: «No consentiré ataques especulativos
contra nuestros bancos». Pues vale; como decía, como sea; se va a aguantar porque
aún no debe hundirse nada. No hace mucho, en una entrevista radiofónica, me
preguntaron cómo la ciudadanía de a pie percibiría que las cosas empezaban
verdaderamente a torcerse; sin dudarlo dije: «Cuando quiebre un banco», y, reparen
en que no ha quebrado ningún banco al que acceda la ciudadanía de a pie. Se va a
evitar, al menos durante siete u ocho meses: las elecciones USA, la toma de posesión,
y un poco más, luego...
14. Harán lo que sea, por ejemplo con el Plan: aumentar la garantía de los depósitos de
los actuales 100.000 a 250.000 dólares; ¡como si garantizan tres millones! ¿Alguien
cree que hay pasta —real— suficiente en el planeta como para aplicar esa garantía?
Alguien ha colado en el Plan una cosa realmente chusca: rebajas fiscales. Los dos
partidos están a bofetadas con el tema de las rebajas de impuestos y el Plan incorpora
rebajas por 150.000 millones de dólares; ya, ya, para energías renovables y cosas
así, OK, OK, pero lo único cierto es que el Estado va a ingresar menos pasta.
15. Y los emergentes (ya saben: subdesarrollados en mayor o menor medida) para abajo.
Por favor, ¿podrían levantar la mano quienes decían hace pocos meses: «Los
emergentes están al margen de tensiones»? Esas economías son rabiosamente
dependientes del exterior: a nivel financiero. Cierto, cierto: tienen commodities, pero,
¿qué más tienen?: nada, y ese todo han de importarlo; si a eso añadimos niveles
demográficos desmesurados y carencias descomunales...
16. No hemos dicho nada de España. Los presupuestos del 2009: el 40% del gasto para
desempleo y pensiones: 4 euros de cada 10. Ni critico ni alabo. Pienso: si los
gobernantes del Reino han presupuestado eso, teniendo en cuenta que no cesan de
decir que la economía española es sólida, ¿qué acabará sucediendo en realidad?
(pero esto no lo pregunta el principal partido de la oposición).
17. Y Europa, claro. La frase que resume la situación actual: Henri Guaino, el brazo
derecho intelectual del presidente de la República Francesa: «No son reglas para
tiempos de crisis» (El País, 3.10.2008, pág. 24); ¡absolutamente genial!, y verdadera.
La UE fue imaginada, concebida y alumbrada a lo largo de la década de los 50:
cuando el mundo y Europa «iban-a-más», cuando las expectativas eran fulgurantes,
cuando todo era posible, cuando se sabía que mañana íbamos a estar mejor que hoy y
peor que pasado mañana; entonces se diseñaron unas reglas, se esbozaron unos
principios, y, bueno, hay que reconocer que la UE ha funcionado aceptablemente bien.
18. Europa (satélite de Júpiter y protagonista de la obra de Arthur C. Clarke, 2010:
Odissey Two; ¿título premonitorio?). A medida que han ido pasando los años se ha ido
poniendo de manifiesto el principal problema de la idea «Europa»: no hay una única
Europa: hay muchas. Mientras «todos-éramos-necesarios», no pasó nada: todos
podíamos estar en el mismo bar tomando cervezas; pero eso se acabó; y aquella cosa
de la que empezó a hablarse (antes de tiempo: por eso se dejó de hablar de ella) a
principios de los 2000: la «geometría variable», se pondrá de moda; pero no una
geometría variable para avanzar, sino para sobrevivir.
19. Europa. Mientras estamos viviendo los días de vino y rosas, todo es genial: casi
siempre se está bien de vacaciones, pero cuando empiezan los fríos y las rutinas se
pone de manifiesto que aquellas reglas de convivencia no fueron diseñadas para estos
ambientes. Entonces, ¿qué hay que hacer?: ¿cambiar las reglas o romper la baraja?
De momento cambiar las reglas, ya está acordado: los 4 Grandes acudirán en auxilio
de las entidades financieras que lo necesiten. Tampoco servirá de nada pero, hacer
eso, ¿no significa pasar del BCE?
20. Una de las cosas que decía en la serie «La crisis del 2010» que ustedes leyeron aquí
fue que una de las economías que menos iban a padecer la crisis que viene iba a ser
la británica; pese a lo que hoy pueda parecer, no sólo lo mantengo, sino que me
reafirmo en ello. The UK tiene una ventaja sideral sobre «el continente» en estos
tiempos complicados: no pertenece al área euro, más aún: no pertenece a ningún área
monetaria. Esto, que durante unos cuantos años (los años del pseudoboom) ha podido
representar algún problemilla para la economía británica (muy relativo, muy relativo) va
a ser ahora una ventaja tremebunda porque podrá hacer lo que crea conveniente sin
necesidad de romper ninguna baraja ni de cambiar ninguna regla. (Por favor, no olviden
esto y, en el 2011, recuerden que lo dije yo.)
21. Europa. El BCE, M. Trichet, no ha bajado los tipos, pero está pensando en bajarlos:
los va a bajar: a finales del 2009, principios del 2010, serán negativos. El presidente
del BCE sabe que ni sirve de nada bajar los tipos ahora ni va a servir bajarlos en el
futuro, pero lo hará. ¿Por qué?, pues porque hemos llegado a un punto en el que algo
tiene que hacer. «Pero —alguien dirá—, debido a las expectativas que la bajada
generará puede que la inflación repunte un poco»; ya, pero será muy poco porque la
tendencia del consumo es y será a la baja, y además, aunque entonces repunte un
poco la inflación, dará lo mismo.
22. El FMI ha dicho que habrá que ir a la Gran Depresión para encontrar un escenario
como el que se está formando, que el tema financiero es muy serio, que aunque hayan
sido impelidos por las circunstancias, hemos hecho de aprendices de brujo (eso no lo
dice así, pero lo insinúa), y eso se paga:
http://www.imf.org/external/french/pubs/ft/weo/2008/02/pdf/sumf.pdf. El pasado
viernes, La Vanguardia, de Barcelona, publicó una entrevista conmigo (no dije nada
que ustedes no hayan leído aquí, pero si quieren:
http://www.lavanguardia.com/economia/20081003/53552573696/santiago-ninobecerra-
en-2010-empezara-la-crisis-de-verdad-y-sera-brutal-terrible.html). Son
interesantes los comentarios de los lectores: muchos no quieren creer nada porque no
quieren pensar en cosas feas; bueno, parafraseando a aquel cómico: «El FMI está
conmigo».
23. El FMI ya lo dice: su presidente: M. Dominique Strauss-Khan: «Estamos ante una crisis
sistémica y eso requiere soluciones sistémicas» (El País Negocios, 5.10.2008). (Entre
ustedes y yo: no existen las soluciones sistémicas, existen los ajustes del sistema tras
la crisis, pero en fin.) Crisis. En los últimos dos mil años ha habido dieciocho crisis
como la que viene. ¡Nos ha tocado! Nos ha tocado.


LA GRAN DEPRESIÓN
El agotamiento de la capacidad de endeudamiento provocó la disminución del consumo.»]
Viernes, 21 de noviembre
¿Cómo dicen?, ¿que por qué voy a hablarles de esto?, pues para que lo sepan o lo recuerden,
que nunca está de más saber cosas o recordarlas: ya saben lo que se dice: «El saber no
ocupa lugar» (sí ocupa). De entrada, quédense con dos cosas: 1) el crash del 29 y la
Depresión fueron una crisis sistémica, y 2) el proceso fue muy complejo porque intervinieron
numerosas variables, pero su esencia fue muy, muy simple. Bien, vamos allá.
El esquema que viene a continuación les ayudará, espero, a ir siguiendo todo el desarrollo.
(Sugerencia: vayan siguiendo las referencias numéricas.)
La pregunta de siempre: ¿son galgos o son podencos? ¿Qué cosas produjeron el inicio de
la Gran Depresión? La respuesta: un montón, pero, pienso, una sobresalió por encima de
todas las demás: el agotamiento de la capacidad de endeudamiento (2) provocado por el
incremento desaforado del crédito (1) que se produjo, incremento desaforado que fue
orquestado, fomentado y jaleado por las entidades financieras. Pero el agotamiento de la
capacidad para endeudarse tuvo dos implicaciones de hondo calado. Por un lado los impagos
comenzaron a aumentar (3), por el otro, se produjo el hundimiento en la demanda de nuevos
créditos (3).
A la vez, el agotamiento de la capacidad de endeudamiento provocó la disminución del
consumo (4), lo que se unió a la reducción de una inversión en el sector agrario (5) que había
ido aumentando a lo largo de los años 20. Ambos hechos forzaron una situación de
sobreproducción en el sector agrario (6), y a ello se unió el exceso de oferta de productos
tropicales (7).
El decremento en el consumo también afectó a las compañías productoras de bienes
industriales: se produjo el parón de su producción, pero eso ocurrió cuando los almacenes se
hallaban repletos de stocks, stocks para los que no había demanda. A la vez, la situación de
sobreoferta en el sector agrario condujo a un decremento de precios en ese sector (8), lo que
forzó la reducción de los beneficios (9), una oleada de impagos de créditos solicitados por los
granjeros (10) y el hundimiento de sus compras de maquinaria y utillajes al sector industrial
(10), y el desahucio de muchas propiedades agrarias por parte de los acreedores bancarios
(11).Y claro: el parón en el sector industrial (6 y 11) causó un aumento espectacular del
desempleo del factor trabajo, lo que llevó a sendas oleadas de impagos: por parte de las
compañías (12) y por parte de sus trabajadores (12 y 13). Caída de beneficios de las
empresas industriales y empeoramiento de sus expectativas condujeron al hundimiento en la
cotización de sus acciones (12), acciones muchas de las cuales habían sido adquiridas a
crédito. A esto se unió la quiebra de gran número de entidades financieras ahogadas por los
impagados provocados por personas y empresas (14). La realimentación de ambos
fenómenos profundizó en las caídas bursátiles (15), y los desahucios y el desempleo en la
miseria (15). Llegados a este punto la economía estadounidense había entrado en un proceso
deflacionario que, en su primera fase, se extendió entre 1930 y 1933.
La segunda fase fue, en proporción, peor: el New Deal inyectó mucha pasta en el sistema,
pero como el marco que encuadraba la escena no entendía eso-del-gasto-público, a la que la
pasta cesó de manar, en 1936, vuelta al escenario depresivo.
¿Por qué les cuento esto? Hagan abstracción de cuándo sucedió lo que acaban de leer y
mediten sobre la secuencia de hechos y sobre lo que los provocó; ¿ya? Ahora analicen dónde
se encuentra la economía mundial y qué ha hecho que llegara a este lugar; ¿sí?
Pues por eso: por eso se lo he contado.
(Simplemente el título impresiona: «GM Tumbles to Lowest Since ‘30s, Ford Falls as Aid
Plan Falters» [http://www.bloomberg.com/apps/news?
pid=20601087&sid=anrUMAPY5Uwk&refer=home]. Impresiona.)
2009

ENTIDADES FINANCIERAS, Y MÁS
[«¿Cómo se financió el «España va bien y más que bien»? Pues con crédito puro y duro.»]
Jueves, 5 de febrero
Las entidades financieras españolas, en particular, bancos y cajas, ¿dónde están? ¿Qué futuro
les depara la evolución de las cosas de la economía? Existe una especie de obsesión de
diversos políticos en el gobierno y también de algunos muy altos funcionarios de la
Administración en proclamar que las entidades financieras españolas están requetebién; pues
lo siento, pienso que no, que no lo están, y no lo están por dos motivos: porque son tan
postglobales como cualquier entidad financiera internacional, y porque tienen un paquete
explosivo en el sótano cuyo temporizador es imposible de detener: las Spanish Subprime.
La reunión del pasado 2 de febrero entre el presidente del gobierno, el ministro de
Economía y The Big Six, ¿de qué sirvió?, ¿para qué sirvió? El País del día 3 publicó una foto
de la reunión en la que el señor Emilio Botín aparece con una cara de circunstancias que es un
poema, mi lectura (la mía): «¡Pero qué estamos haciendo aquí!». Puede que The Big Six y el
resto, en estos pasados seis años, hayan obtenido pingües beneficios, pero les van a salir muy
caros, y lo saben.
De entrada están siendo demonizados por el gobierno y por la ciudadanía: en el pasado,
«tuvieron la culpa de que hayamos llegado a donde hemos llegado debido a que dieron
créditos a troche y moche»; ahora, «tienen la culpa de que no salgamos de esta situación
porque no están dando créditos ni a su madre». Y encima tienen que darse golpes de pecho
porque es lo que ahora está de moda. Cuando «España iba bien y más que bien», ¿quién, de
la cúpula, dijo a esas entidades: «Cuidado, os estáis pasando»?; ahora mismo yo sólo
recuerdo un nombre: Jaime Caruana, y lo dijo muy suavemente. Ellas a su negocio, y animadas
a que siguieran adelante.
El Sr. Miguel Martín, el presidente de la AEB, ha dado en el clavo: ha sido la economía real
la que ha afectado al sistema financiero: lo que nadie se atreve a decir: ¿cómo se financió el
«España va bien y más que bien»? Pues con crédito puro y duro. Las entidades financieras
españolas endeudándose en el exterior para que por la fuente crediticia interna no dejase de
manar pasta, pasta que era convertida en crédito y con la que se financiaba ese crecimiento
español que era la envidia del mundo mundial, créditos que no eran más que deudas con las
que las personas físicas y jurídicas españolas iban clavando las tapas de sus ataúdes
económicos..., porque detrás había muy poco.
Si verdaderamente lo creen, se equivocan quienes lo dicen: las entidades financieras
españolas no son fuertes: deben una cantidad astronómica de pasta y a ellas les deben otra
cantidad igual de astronómica, y se la deben gentes que van a ir perdiendo su fuente de
ingresos a la velocidad con la que Flash Gordon recorría el espacio interestelar. ¿Es cierto que
no tienen títulos subprime en sus activos?, vale, genial, pero, ¿cuántos créditos hipotecarios de
trabajadores que ya han perdido sus empleos o que van a perderlos en los próximos meses
tienen? ¿Alguien ha calculado eso?, seguro que sí. ¿Dicen que la tasa de impagados (no es
ése su nombre, ya lo sé) va a llegar al 7,2% en el 2009? Y a más también, y más aún en el
2010, y más en el 2011. ¿Hasta cuándo se puede aguantar yendo a peor?
Y ellas lo saben, mejor que ustedes y que yo. Pero los políticos continúan explicando
películas. Dicen que han dado pasta a las entidades financieras para que concedan créditos;
¿a quiénes?, ¿a personas que saben que no los van a poder devolver? Esa pasta va a servir
para cubrir parte de la oleada de impagos que ya están empezando a tener; y el gobierno lo
sabe (y el principal partido de la oposición también, por eso está tan callado en este tema).
¿El asunto del espionaje de Madrid?, pienso que es una bendición: está ocupado en eso (que
en el fondo al trabajador de Peugeot que le van a mandar a casa durante 45 días le importa un
rábano, y así no tiene que hablar de cosas peliagudas: de lo que verdaderamente le importa a
ese trabajador de Peugeot), pero mira hacia otro lado y se empecina en repetir que las
entidades financieras tienen que dar más créditos.
Este asunto, el de las entidades financieras, se vincula con el automóvil. Veamos. No se
venden coches: a) porque «no se dan créditos» (sabido), b) porque las/los potenciales
compradoras/es tienen miedo a perder su empleo (se habla poco de esto: es feo), y c) porque
la gente está empezando a preguntarse si, realmente, necesita un coche nuevo (de esto no se
dice ni pío). Pero hay otro nivel de pregunta que es tabú: no se venden automóviles, OK, pero,
fundamentalmente, en relación a una capacidad productiva instalada que se ha basado en el
crédito barato. Va una herejía: la única vía para resolver el problema del subsector del
automóvil es reducir la oferta de coches y redefinir la que es idónea. Con las entidades
financieras sucede algo muy parecido.
Miren la expresión del rostro del señor Emilio Botín en la referida foto. Está en la pág. 16
de El País del 3 de los corrientes; vale la pena.
(El Tigre Celta: ¿quién se acuerda hoy de él? Ya lo dijimos: un despropósito creado y
sostenido durante el tiempo conveniente. En fin.)

MEMORIA HISTÓRICA
El resultado de esta ley fue el decremento de la oferta monetaria en la antigua Zona Republicana en unos 6.000
millones de pesetas de 1939.»]
Miércoles, 1 de abril
Se lleva tiempo hablando de la memoria histórica, mucho tiempo, y también de muchos temas
que en ese gran epígrafe pueden considerarse, pero no se habla de un hecho que da poco
juego político porque es muy técnico. Su origen fue una ley, y sus efectos se dejaron sentir
durante años, durante décadas. Hoy, en el 70 aniversario de la finalización de la Guerra Civil
española, pienso que debe ser recordado; aquí, sí, porque fue un hecho que,
independientemente de sus repercusiones, fue esencialmente económico.
Al poco de iniciarse la Guerra Civil se fue poniendo de manifiesto un problema cuya
solución, cuando fuese abordada, y aunque tuviese necesariamente que basarse en criterios
técnicos, podría ser afrontada desde una doble vertiente cuyas posibilidades eran alternativas
y excluyentes.
La Guerra Civil española fue una guerra de movilidad, de constantes progresiones
territoriales en las que, la gran mayoría de las veces, el llamado Bando Nacional ganaba
territorio al Bando Republicano; este aspecto encerraba un problema añadido porque se
habían realizado impresiones de moneda por parte de entes habitualmente no autorizados, a
fin de posibilitar las transacciones económicas en circunstancias de relativo aislamiento; ese
proceder fue bastante usual en áreas del Bando Republicano. Por otra parte se contabilizaban
las emisiones realizadas por el Gobierno Republicano tras el inicio de la guerra.
En julio de 1937, el gobierno de Burgos promulgó la Ley de Bloqueo de Cuentas Bancarias,
que era de aplicación automática en las zonas que fueran siendo ocupadas; la ley suponía la
clasificación de los saldos de estas cuentas en cuatro grupos: las cuentas abiertas después
del 18 de julio de 1936 y que hubiesen tenido movimientos; las que habían sido abiertas antes
de dicha fecha y que también presentasen movimientos; las cuentas que correspondían a
contratos a ejecutar en fechas posteriores al día en que acabó la guerra; y las cuentas
integradas por depósitos constituidos con dinero emitido por el Gobierno Republicano después
del 18 de julio de 1936.
Ya finalizada la guerra, el 9 de noviembre de 1939, se promulgó una ley que sentó las
bases del modelo monetario del Franquismo y que constituía una de las bases de lo que iba a
ser el sistema dirigista de la postguerra. Así, se eliminaron los topes anteriormente existentes
en las emisiones monetarias y se decretó el curso forzoso de los billetes emitidos por el Banco
de España, retirándose de la circulación las monedas de plata y cobre. A la vez, el Banco de
España pasó a ser el instrumento monetario del ministerio de Hacienda, lo que equivalía, en la
práctica, a abrir la puerta de la impresión de billetes al criterio político de turno, como más
adelante sucedió. Sin embargo, la cuestión crucial era: ¿qué cambio debía aplicarse a la
conversión del dinero republicano?
Se formó una comisión de estudio que elaboró un informe que presentó tres opciones:
incrementar la oferta monetaria por el total de emisiones realizadas; tomar como baremo la
cotización de la peseta en la Bolsa de París el día en que dio comienzo la contienda; y
establecer unos coeficientes en función de la evolución del índice de precios. La solución
escogida quedó reflejada en la Ley de Desbloqueo de 7 de diciembre de 1939.
Fueron pura y simplemente anulados todos los billetes emitidos por los Gobiernos
Republicanos después del 18 de julio de 1936, lo que sumió en la más absoluta miseria a
muchísimas familias, más cuanto más tardaron sus áreas de residencia en ser ocupadas por
las tropas del Bando Nacional, ya que habían percibido salarios y rentas en billetes
republicanos durante mayor tiempo.
Los saldos de las cuentas sin movimientos desde el 18 de julio de 1936, fueron convertidos
a la par, ya que, al no haber sido utilizadas, no se habían efectuado ingresos de billetes
republicanos, por lo que sus saldos eran «puros».
Además, fueron ignoradas las deudas que el Gobierno Republicano había adquirido
después del 18 de julio de 1936 ya que el gobierno firmante no era considerado legal por los
vencedores.
Las cuentas abiertas después del 18 de julio de 1936, o que hubiesen tenido movimientos
con posterioridad a dicha fecha, al ser imposible dilucidar la moneda utilizada para realizar los
ingresos (si había sido emitida con anterioridad o con posterioridad al 18 de julio de 1936)
fueron divididas en siete grupos a los que se aplicó una escala decreciente en función de lo que
tardaron en ser ocupados los lugares de establecimiento de los bancos depositantes. Esta
medida también provocó la miseria en numerosas familias que vieron disminuidos sus saldos
por el único motivo de tener su residencia en una u otra localidad española.
El resultado de esta ley fue el decremento de la oferta monetaria en la antigua Zona
Republicana en unos 6.000 millones de pesetas de 1939, más de 7.000 millones de euros a
precios del 2009 (medidos en términos de equivalencia en precios, no de realidad económica:
en 1939, por una peseta podían ser adquiridos bastantes más bienes de los que podían ser
adquiridos por un euro en el año 2009). ¿Qué se pretendió lograr con esta ley?
Finalizada la guerra y desde el punto de vista monetario, era obvio que algo debía hacerse
para racionalizar la gran cantidad de billetes variopintos existentes en la Zona Republicana.
Pero la Ley de Desbloqueo fue a castigar a unas gentes por el mero hecho de haber estado en
una zona «enemiga»; sin embargo, a la vez se castigó a la totalidad de la economía española
al verse reducida de un plumazo la cantidad de dinero en circulación, con los efectos que ello
comportó sobre la actividad económica.
Nadie habla ya de la Ley de Desbloqueo de cuentas bancarias de 1939, sin embargo he
creído importante recordarla hoy, en este 70 aniversario de la finalización de una de las últimas
guerras habidas en Europa.

POSTURAS
[«Somos humanos y queremos crecer porque creciendo se obtienen cosas, placeres, experiencias, que no se obtienen
si no se crece.»]
Miércoles, 15 de abril
No piensen en eso: se equivocan.
Ya ha pasado la Cumbre de Londres, ya hemos avanzado un poco más en la precrisis; se
continúa pensando que EL milagro es posible. Ante la situación en que nos encontramos
(nuestra economía, la europea, la de todos) se habían delimitado cuatro posturas.
1) La oficial en USA, la que podríamos denominar la Postura Obama. Dice que hay que
inyectar mucha pasta en el sector financiero (las aseguradoras pertenecen a él: ¿qué
maneja una aseguradora, qué mueve?); también en compañías «sensibles», como las
automovilísticas; pienso que también la inyectarían —la inyectarán— en aquellas
«esenciales», como las médicas, las de servicios básicos... Es una postura que
pretende rescatar, salvar; admite que se han hecho burradas, pero no duda de los
fundamentos del sistema, de que tiene que ser remozado, sí, de ahí la «licencia para
matar» que ha solicitado el secretario del Tesoro al Congreso, pero después del
salvamento, y sin obligar a limpiar los balances.
2) La imperante en la UE, la que puede calificarse como Postura Merkel. Afirma que sí,
que hay que meter fondos en el sector financiero, pero con tiento porque los países que
integran la UE no están todos revueltos, que cada uno es un mundo que en poco se
asemeja al vecino, que nada obliga a nada a quien no quiere sentirse obligado; en
consecuencia, hay que ver cómo van evolucionando las cosas y resguardar lo propio
porque todos tienen problemas y no están las cosas para que otros se beneficien de lo
que hacen unos; además, la Europa occidental va a tener que afrontar un coste fijo
creciente: el Modelo de Protección Social. Esta postura es reguladora, dice que hay que
cambiar métodos que se han demostrado inadecuados.
3) La que puede denominarse Postura Krugman-Stiglitz. Dice que hay que inyectar
muchisísima pasta, muchisísima más de los más de 2,3 billones que ya han metido las
administraciones Bush y Obama; que hacerlo, por malas que sean las consecuencias
que tenga, serán menos malas que no hacerlo; pero, además, hay que regular a fondo
una serie de aspectos. Los Premios Nobel dicen que el modelo financiero imperante ha
fracasado: el resultado de ese fracaso ha sido el follón que se ha generado, por ello
debe ser modificado.
4) La que dice que da igual lo que se haga, ya que el problema no reside en que unas
cuantas personas inútiles y desaprensivas hayan hecho muchas cosas mal porque no
existían procedimientos que controlasen que esas personas pudieran diseñar
mecanismos perversos y que evitasen que los pusieran en funcionamiento; es una
postura que dice que no existen culpables, que nadie es culpable de lo que ha sucedido
ya que no era posible hacer algo diferente..., si se quería que las economías de muchos
países continuasen creciendo y que creciesen las economías de unos países que luego
fueron calificados de «emergentes». Esa postura es la mía; no tiene nombre:
denomínenla como quieran.
La 1), 2) y 3) confluyeron en Londres: tenía que ser así.
En 1973 el sistema económico llegó a un final, final que se confirmó en 1979; las
alternativas eran: a) adaptarse al nuevo escenario de commodities más caras, y crecer mucho
menos, y b) cambiar de calle y continuar creciendo. Evidentemente se escogió la segunda;
¿porque unos cuantos gobiernos y unos cuantos CEOs se volvieron subnormales de golpe?
No, porque somos humanos y queremos crecer porque creciendo se obtienen cosas, placeres,
experiencias, que no se obtienen si no se crece, y cuanto más se crece de la manera como se
crecía transitando por la calle que se tomó, más cosas, más placeres y más experiencias
pueden obtenerse; en consecuencia... Ahora podemos rasgarnos las vestiduras y maldecir
todo lo que queramos, pero quienes hicieron lo que hicieron lo hicieron porque eso que hicieron
constituía el único modo para crecer en el entorno entonces existente; y se creció; y todo el
mundo se puso muy contento.
Lo que indica todo ese horror que está comenzando, la crisis sistémica en la que estamos
adentrándonos, es que el modo de funcionamiento que se escogió en 1979 para seguir
creciendo, modo al que se le conectó un turbo en 1991, y al que se le inyectó nitro en el 2003,
se ha agotado, que ya no da más de sí. ¿Que ya no se puede continuar creciendo como
hemos crecido? Exacto: no-se-puede; por mucha pasta que se meta en el sistema, por amplia
que sea la licencia para matar que se conceda a superagencias superpoderosas, por mucha
regulación que se implante en el sector financiero; no es posible porque el sistema se ha roto,
y lo que hay que hacer es saltar a un nivel superior, sobre el boquete creado: eso es lo que
hay que hacer cuando se produce una crisis sistémica: abordar un cambio sistémico; el
problema es que para hacer eso la crisis tiene que producirse: ¿es inevitable? Pues, es una
putada, pero sí.
Introduzco un concepto nuevo: hablaremos más de él: «Descrecimiento». ¿Qué es?, pues
ahora no es nada, pero será. La recuperación, que vendrá, no será volver a «lo de antes»: se
ha acabado el hipercrédito ultrafácil alimentado por dinero superbarato dedicado a
megaconsumo y productor de hiperendeudamiento: eso se acabó, y jamás volverá, ¡jamás!,
porque es una fase superada. La recuperación, tras la crisis, pivotará sobre la eficiencia; tras
la crisis, y en la crisis habrá que pagar el maravilloso crecimiento que hemos tenido en estos
maravillosos años, ¿cómo?, descreciendo.
Capacidad productiva instalada que ya no se utilizará nunca más, factores productivos que
no serán necesarios, capitales virtuales situados en el éter, PIB que está ahí aunque tan sólo
en forma de proyecto, aguardando, nunca será ni podrá ser; eso es descrecer, y claro, se
desconsumirá. Volveremos sobre esto.
«Bueno. Pues vale», dice el del fondo; sí, pero eso tiene consecuencias. También
volveremos sobre eso.

> � )9 l ��� `F� rmal style='margin-bottom:0cm;margin-bottom:.0001pt;text-align: justify;line-height:normal;mso-layout-grid-align:none;text-autospace:none'>se queden en garantía el 15% de la emisión, los que de verdad mandan lo reducen al

5%, y así va a ser presentado: que mucho cambie para que todo siga igual.
3. El plan, claro. El Estado (qué manía: que no es el gobierno) se queda con papeles que
valen lo que pagarían por su peso y, cuando los activos que escrituran suban, el Estado
los vende y gana una pasta gansa; ya, y cuando mi vecino sea mucho más atractivo se
ligará a Claudia Schiffer. Lo alucinante es que una petición de 0,7 billones pueda
presentarse así, y que quienes tienen que aprobarla la aprueben. ¿Qué indica eso?,
pues que el pavo estaba cocinado antes de ser vendido.
4. El plan, más. Vender los activos cuando su precio suba y así «devolver al pueblo lo que
el pueblo ha aportado». Tomen nota de lo que sigue: nunca, nunca volveremos a ver, en
términos proporcionales, el valor de los bienes inmuebles al nivel que los hemos visto,
¿por qué?, pues porque el valor de los bienes inmuebles que hemos visto era fruto de
unas condiciones que jamás volverán a darse: el valor se llevó hasta el lugar en el que
ha permanecido porque, entonces, fue la forma de hacer negocios. Se acabó; es como
el Nasdaq: nunca, jamás volveremos a verlo a 5.000 puntos: fue fruto de una estrategia
que es irrepetible.
5. Los culpables. Ya hemos hablado de eso, pero da para más. Ahora Europa culpabiliza a
USA de lo que está pasando. Eso es pura hipocresía, es vomitivo, da náuseas. Durante
los días de vino y rosas, mientras la mierda era creada, negociada, cuando poniendo un
dólar en el invento se sacaban 80 al cabo de tres años, nadie decía nada, todo eran
sonrisas, brindis, compadreos, roces de seda salvaje y cashmir en las recepciones
oficiales. Ahora vienen los reproches. Quienes ahora reclaman, ¿no se han enterado de
que dos no pecan si uno no quiere?
6. Darán vueltas, marearán la perdiz, y no se abordará el núcleo del problema —el busilis,
antes se decía—. El sistema ha evolucionado hasta un punto en el que TODO se basa
en el crédito, es decir, para que TODO funcione es imprescindible que haya crédito, que
fluya el crédito, que se demanden créditos, que se concedan créditos, y, cosa
importante, que cada vez se demanden y concedan más y más fácilmente. Ahora esa
maquinaria se ha detenido y las cosas no van; ¿qué sucede?, pues, se dice, que las
entidades financieras han perdido la confianza unas en otras. Sí, sí, es cierto, pero, ¿es
toda la verdad? Imaginemos que esta noche el planeta fuese bañado por un haz de
pseudoneutrinos phi (me los acabo de inventar) procedente de Andrómeda y que ese
haz fuese capaz de restaurar la confianza, ¿se «arreglarían» las cosas?
7. El haz de Andrómeda. ¿Es sólo un tema de confianza, o hay algo más? ¿Las entidades
financieras han dejado de dar créditos porque no se tienen confianza unas a otras y no
la tienen en quienes se los piden, o es que, pura y simplemente, no pueden prestar más
porque no tienen pasta que prestar? La confianza, cuando se rompe ya no puede
repararse, pero sí, en ciertos casos, puede comprarse: entonces se llama conveniencia;
pero ni por ésas. Entonces, ¿para qué hacer planes para restaurar la confianza?
8. Irlanda. Es genial: el Estado garantiza, hasta finales de septiembre del 2010, todos los
depósitos de los principales bancos irlandeses, es decir y en el fondo, todos los fondos.
Si se piensa medio minuto se ve que es materialmente imposible, es una boutade: a día
de la fecha, los depósitos bancarios de Irlanda rondan los 0,5 billones de euros mientras
que el presupuesto de ingresos del Estado para el 2007 asciende a 94.000 millones y la
deuda externa suma 1,3 billones. Pero es genial: «Que nadie se preocupe, yo garantizo
los depósitos». Las promesas, ¿se hacen para cumplirlas?, ¡claro!, OK, pero, será si se
puede, ¿no? Y además: mediados del 2010: justo hasta que empiece la crisis.
9. Entidades financieras (qué manía con hablar sólo de «los bancos»). La medida de
Irlanda ha hecho pupa: hay quienes dicen que hay que aumentar las garantías de los
depósitos: da seguridad; hay quienes dicen que no: alarma. Gentes avispadas ya están
moviendo fondos hacia Irlanda; por favor, seamos lógicos. El fondo de garantía español
asciende a 6.000 millones, y la suma de depósitos a la vista de residentes en el Reino,
a 31 de julio, ascendía a 1,7 billones. Las entidades financieras tienen razón: el FGD
puede servir para un problemita muy concreto en una entidad muy pequeñita y muy
concretita, nada más. ¿Por qué?
10. El dinero. En el fondo, lo que sucede es que hay dos tipos de dinero. Uno es el dinero
de la gente, el que Mr. Smith de Baltimore tiene en su cuenta de la entidad financiera
X, y el que tiene la Sra. López de Manresa; otro es el resto, el de los grandes
inversores, el de los gigantescos apalancamientos, ese que, a ojo de buen cubero,
puede ascender a una cifra entre 25 y 30 veces el PIB del mundo. La mayoría del
dinero de la gente sólo está en los ordenadores: las entidades financieras, de media,
sólo tienen el efectivo del 1% de los depósitos que la gente efectúa.
11. Las garantías. Como las palabras lo soportan todo, cualquiera puede garantizar lo que
quiera en cualquier parte, pero Uds. saben que las garantías, como los seguros, están
para no tener que utilizarlas. Es una desgracia tener que utilizar la cobertura de un
seguro (que no deja de ser una garantía), pero bueno, si hay que hacerlo, se hace. El
problema llega cuando un porronazo de gente exige que se le satisfagan sus garantías,
y aquí viene el toque mágico. La población, de alguna manera, ha depositado en las
entidades financieras billetes, pero la mayoría de esos billetes no están: han sido
transformados en otras manifestaciones, incluso puede que en otro tipo de dinero.
Tremendo, ¿no?
12. El megadinero. Cuando el gestor de un fondo de inversión chasquea sus dedos y
mueve 3.000 millones de dólares de un «sitio» a «otro», aunque aparentemente nada
suceda, pasan muchas cosas, entre ellas, que ese megadinero puede entrar en
contacto con el minidinero de la gente. Los dos juntos pueden hacer cosas geniales,
pero, también, cosas que en un principio sean alabadas y, luego, maldecidas, como,
por ejemplo, las subprime. Lo que sucede es que, como en la batalla de Rocroi, puede
que llegue a saberse los que eran al principio contando los muertos que haya al final.
(Por cierto, ¿saben lo que significa que las entidades que iban a entrar en el Hypo se hayan
echado para atrás? [http://www.bloomberg.com/apps/news?
pid=20601087&sid=aHXP07xJRrgA&refer=home]. Pues pienso que no es porque hayan
encontrado más porquería de la que creían cuando han entrado, sino que no se ven capaces
de limpiarla, que no es lo mismo.)
Mañana seguimos.

APUNTES - y 2
[«No hay una única Europa: hay muchas. Mientras “todos-éramos-necesarios”, no pasó nada (...); pero eso se acabó.»]
Martes, 7 de octubre
Seguimos apuntando.
13. Se va a aguantar la situación unos cuantos meses más: con los 0,7 billones, con ese
fondo de garantía europeo que Alemania, con la boca pequeña, dice no querer, con
declaraciones como las del Sr. Berlusconi: «No consentiré ataques especulativos
contra nuestros bancos». Pues vale; como decía, como sea; se va a aguantar porque
aún no debe hundirse nada. No hace mucho, en una entrevista radiofónica, me
preguntaron cómo la ciudadanía de a pie percibiría que las cosas empezaban
verdaderamente a torcerse; sin dudarlo dije: «Cuando quiebre un banco», y, reparen
en que no ha quebrado ningún banco al que acceda la ciudadanía de a pie. Se va a
evitar, al menos durante siete u ocho meses: las elecciones USA, la toma de posesión,
y un poco más, luego...
14. Harán lo que sea, por ejemplo con el Plan: aumentar la garantía de los depósitos de
los actuales 100.000 a 250.000 dólares; ¡como si garantizan tres millones! ¿Alguien
cree que hay pasta —real— suficiente en el planeta como para aplicar esa garantía?
Alguien ha colado en el Plan una cosa realmente chusca: rebajas fiscales. Los dos
partidos están a bofetadas con el tema de las rebajas de impuestos y el Plan incorpora
rebajas por 150.000 millones de dólares; ya, ya, para energías renovables y cosas
así, OK, OK, pero lo único cierto es que el Estado va a ingresar menos pasta.
15. Y los emergentes (ya saben: subdesarrollados en mayor o menor medida) para abajo.
Por favor, ¿podrían levantar la mano quienes decían hace pocos meses: «Los
emergentes están al margen de tensiones»? Esas economías son rabiosamente
dependientes del exterior: a nivel financiero. Cierto, cierto: tienen commodities, pero,
¿qué más tienen?: nada, y ese todo han de importarlo; si a eso añadimos niveles
demográficos desmesurados y carencias descomunales...
16. No hemos dicho nada de España. Los presupuestos del 2009: el 40% del gasto para
desempleo y pensiones: 4 euros de cada 10. Ni critico ni alabo. Pienso: si los
gobernantes del Reino han presupuestado eso, teniendo en cuenta que no cesan de
decir que la economía española es sólida, ¿qué acabará sucediendo en realidad?
(pero esto no lo pregunta el principal partido de la oposición).
17. Y Europa, claro. La frase que resume la situación actual: Henri Guaino, el brazo
derecho intelectual del presidente de la República Francesa: «No son reglas para
tiempos de crisis» (El País, 3.10.2008, pág. 24); ¡absolutamente genial!, y verdadera.
La UE fue imaginada, concebida y alumbrada a lo largo de la década de los 50:
cuando el mundo y Europa «iban-a-más», cuando las expectativas eran fulgurantes,
cuando todo era posible, cuando se sabía que mañana íbamos a estar mejor que hoy y
peor que pasado mañana; entonces se diseñaron unas reglas, se esbozaron unos
principios, y, bueno, hay que reconocer que la UE ha funcionado aceptablemente bien.
18. Europa (satélite de Júpiter y protagonista de la obra de Arthur C. Clarke, 2010:
Odissey Two; ¿título premonitorio?). A medida que han ido pasando los años se ha ido
poniendo de manifiesto el principal problema de la idea «Europa»: no hay una única
Europa: hay muchas. Mientras «todos-éramos-necesarios», no pasó nada: todos
podíamos estar en el mismo bar tomando cervezas; pero eso se acabó; y aquella cosa
de la que empezó a hablarse (antes de tiempo: por eso se dejó de hablar de ella) a
principios de los 2000: la «geometría variable», se pondrá de moda; pero no una
geometría variable para avanzar, sino para sobrevivir.
19. Europa. Mientras estamos viviendo los días de vino y rosas, todo es genial: casi
siempre se está bien de vacaciones, pero cuando empiezan los fríos y las rutinas se
pone de manifiesto que aquellas reglas de convivencia no fueron diseñadas para estos
ambientes. Entonces, ¿qué hay que hacer?: ¿cambiar las reglas o romper la baraja?
De momento cambiar las reglas, ya está acordado: los 4 Grandes acudirán en auxilio
de las entidades financieras que lo necesiten. Tampoco servirá de nada pero, hacer
eso, ¿no significa pasar del BCE?
20. Una de las cosas que decía en la serie «La crisis del 2010» que ustedes leyeron aquí
fue que una de las economías que menos iban a padecer la crisis que viene iba a ser
la británica; pese a lo que hoy pueda parecer, no sólo lo mantengo, sino que me
reafirmo en ello. The UK tiene una ventaja sideral sobre «el continente» en estos
tiempos complicados: no pertenece al área euro, más aún: no pertenece a ningún área
monetaria. Esto, que durante unos cuantos años (los años del pseudoboom) ha podido
representar algún problemilla para la economía británica (muy relativo, muy relativo) va
a ser ahora una ventaja tremebunda porque podrá hacer lo que crea conveniente sin
necesidad de romper ninguna baraja ni de cambiar ninguna regla. (Por favor, no olviden
esto y, en el 2011, recuerden que lo dije yo.)
21. Europa. El BCE, M. Trichet, no ha bajado los tipos, pero está pensando en bajarlos:
los va a bajar: a finales del 2009, principios del 2010, serán negativos. El presidente
del BCE sabe que ni sirve de nada bajar los tipos ahora ni va a servir bajarlos en el
futuro, pero lo hará. ¿Por qué?, pues porque hemos llegado a un punto en el que algo
tiene que hacer. «Pero —alguien dirá—, debido a las expectativas que la bajada
generará puede que la inflación repunte un poco»; ya, pero será muy poco porque la
tendencia del consumo es y será a la baja, y además, aunque entonces repunte un
poco la inflación, dará lo mismo.
22. El FMI ha dicho que habrá que ir a la Gran Depresión para encontrar un escenario
como el que se está formando, que el tema financiero es muy serio, que aunque hayan
sido impelidos por las circunstancias, hemos hecho de aprendices de brujo (eso no lo
dice así, pero lo insinúa), y eso se paga:
http://www.imf.org/external/french/pubs/ft/weo/2008/02/pdf/sumf.pdf. El pasado
viernes, La Vanguardia, de Barcelona, publicó una entrevista conmigo (no dije nada
que ustedes no hayan leído aquí, pero si quieren:
http://www.lavanguardia.com/economia/20081003/53552573696/santiago-ninobecerra-
en-2010-empezara-la-crisis-de-verdad-y-sera-brutal-terrible.html). Son
interesantes los comentarios de los lectores: muchos no quieren creer nada porque no
quieren pensar en cosas feas; bueno, parafraseando a aquel cómico: «El FMI está
conmigo».
23. El FMI ya lo dice: su presidente: M. Dominique Strauss-Khan: «Estamos ante una crisis
sistémica y eso requiere soluciones sistémicas» (El País Negocios, 5.10.2008). (Entre
ustedes y yo: no existen las soluciones sistémicas, existen los ajustes del sistema tras
la crisis, pero en fin.) Crisis. En los últimos dos mil años ha habido dieciocho crisis
como la que viene. ¡Nos ha tocado! Nos ha tocado.

¿ARREGLAR EL FUTURO? ¿CÓMO SE SALE DE AQUÍ?
[«La norma, en la economía española, es la carencia, la falta y la parquedad, no al revés.»]
Sábado, 23 de mayo
Posiblemente yo sea una de las personas que más utiliza la expresión «Lo pasado, pasado», y
lo hago porque pienso que es absurdo estar dando vueltas a cosas como «Si se hubiese hecho
aquello en vez de esto...», «Si no se hubiese tomado tal decisión que se tomó...». Lo repito:
pienso que no tiene sentido gastar tiempo en esas disquisiciones, pero sí que es imprescindible
ver las carencias y problemas que nacieron en el pasado y que arrastramos en el presente. La
economía española arrastra, desde hace siglos, una serie de carencias clamorosas y, en
momentos concretos y debido a circunstancias específicas, España ha tenido periodos de
crecimiento acusado, es decir, la norma, en la economía española, es la carencia, la falta y la
parquedad, no al revés. Es fundamental tener esto muy claro. Uno de estos periodos
especiales, atípicos, empezó a darse en el 2002. A España, por tendencia, le tocaba empezar
a crecer menos desde el máximo alcanzado en el 2000, pero algo pasó: las circunstancias
ayudaron a mantener y a incrementar el modo como llevaba creciendo desde hacía algunos
años: a través del subsector de la construcción alimentado por una creciente disponibilidad y
facilidad crediticias. El incremento del consumo —de todo— nacido al calor del aumento de
ocupación —nacional e inmigrante— necesaria para la construcción de todo lo construido, hizo
el resto. Bien; España creció, ¡genial!, el problema es cómo creció España.
La historia de los últimos treinta años demuestra que aumento del PIB y aumento de la
población ocupada van de la mano: cuando crece el empleo, se genera PIB, lo que contribuye
a la creación de empleo. (La historia también demuestra que la evolución de la productividad
es inversa a la de los dos macroagregados anteriores: incremento del PIB y del empleo
suponen una caída en la productividad, mientras que la mejora de la productividad de la
economía española tan sólo se logra reduciendo la población ocupada; pero eso, ahora, no
viene a cuento.)
Ya sabemos cómo han ido las cosas: la deuda privada ha llegado a cotas físicamente
insostenibles, el crédito a todos se acabó, la actividad se está hundiendo, el desempleo está
aumentando, la recaudación fiscal está cayendo, y las cifras son las que son. Mal, muy mal,
terrible, pero esto ya es el pasado; la pregunta ahora es: ¿cómo se sale de aquí?
«¿Cómo se sale de aquí?» equivale, en el caso de España, a decir, ¿cómo vuelve la
economía española a generar PIB de forma que ocupe a la mayor cantidad posible de la
población activa y susceptible de ser activa con que cuenta y que la remunere de forma que le
permita consumir para que ese crecimiento del PIB se vaya realimentando?, es decir, ¿cuál va
a ser el «nuevo subsector de la construcción» que va a generar el PIB español ocupando a las
masas de trabajadores tal y como sucedió entre principios del 2002 y finales del 2006? Y su
corolario: ¿cómo se va a financiar ese «nuevo sector de la construcción»?
Las palabras y mensajes de políticos y de muchos expertos parten de: 1) dar por supuesto
que la recuperación va a producirse, 2) que la recuperación se va a producir a través de las
medidas que gobiernos e instituciones están tomando, 3) que cuando la recuperación se
complete, volveremos a una situación muy semejante a la anterior al inicio de la crisis: alto
crecimiento, financiación fácil y barata, consumo elevado, y 4) que todas las economías se van
a recuperar prácticamente a la vez por lo que se establecerán sinergias («Inversión-Consumo-
Import/Export-Finanzas») virtuosas que realimentarán el crecimiento. Es decir, todos los
políticos y muchos expertos dicen que esto en lo que estamos es una recesión y que de ella
saldremos como usualmente de las recesiones hemos salido; yo pienso que es una crisis
sistémica y que no es posible salir como nos cuentan que saldremos.
Hemos llegado a donde hemos llegado (en todas partes, pero en España más debido a sus
carencias) porque la forma como hemos crecido se ha agotado, como sucedió en 1929; no es
nada nuevo: a lo largo de la Historia ha sucedido en varias ocasiones, pero es terrible porque
las recetas convencionales no sirven, y porque las consecuencias de una crisis de esas
características lo son.
Lo que no es de recibo es intentar convencer a la opinión pública, a la población, de que es
posible «la recuperación» utilizando los mismos métodos que, al agotarse, nos han llevado a
donde estamos, y que esa «recuperación» significa volver a donde estábamos: no volveremos
al lugar en el que nos encontrábamos porque aquello ya no es viable; de ahí que la que viene
sea una crisis sistémica: nueva forma de hacer las cosas y muchas cosas nuevas por hacer.

EL OTRO LADO DE LA CRISIS
[«El gran error (...) que cometieron los ayuntamientos (...) fue considerar que los hiperingresos que estaban obteniendo
por tasas y gravámenes derivados del boom de la construcción iban a ser eternos.»]
Jueves, 4 de junio
PIB, Formación Bruta de Capital, Exportaciones e Importaciones, lo macro, lo nacional y lo
europeo, lo global; OK, OK, muy cierto, pero existe otro lado en la crisis, un lado más
recóndito, algo de lo que hasta ahora se ha hablado muy poco porque las cosas iban bien —
¿iban bien?—: las economías municipales, los ayuntamientos.
A medida que pasan las semanas, los días, se van haciendo oficiales más cosas, entre
comillas si quieren, pero se van haciendo oficiales. El estado de las entidades financieras es
una de ellas, el estado de las cuentas de los ayuntamientos es otra.
El gran error, el tremendo error, la cagada más morrocotuda que cometieron los
ayuntamientos en los años que median entre el 2000 y el 2007 fue considerar que los
hiperingresos que estaban obteniendo por tasas y gravámenes derivados del boom de la
construcción iban a ser eternos, que siempre iba a continuar construyéndose como se estaba
construyendo, vaya; y no, en esta ocasión no admito aquello de «a toro pasado es muy fácil»,
tampoco aquello que yo defiendo: que nadie es culpable de la crisis que está llegando. Del
estado actual de las cuentas municipales sí hay culpables, y debería haber responsables, ¿por
qué? Pues porque a lo largo de estos años ha habido voces que han advertido que los
ayuntamientos no estaban actuando bien; yo, sí; pero también otros, y alto y claro.
En economía se pueden cometer muchos errores, pero hay uno que es de pizarrín: el
considerar como habituales ingresos que son extraordinarios, temporales, atípicos,
ocasionales, aunque el tiempo durante el que se obtienen sea dilatado; y la inmensa mayoría
de los ayuntamientos del Reino se lanzaron a una dinámica de gastos absurda, suicida,
pensando —¿creyendo?— que la curva que registraba los metros cuadrados construidos iba a
ascender hasta el cielo.
Lo segundo peor que hicieron fue embarcarse en gastos cuya utilidad fue nula, es nula y va
a ser nula; y no, seguro que en la mayoría de los casos no hubo ni un ápice de corrupción, fue
mera ineptitud, tanto de quienes gobernaban como de la oposición; y tanto desde la capital
nacional como desde la regional. Lo malo es que todos vamos a pagar estos desmanes; y
todos los desmanes, claro.
¿Alguna eximente? Una: las carencias de muchos ayuntamientos, en equipamientos, en
infraestructuras, en transferencias de fondos por servicios transferidos por la puerta de atrás,
en todo. Pero, ¿cuántos de estos gastos realizados por los ayuntamientos durante estos años
han sido verdaderamente necesarios, y cuántos han sido meros esperpentos, caprichos o
carnaza para los votantes?
Los dineros derivados del boom del ladrillo a todo el mundo le fueron muy bien: al gobierno
central porque los regionales les pedían menos o no con tanta insistencia; a los gobiernos
regionales porque podían sacarse servicios de encima hacia los ayuntamientos y/o dilatar el
pago de servicios realizados por los ayuntamientos que debían ser pagados por los gobiernos
regionales; a los gobiernos municipales porque les permitía hacer cosas nunca antes soñadas,
algunas ni siquiera deseadas. Y, bueno, eso se acabó.
Pero se acabó sin recambio, y con los ingresos apuntando a la baja: no sólo no existen
otros ingresos en cartera para sustituir a los que se han ido y no van a volver, sino que
ingresos que ahora existen van a reducirse: en una crisis la actividad económica cae, y en una
crisis sistémica más; además, no va a haber la posibilidad de que los gobiernos municipales
pongan la mano para que los gobiernos regionales depositen unas monedas; éstos van a
encontrarse igual: con sus ingresos a la baja; y el gobierno de España estará igual.
Ante una situación como la que se nos está viniendo encima, el camino, pienso, es simple:
aplicar una cosa bastante antigua pero que lleva años —muchos— en desuso: el Presupuesto
Cero, ya saben, definir aquellos gastos que son esenciales para funcionar; de entrada podrían
los ayuntamientos empezar agenciándose una lista de los gastos realizados el último año y,
con un lápiz rojo en la mano, preguntarse, «¿es necesario?», desapasionadamente,
técnicamente, pensando en la pasta que habrá en el cajón en el que se mete la pasta; y si la
respuesta es negativa, tacharlo.
Ahora vamos a ver calles con baches y sucias, y farolas rotas que no son sustituidas, y
parques no descuidados sino mal cuidados, y mobiliario urbano desvencijado y no sustituido, y
una caída en la calidad de los servicios municipales, y a muchas/os agentes poniendo multas,
muchas multas. Y si sólo es eso, ni tan mal.
Pero que nadie se ponga nerviosa/o: ya se ha encontrado una solución: permitir a esos
ayuntamientos que están con el agua al cuello que aumenten su nivel de endeudamiento. Lo del
refrán: «¿No quieres caldo?, ¡pues toma dos tazas!».
Las estadísticas, ¡ay las estadísticas! Dicen que en mayo las ventas interiores de coches no han sido tan malas porque aumentaron el –38,7% respecto a mayo del 2008, cuando en
abril crecieron el –42,7% en relación al mismo mes del año pasado. Cierto será, pero lo que
poquísimos dicen es que el año 2008 ya fue un horror con respecto al 2007 en lo que a venta
de automóviles se refiere, por lo que «esas caídas menos acusadas» habría que relativizarlas,
¿no? Siempre la manía de abrir la ventana y mirar al exterior desde una distancia de un metro,
¿por qué no se saca el cuerpo y se mira a derecha e izquierda?
Y el desempleo. El número de trabajadores registrados ha descendido en casi 25.000
personas en mayo. Pienso que sobre el tema del desempleo se está diciendo demasiado de
unas cosas y demasiado poco de otras. Vamos a ver, ese descenso, ¿en qué condiciones se
ha producido? Pues en una atmósfera de inyecciones de pasta a mansalva (los famosos 8.000
millones del Sr. Zapatero), y sacando ocupación de debajo de las piedras. Además, 25.000
trabajadores sobre los 4,6 millones de desempleadas/os que ya hay (estimando el
subempleo), representan el 0,6%, y eso que aún no se han incorporado al mercado de trabajo
quienes lo harán en cuanto finalice el curso académico. Este descenso, pienso, no marcará
tendencia porque la tendencia es otra. Lo malo de decir estas cosas es que enseguida te
cuelgan un cartel político, cuando lo que no se quiere reconocer es que otro gobierno estaría
haciendo exactamente lo mismo que éste está haciendo.
Y la proyección internacional: ¡ayer España salió en la Home Page de Bloomberg, a las
14:15 h. El titular era majo: «Spanish Slump Stokes Debt Dilemma as Jobless Rises»
(http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aaqg_fMc73es). ¡Genial!, no se lo
pierdan. Decía cosas como que BNP espera que la demanda doméstica no crezca hasta la
segunda mitad del 2011. Será mucho más tarde, y nunca volverá a ser como ha sido, pero lo
sorprendente es comparar esto con lo que dice el gobierno, y con lo que dice el principal
partido de la oposición.
(Cuando ya iba a cargar esto que están leyendo me llegó un mail de una lectora, un mail
telegráfico. Copio literalmente una de sus frases, espero que lo entiendan: «qué te parece el
dato de paro??? no estará algo manipulado..., algo bastante por el tema del 7 J??? mucha
diferencia veo yo..., y lo dicen las tiendas, que cada vez cierran más..., o los empresarios...».
Para meditar, ¿no creen?)
ALGO SE MUEVE
[«Mientras se repite hasta la saciedad que el sistema financiero español es sólido como una roca, se pide por activa y por pasiva que sea abordada la reestructuración financiera en el Reino.»]

Lunes, 13 de julio
Algo está empezando a moverse, despacio, suavemente, pero de forma imparable. En el
Reino, el punto de arranque fue el último cambio de gobierno; a nivel global, los anuncios para
abordar planes para reformar los sistemas financieros tanto en USA como en la UE, y en el
tiempo coincide con las elecciones del 7 J. Desde principios del mes de junio algo está
empezando a pasar. ¿Qué?, pues que todo lo que se ha estado cociendo desde principios de
enero se está empezando a poner de manifiesto. El proceso, de momento, continuará, aunque
cada vez todo irá quedando más claro: la inevitabilidad de una crisis sistémica que se ha
estado negando con la boca pequeña.
Repasen lo que está sucediendo. Por un lado se dice que sí, que habrá recuperación, pero
cada vez se sitúa más lejano su inicio: ya se está hablando del 2011 (no importa que ése vaya
a ser, precisamente el año más duro de la crisis, lo significativo es la dilación que se está
trasladando a la opinión pública). A la vez, ya se ha dicho que aunque lo peor ya ha pasado (lo
que no es cierto: las últimas cifras del Banco Mundial lo desmienten, la volatilidad de los
mercados ante cualquier susurro, lo confirma) la ocupación del factor trabajo va a seguir
empeorando. Ahora ya se está diciendo que los déficits en los que van a caer los Estados son
enormes y que no deben aumentar más (hasta hace cuatro días se decía —Premios Nobel a la
cabeza— que la cuantía de los déficits daba igual, ya que eran imprescindibles para conseguir
la recuperación).
En el Reino se han multiplicado las declaraciones y las entrevistas (las que El País realizó a
la señora ministra de Economía y al señor ministro de Trabajo los días 21 y 22 de junio no
tenían desperdicio); a la vez se advierte sobre el empleo, sobre el paro, sobre la precariedad
(buenísimo el trabajo que El País publicó el 22 de junio sobre la Generación ni-ni); y se nos
recuerda que la presión fiscal española es de las más reducidas de Europa y que al
consumidor español le quedan más de cinco puntos para llegar a la tributación media que en la
UE15 grava el consumo.
Se dice y se desdice que en España hace falta una reforma laboral pero no, pero sí, podría
ser que no siendo sea sin ser que no fuese, pero viene M. Trichet a Madrid y dice que sí y sí:
que hay que hacerla (hablaba en España pero, ¿para qué están las extrapolaciones?); y
mientras se repite hasta la saciedad que el sistema financiero español es sólido como una
roca, se pide por activa y por pasiva que sea abordada la reestructuración financiera en el
Reino (M. Trichet fue uno de los que lo pidió: aprovechando el viaje).
Algo se está moviendo, ¿qué?, y, ¿hacia dónde? Evidentemente se está diciendo —aún se
está diciendo— digo, pero lo que ya se quiere decir —de momento sólo se está insinuando—
es Diego; a la vez, la de cal y la de arena, y el ya requetevisto clisé del poli malo-poli bueno. El
mensaje todavía es el «ya hemos tocado fondo», pero ya se están insinuando otras cosas, por
ejemplo: el ya comentado mayor deterioro del empleo. Aunque sólo sea por eso, ¿cómo va a
estabilizarse la economía si continúa destruyéndose empleo?; absurdo en un modelo en el que
el consumo representa el 60-70% del PIB, ¿no?, máxime cuando el crédito se ha volatilizado,
¿verdad?
La ocupación: por ahí es por donde nos van a explicar que va a llegar la crisis. En el mejor
momento del ya concluido boom..., la tasa de desempleo española se hallaba situada en el
7,9% (el 12% considerando el subempleo); hoy es casi el 18% (el 23%, ya, añadiendo el
subempleo estimado). La economía se va a estabilizar, pero ni se va a crear empleo para las
nuevas incorporaciones —jóvenes, mujeres—, ni se va a mantener el ya existente —
destrucción de ocupación, cierres de empresas, caída de la actividad— (y ya dejamos al
margen que sea empleo generador de bajo valor).
En condiciones estándar, el modelo productivo español no es capaz de absorber toda la
población activa y susceptible de ser activa que produce, pura y simplemente porque no es
necesaria tanta población ocupada (recuérdese que la tasa de actividad española es baja); y
ahora que la economía mundial y española se hallan sumidas en una precrisis que está
destruyendo empleo, menos aún.
No se va a crear empleo, y la demanda española, baja y dependiente de por sí, aún lo va a
ser más. Los ya comparativamente reducidos salarios medios españoles aún lo van a ser más
debido a que la demanda de trabajo se va a reducir, y con la excusa de que bajos salarios
favorecen la contratación el resultado va a ser una menor renta salarial media en los bolsillos
de la población ocupada española; a eso añádase la parálisis del crédito que va a continuar
debido a que el sistema financiero español va a tener que acabar enfrentándose a sus propios
fantasmas: esos fantasmas que todo el mundo proclama que el sistema financiero no tiene,
mientras el propio sistema mantiene un mutismo absoluto al respecto; y júntese un tema sobre
el que hace semanas nadie dice ni pío: la deuda privada acumulada de familias y empresas.
Con esos mimbres, ¿cómo va a crecer el consumo en el Reino?, y si, encima, las
exportaciones se derrumban, ¿a quién se van a vender todas esas cosas que la economía
española es capaz de producir?, ¿a los marcianos?
(Y se están haciendo planes para construir viviendas sociales y hay entre un millón y dos
millones de viviendas vacías, ¿hemos perdido el Norte? Hay inmovilizados y no utilizados un
porrón de recursos, y se quieren utilizar más recursos para hacer más viviendas: demasiado.)

OTRO SEPTIEMBRE - 1
[«No es operativo utilizar las mismas herramientas que se han estado utilizando en momentos pasados para alcanzar y
alimentar el boom vivido.»]
Jueves, 20 de agosto
Ya hace dos años. Fue en septiembre del 2007, las subprime, sí: el principio; el principio de la
precrisis por la que hemos estado navegando hasta llegar, ¿a dónde, a dónde hemos llegado?
Septiembre del 2007... En octubre del 2007 el gobierno del Reino de España (por hablar de
aquí) dijo que, en el 2008, la economía española crecería a una tasa del 3,5%; de hecho ése
fue el porcentaje que se tomó para elaborar los presupuestos del año 2008; luego el INE nos
dijo que en el 2008 el PIB del Reino había crecido el 1,2% y que la economía española se halla
en recesión tras crecer el –0,24% en el tercer trimestre y el –1,0% en el cuarto, a partir de
ahí, la caída. Y, ¿dónde estamos ahora? Y, ¿a dónde vamos?
Las cifras: toneladas, siempre, pero ahora más, y gráficos: a miles, y está bien, pero hay
cosas muy simples que siempre han estado ahí: las tendencias y los intentos de romperlas. La
tendencia apunta hacia abajo.
Partamos de las bases siguientes (hay que partir, pienso, de las bases siguientes):
— Todo lo que se está haciendo, todas las medidas que se están tomando, todos los
mensajes que se están transmitiendo, todas las políticas que se están adoptando, están
orientadas a «volver a lo de antes». La tesis que se ha planteado, el objetivo, la
prioridad, el sueño, es regresar al momento anterior a cuando todo el entramado
económico-financiero empezó a degradarse; de hecho ese regreso es lo que las
poblaciones desean, de ahí el milagro que esperan, deseo y esperanza que están
siendo alimentados por gobiernos e instituciones. Bien, la primera base, la esencial, que
debe asumirse es que es absolutamente imposible ese regreso, que es completamente
imposible «volver a lo de antes», tanto porque ese antes es un pasado irrepetible, como
porque los mecanismos que lo propiciaron ya no pueden volver a ser reproducidos al
corresponder a una situación superada; de ahí el agotamiento en el que el sistema ha
entrado.
— Por lo anterior, no es operativo utilizar las mismas herramientas que se han estado
utilizando en momentos pasados para alcanzar y alimentar el boom vivido, porque esas
herramientas: a) han contribuido a generar el problema en el que nos hallamos; han
causado el agotamiento en el que el sistema ha entrado, y b) son herramientas que
estaban diseñadas para construir un boom y mantenerlo, no para funcionar en una
depresión, en una situación depresiva, contractiva, de caída, de estancamiento.
— En consecuencia, las medidas de choque (de estímulo, de reactivación) que se están
implementando tan sólo están sirviendo para «ganar» tiempo («ganar»: ¿a quién?,
¿para qué?): unos meses, unas semanas; en el mismo instante en que ese flujo —
ficticio, apalancado— decrezca, ese cierto standby en el que el sistema ha entrado
finalizará porque en el depósito ya nada entrará y, sin embargo, por sus agujeros saldrá
todo lo que previamente haya entrado: repasemos lo sucedido en USA en 1936/1937.
— El vocablo que se está utilizando en y por la mayoría de gabinetes de estudio, técnicos
gubernamentales, expertos institucionales, es «arreglar» (aunque la palabra en sí no se
pronuncie), de ahí los planes de ayuda, de estímulo, de salvamento; poquísimos de
esos gabinetes de estudio, técnicos gubernamentales, expertos institucionales están
pensando en «sustituir»: en cambiar lo agotado por algo nuevo.
— Porque, no lo olvidemos, en una crisis sistémica la solución está en lo nuevo, en el
cambio: una crisis sistémica no conserva, ni renueva: sustituye; una crisis sistémica ni
siquiera es schumpeteriana, ni darwinista: no hay innovación, ni destrucción, tal y como
fueron definidas; tampoco hay evolución, ni adaptación, lo que hay es resolución y
cambio radical; es decir, sustitución, remoción.
En un contexto como ése, hasta la criatura más inocente y angelical acaba dándose cuenta
de que Santa Claus no existe y de que los Reyes Magos tampoco traen los regalos una noche
de enero. La gente, el pueblo, las empresas que ahora se lo creen, acabarán dándose cuenta
de que las medidas que se han estado tomando para «solucionar la situación» no sirven; de
que los planes de ayuda, de estímulo, de reactivación, no funcionarán más allá de lo que
alcance la pasta —virtual: avales, deuda— con la que han sido dotados. Una anfetamina
estimula, un rato, pero no cura las causas del cansancio crónico.

OTRO SEPTIEMBRE - 2
[«Las medidas y los planes que hoy gobiernos e instituciones han puesto sobre la mesa continúan suponiendo la
inagotabilidad de las commodities.»]
Viernes, 21 de agosto
Las medidas que se están adoptando, esas medidas que, dicen, van a hacernos volver al
crecimiento —«a lo de antes»— no funcionarán, no sirven para solucionar los problemas en los
que se halla inmerso el sistema, su agotamiento, porque:
1. El nivel de deuda de la población, la deuda privada, las deudas de la gente, es
monstruoso e imposibilita cualquier recuperación que pudiera diseñarse sustentada en el
consumo de lo que sea, y tanto por lo que se refiere a las familias como a las
empresas. Además, una parte elevada de esa deuda es incobrable porque las
expectativas de ingresos de esas personas y/o empresas es decreciente y se contrajo
partiendo de unas expectativas falsas: las que fueron fruto del agotamiento del modo de
funcionar del sistema, las que contribuyeron a su agotamiento.
2. A lo anterior debe añadirse la deuda de los entes públicos: administraciones centrales,
entes regionales, locales y municipales, sea cual sea su estructura. Hoy, en la mayoría
de los países estas deudas no son excesivamente elevadas (en algunos sí, son
elevadísimas: Italia; en otros son monstruosas: Japón) pero la tendencia es que las
medidas que actualmente se están diseñando se financien con deuda, deuda que, se
supone, alguien adquirirá y deuda que, se continúa suponiendo, alguien tendrá que
pagar; deuda consecuencia de los monstruosos déficits en los que se están adentrando
los Estados creyendo que así «se solucionará» un problema que es sistémico. A
medida que la tasa de deuda sobre el PIB vaya creciendo, la situación financiera de los
países empeorará, a) porque el monto de deuda seguirá yendo en aumento, b) porque
la tendencia del PIB apuntará a la baja.
3. A la vez, ¿se cuenta con un plan B para aquellos casos en los que esas emisiones de
deuda no sean cubiertas por parte de personas, familias, empresas y entes públicos?
Eso es, ya hoy, prácticamente inexistente por lo que la dinámica con la que se ha
estado haciendo funcionar el modelo (con la que se ha estado asistiendo al modelo,
como si en una UCI estuviese) es, ya, difícilmente prorrogable: aunque a quienes tomen
las decisiones les importe un rábano hipotecar absolutamente el futuro de las próximas
diez generaciones hasta unos niveles de parálisis hoy difíciles de imaginar, aunque esos
dirigentes desconsideren las consecuencias de inundar de liquidez —literalmente—
gratis los mercados y economías públicas y domésticas, la suerte ya está echada
porque se ha alcanzado un límite físico y, de momento, en nuestro universo las leyes de
la física no pueden ser modificadas.
4. Esas medidas que ya se han diseñado, los planes que se continúan aplicando, suponen
seguir con idéntico modo de funcionamiento que hasta ahora el sistema ha
desempeñado, un modo de funcionamiento que se ha demostrado agotado y que es la
razón de esta crisis sistémica en la que estamos adentrándonos. El desperdicio de unas
commodities crecientemente escasas, la subutilización de unos fabricados a partir de
unos recursos que ya se sabían no ilimitados en el momento de su empleo; el
hiperconsumo de bienes considerados necesarios en un entorno que vinculó la felicidad
a una posesión y uso de bienes y experiencias en aumento; el crecimiento demográfico
de poblaciones meramente consultivas y no regenerativas; el decir global, el pensar
local y el actuar nacional; los excedentes invendibles, las capacidades productivas
sobrantes, las productividades posibles: ¿más de lo mismo para resolver el problema
que ese mismo causó? Sencillamente absurdo.
Las medidas y los planes que hoy gobiernos e instituciones han puesto sobre la mesa
continúan suponiendo la inagotabilidad de las commodities a la vez que siguen considerando el
consumo creciente de las mismas como manifestación de crecimiento. No es un tema de
ecología, sino de productividad. Los planes y medidas pueden hablar de ecología y de medio
ambiente, pero no abordan la productividad de los inputs como un objetivo, ni las
consecuencias de ello..., por las propias consecuencias de esas consecuencias; sin embargo
la realidad es tozuda: siempre está ahí.


EL PRINCIPIO
[«USA no puede consumir más (...); al dólar no se le puede seguir aceptando un valor que, en realidad, no tiene.»]
Lunes, 28 de septiembre
G-20: se acabó: ya están llegando, ya están llegando: ya han lle gado.
Pittsburgh pasará a la Historia: como el lugar en el que quienes eran algo en el momento en
el que el sistema se encontraba a principios de los 10 (más algunos invitados), pusieron sobre
la mesa que lo que estaba sucediendo no era sólo tal cosa (una sola cosa) sino algo complejo,
imbricado, interconectado: sistémico.
Y ha sido USA quien lo ha sacado a la luz: ya no puede aguantar más con el pacto al que
se llegó en 1944 y que ha sido remendado y manipulado mil veces desde entonces. USA ya no
puede seguir absorbiendo los gadgets que el resto del mundo cada vez produce en mayor
número, aunque le financien la compra de tales gadgets. Es así de simple: el tinglado se acabó
y ya se está empezando a admitir. (En El crash del 2010 lo cuento con más detalle.)
Lo chusco del caso es que cuando la canciller Angela Merkel dice que lo único importante
es la regulación financiera, y cuando el presidente Barack Obama dice que USA no puede
continuar endeudándose-consumiendo como hasta ahora, están diciendo exactamente lo
mismo: que la estructura que ha contenido el sistema en estos últimos setenta años se ha
acabado. Ya, ya, aún no lo han admitido del todo y por eso quieren meter a China en la
ecuación para alargar un poco más el tinglado —la culpa es de los chinos, que ahorran mucho
y consumen muy poco—, pero quienes tienen que saberlo ya lo saben, «el mundo ha ido bien»
porque China ha hecho lo que ha estado haciendo; si hubiese hecho otra cosa, el sistema ya
se hubiese roto en el 91. Además, China ni sabe hacer otra cosa, ni puede actuar de otra
manera: China no puede ponerse a consumir porque se comería el planeta.
Paralelamente, ese supermagnífico —y dependiente— crecimiento que China ha tenido lo
ha tenido porque ha estado financiando a USA todo lo que USA le ha estado comprando,
porque todo bicho viviente ha ido a invertir a su casa para bajar costes, y porque su moneda
ha estado por los suelos, cosa que a quienes ahora se quejan les ha estado conviniendo: si el
yuan hubiese estado más caro, el precio de las Barbies con las que jugaban las niñas USA de
rubios cabellos hubiese sido mucho más elevado y los padres de esas niñas..., hubiesen
consumido muchas menos muñecas, con lo que los beneficios de unos y el crecimiento de la
otra hubiese sido mucho menor, y el tema no tenía que ir por ahí.
USA no puede consumir más; quienes le venden a USA no pueden continuar aumentando
más su capacidad productiva; al dólar no se le puede seguir aceptando un valor que, en
realidad, no tiene; los déficits de los Estados y las deudas de gentes y empresas no pueden
estar ni un minuto más allí a donde han llegado; la calidad de muchos activos, de gran número
de créditos y de un porrón de seguros de impagos que se ha admitido buenísima y que nadie
ha discutido, es una caca y no puede seguir ignorándose ese hecho; y el factor trabajo que ha
estado empleado en actividades pagadas con deuda sobra porque la gente ya no puede
admitir más deuda. Pero aún no es momento de decir todo esto ni de actuar en consecuencia.
¿La moraleja de Pittsburgh? Que aún no se puede hacer nada porque aún no toca hacer
nada. Repasen las fechas en las que el G-20 empezará a actuar de verdadero poli malo:
cuando la crisis haya estallado y ya no quede otra alternativa que meter el bisturí, entonces
será cuando se actúe: a finales del 2010 comenzarán los supervisores a compartir información
sobre grandes entidades financieras y a vigilar las megarremuneraciones de sus altos
directivos, y a mediados del 2011 comenzará la convergencia internacional de normativas
contables; de momento a seguir con los estímulos a fin de poder llegar a «después del
estallido»: después del crash.
Mi lectura de lo trascendido: las cosas están tan rematadamente mal y tan tremendamente
interconectadas que a día de la fecha no se quiere hacer nada porque la población, la mayoría
de las compañías, y la totalidad de las entidades financieras, no podrían asimilar las
consecuencias de lo que hay que hacer. Se sabe de sobra lo que hay que hacer, y está ya
escrito lo que se hará, pero cuando la crisis haya arrasado todo deseo de milagro, toda
esperanza de «volver a lo de antes», cuando una atemorizada población y un arruinado tejido
económico estén dispuestos a aceptar lo que haga falta para sobrevivir; es decir, se planteará
la amputación cuando la gangrena ya haya invadido la extremidad infectada.
Mientras, pomadas: ayudas, estímulos, palabras, sonrisas, promesas, avisos,
advertencias. Nada. Lo poco que aún queda se gastará en cataplasmas para sostener al
enfermo, en emplastos para mantenerlo hasta mañana; unas cuantas y unos cuantos se
beneficiarán de la espera, en la espera, ¡claro!: rebañar el plato. Redistribución negativa, si,
pero mucho más que eso será la base de las bases del cambio de mañana. Ya sé: aún no
toca, pero continuaré pensando que es posible ganar unos meses al tiempo (posiblemente sea
porque nunca he soportado sentarme a esperar: cosas de carácter).
Estamos al principio, pero ya estamos más cerca. Lo repito: ¿estrategias de salida?, ¡pero
si aún no hemos entrado!
(¿En qué sí se han puesto de acuerdo para empezar a actuar?, pues en lo tocante a las
commodities: queda poco, hay para poco.)
(¿Por qué el G-20 sustituirá al G-8 como referente sistémico? Pues porque para el cambio
que vendrá es preciso contar con más, con más que algo que tengan que representar.
¿España?, bueno, España algo puede, aún, decir en América Latina: ése puede ser su rol: leer
el papel que en cada ocasión se le diga que hay que leer.)

DEUDA
[«Hemos llegado a donde hemos llegado debido a la deuda, y la deuda va a ser una de las razones que va a precipitar la
crisis y el cambio sistémico.»]
Lunes, 21 de diciembre
Vamos a comentar un par de aspectos sobre la deuda —las deudas, más bien—. Sí, ya sé:
hemos tocado este tema en otras ocasiones, pero la importancia del asunto pienso que
requiere más espacio. Hemos llegado a donde hemos llegado debido a la deuda, y la deuda va
a ser una de las razones que va a precipitar la crisis y el cambio sistémico.
Y la deuda: siempre, ahora, la deuda. Volvemos a repetirlo: se ha crecido gracias a la
deuda, por eso se concedió capacidad de endeudamiento al pueblo: las monarquías absolutas
siempre habían tenido deudas: la Hacienda era Real; la burguesía, también: ¿quién podía
negarse a que una compañía sostenida por la monarquía —divina: «Por la Gracia de Dios»—
se endeudase? Eso fue antes, claro, ahora la deuda de los Estados se acepta: tan sólo hay
que subir el precio y que esos Estados paguen de lo que ingresan exportando; los
subdesarrollados, claro, los desarrollados... Las grandes compañías: ¿quién va a negarse a
aceptar unos bonos emitidos por una corporación transnacional?, ¿quién a no dar crédito a una
compañía cuyo nivel de facturación puede ser la suma del PIB de diez países (en los que
puede tener intereses, claro)?
El problema es que la deuda, para que sea tal, debe ser comprada por alguien, y, de
alguna manera (no pierdan esta idea), tiene que ser pagada: ya saben: en algún momento, por
otro alguien. Tanto da que sea deuda emitida por un Estado o bonos lanzados por una
empresa, la deuda se mueve por la oferta y la demanda, sí, pero...
La oferta de deuda es función de la necesidad de financiar algo, la demanda de la
rentabilidad y de la capacidad de pago que tenga quien la emite, de su fiabilidad, claro, pero
no sólo. Por encima de ambos el precio ofertado (que en realidad no existe: lo fija quien
compra) y el solicitado: el bueno.
Somos humanos y, por ello, suponemos cosas. A lo largo de los años que median entre el
2002 y el 2007 se supuso que se iba a consumir todo lo que la creciente capacidad productiva
fabricase/elaborase, desde viviendas a caramelos de menta; se supuso que el crédito iba a
crecer indefinidamente, se supuso que las capacidades de endeudamiento se iban a estirar
hasta el infinito; cuando se ha comprobado que no, se ha supuesto que los déficits de los
Estados pueden ser casi indefinidos porque la deuda pública puede crecer lo que haga falta;
se ha supuesto que las compañías no-financieras, que las compañías financieras «con
problemas» serían sostenidas, ayudadas, incentivadas. El problema, se insiste en la idea
porque es crucial, estriba en que para que una deuda sea aceptada alguien debe adquirirla.
Pregunta, ¿siempre será comprada cualquier deuda que sea emitida?
Dubai y Grecia, claro, los más evidentes: uno, un sueño de arena; el otro, alguien que hacía
trampas en los números; pero, ¿y los demás? Los otros PIIGS, ya, pero habrá más: saldrán
más: ¿por qué no puede llegarle a pasar a Francia con su deuda lo mismo que le sucedió a
Argentina con la suya? Piénsenlo, no es tan descabellado: todo depende de que Francia pueda
pagar, o no, la deuda que emita.
Subir el precio que se está dispuesto a pagar para que una deuda sea comprada: subir los
tipos de interés. Ya, pero no hemos respondido a la pregunta: ¿qué sucede cuando una deuda
no es comprada a ningún precio? Es decir, ¿qué pasa cuando nadie quiere adquirir una deuda
independientemente del nivel que alcancen los tipos? Y los tipos, ¿realmente van a subir?;
pienso que no: como causa de la crisis el consumo va a derrumbarse, luego, ¿cómo van, en
ese escenario, a subir los tipos?
Lo más sorprendente (alucinante) es que ahora los inversores se lleven las manos a la
cabeza. ¿Pero de qué se extrañan?, ¿o es que no estaban analizando las tendencias? Ahora
hemos llegado a un punto —la situación ha llegado a un punto— en el que esos inversores no
se fían: no es que quieran que les paguen más por la deuda que «voluntariamente» van a
comprar (a esos niveles, se compra toda la deuda que se emite de forma voluntaria), lo que
sucede, pienso, es que ya no quieren más deuda.
Y claro, algunas deudas son peores que otras: las economías menos fiables: los PIIGS,
porque, ¿se han dado cuenta de que España, con una deuda del 66,3% está bajo vigilancia y
que los Países Bajos, con una del 65,5% no lo están?, ¿se han apercibido de que Austria, con
una deuda del 73,9% tampoco lo está? Ya sé, ya sé: cuando se manifieste la crisis sistémica
que ya está llamando a la puerta todas las economías van a sufrir mucho, pero algunas van a
sufrir mucho más. ¡Y eso teniendo en cuenta, insisto, que aún falta por salir a la luz la mitad de
la porquería que tienen las entidades financieras en sus armarios! (suponiendo que no sea
más, claro); ¡y además teniendo en cuenta que «no habrá una segunda vez»!
(Ahora deduzcan la imagen que estarán adquiriendo los bonos de empresas de los países
más endebles, de las economías más endeudadas y más deficitarias; y ahora deduzcan dónde
debe de estar la capacidad de endeudamiento de las ciudadanías de esos países.)
Es kafkiano: las economías que están peor deben ofrecer más para que les compren su
deuda, pero como están requetemal su actividad aún se reducirá más por lo que la
recaudación fiscal decrecerá, por lo que el Estado ingresará menos para poder pagar; la
solución: no subir las contribuciones fiscales (los impagos también aquí aumentarán) y reducir
gasto público, lo que aún empobrecerá más al país: dice ahora el FMI que las intervenciones
realizadas hasta ahora en las economías planetarias han duplicado la deuda mundial: ¡y
estamos como estamos! Porque, no nos engañemos, una calificación de deuda lo que está
midiendo son las expectativas de la economía que emite esa deuda.
Volvamos atrás y aclaremos un punto: entonces, si una deuda no se compra, ¿se queda sin
lo que necesita quien la ha emitido? No necesariamente. ¿Recuerdan lo que sucedía en el siglo
XVI, y en el XVII, y hasta en el XVIII? ¿Qué hacían aquellas monarquías absolutas cuando
necesitaban financiación y los banqueros exigían unas garantías que aquellos reyes no podían
ofrecer porque no tenían seguridad de ingresos? Pues ofrecían/se les exigían los rendimientos
de «cosas» durante años: de minas, de puertos, de los ingresos que rendía la fiscalidad de
bienes necesarios. Eso, pienso, volverá: es seguro, fácil de administrar, dinero verdadero,
contante y sonante.
(Me lo contaron el sábado: hace dos días. En 1970 se compraba un piso nuevo en el
madrileño barrio de Aluche por 300.000 pesetas, hoy por un piso no-nuevo en el mismo barrio
se están pidiendo, en pesetas, entre 55 y 60 millones. En cuarenta años el precio de los pisos
en Aluche ha experimentado un crecimiento del 18.233%, pero ni los salarios de las personas
que debían adquirirlos ni la productividad de las empresas en las que esas personas
trabajaban han crecido en una tasa semejante. ¿Se entiende en base a qué ha estado
creciendo España?)

COMIENZA EL CRASH: UNA CRISIS SISTÉMICA Y POSTGLOBAL (2010-2011)
2010
AHORRO
[«El 50% de la pasta que las entidades financieras han prestado “para la vivienda” procedía del exterior, pasta que ahora
las entidades financieras españolas han de devolver.»]
Lunes, 25 de enero
Vaya, ahora resulta que el ahorro es malo: dicen que si se ahorra no se consume, y si no se
consume no se genera PIB y no se ocupa a población activa: dicen que eso es lo que está
sucediendo en España y que eso es responsable de gran parte de «nuestros males». Pienso
que no, que la causa de nuestros males es otra.
Veamos, esa salvajada de ahorro que han acumulado los hogares españoles en su
abstinencia consumista alcanza, de media, la escandalosa cifra de..., ¡2.140 euros!, y el total
de pasta que tienen ahorrada las familias españolas equivale al..., ¡2,5% del PIB del Reino! No,
el problema no es que las familias españoles ahorren, el problema es otro.
España, debido a esa-cosa-que-en-plan-subterfugio-se-denomina «modelo productivo», ha
tenido siempre una productividad patética y, obviamente, unas rentas salariales medias
reducidas (aunque durante bastantes años la renta media empresarial ha sido menor que la
renta media salarial, pero eso es otra historia). Esos bajos salarios han constituido un
problema muy importante a la hora de consumir... Hasta que se puso en marcha el
hipercrédito; daba igual que la gente ganase poco: se le daba un crédito y a correr; es decir, a
consumir; es decir, a generar PIB.
Existía un problemilla técnico: baja renta media, reducido nivel de ahorro, luego poca pasta
disponible para que las entidades financieras puedan canalizarla hacia el crédito; solución: las
entidades financieras españolas empezaron a pedir prestado al exterior. Recordemos un dato:
el 50% de la pasta que las entidades financieras han prestado «para la vivienda» procedía del
exterior, pasta que ahora las entidades financieras españolas han de devolver: 412.000
millones de euros entre los años 2010, 2011 y 2012. (Las comillas en «para la vivienda» son
debidas a los créditos concedidos por el 120% —o más— del valor del piso a fin de que los
felices nuevos propietarios tuvieran también su coche nuevo y disfrutaran de un viajecito a Bora
Bora.)
Bien, conocemos la evolución que está teniendo todo ese tinglado, evolución que en el
momento actual muestra que no se está generando más PIB del que se generaba (en realidad
nos estamos comiendo PIB antes generado), porque, entre otras razones, no se consume ya
que se está ahorrando. Y, pienso, eso no es así.
De entrada gran parte del consumo se hacía a crédito, sobre todo del consumo de aquellos
bienes cuya fabricación generaba más PIB unitario: el 90% de los automóviles que se
adquieren en el Reino se compran a crédito, por ejemplo, por lo que la mayor «culpa» de la
caída del consumo la tiene el derrumbe del crédito. En otras palabras: el español medio
consumía, sí, pero no tenía la pasta para pagar; se la dejaban, en la creencia de que
conservaría su empleo y podría devolver la cantidad dejada. (Y como el precio del metro
cuadrado construido nunca bajaría...)
Por otra parte, la renta disponible media está cayendo: el 1,6%. Luego: más desempleo,
menos masa salarial, menos rentas complementarias, igual a menor capacidad de
endeudamiento, a lo que hay que añadir el volumen de la deuda acumulada: el 120% del PIB
en el caso de las familias; luego, parte de esa menor renta ya se halla comprometida; si a eso
añadimos que las entidades financieras piden la Luna para conceder un crédito (cuatro
nóminas para un crédito destinado a la compra de un automóvil de 17.000 euros, solicitó una
entidad financiera a la hija de unos amigos), y las tremebundas incertidumbres que existen en
relación a la conservación del empleo, ¿cómo demonios se va a consumir?, ¡si lo que a mí me
extraña es que se esté consumiendo lo que se consume! (Ya, ya: parte de quienes consumen,
consumen porque esperan EL milagro y se creen eso de que «lo peor ya ha pasado».)
No, por favor, no culpabilicen a la gente que ahorra cuatro perras diciendo que por ese afán
ahorrativo la economía española está como está, el tema es otro: «gracias» al hiperconsumo
posibilitado por el megacrédito de estos años pasados el PIB español alcanzó la cota que
alcanzó y la ocupación del factor trabajo en España llegó a donde llegó, y la tasa de ahorro se
hundió hasta donde se hundió, claro. Ahora el megacrédito se ha acabado, el consumo se está
hundiendo, las deudas que vienen del pasado son monstruosas, el número de personas sin
trabajo supera los cuatro millones, muchos de los ciudadanos que tienen empleo conocen a
gente que lo ha perdido y no saben si conservarán el suyo. Y va y nos dicen que parte de la
culpa de que la economía española esté como está es debida a que la gente ahorra más.
¡Venga ya!
Dijo el presidente de la comisión económica de la CEOE, el pasado 19 de los corrientes,
que la culpa de que se haya destruido tanto empleo en España la tiene la subida salarial
habida en el 2009: el 2,6% de media en los convenios colectivos firmados. No voy a entrar en
la disyuntiva de si tal afirmación es cierta o no, voy a suponer que lo sea.
Si ello es así, si verdaderamente se hubiese destruido mucho menos empleo, o nada, si los
salarios hubiesen crecido menos o no hubiesen crecido, ello indicaría que el señor José Luis
Feito estaba reconociendo que el PIB español tiene una estructura ultraintensiva en factor
trabajo, una estructura que no justifica la inversión debido al reducido valor añadido de los
bienes y servicios que conforman ese PIB, y que la única forma de ganar competitividad que
tiene la economía española es a través de competir en costes salariales ya que ganar
«productividad buena» no es posible. El señor Feito no dijo todo esto, pero si lo hubiese dicho
yo le estaría dando la razón: pienso que las cosas de la Economía, en el Reino, son así.
Pero el razonamiento del presidente de la comisión económica de la CEOE tiene una pega.
Por mucho que se congelen los salarios en España, por reducidos que los salarios españoles
sean, siempre será posible encontrar algún lugar en el que sean más baratos (por ejemplo
aquí al lado, en Marruecos: el salario industrial horario medio es el 10% del español), pero es
que los costes salariales cada vez son menos importantes, sobre todo si el valor añadido es
bajo, y no, no es un contrasentido. Cuanto más reducido es el valor añadido, más barata será
la tecnología requerida para automatizar el proceso productivo; si a eso añadimos que la
tecnología constantemente se está sofisticando, simplificando y abaratando, el resultado es...,
que los costes salariales son menos significativos.
El empresariado español quiere reducir costes salariales porque así piensa que bajarán sus
costes totales y de resultas de ello podrá aumentar la competitividad y exportar más; por lo
dicho hasta aquí, el razonamiento no es correcto, pero lo trágico del asunto es que no pueden
querer otra cosa porque cualquier otra cosa que quisieran le está vetada a la mayoría del
empresariado español. En otras palabras y centrándonos en el tema del empleo: aunque los
salarios se congelasen, aunque se redujesen (lo harán), el desempleo continuaría creciendo (lo
hará). Punto.
Pero el señor Ignacio Fernández Toxo pienso que tampoco acierta cuando dice que la
causa del desempleo español se halla en la elevada contratación temporal que se da en el
Reino (http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?
encuentro=6156&k=Ignacio_Fernandez_Toxo). España tiene la tasa de temporalidad que tiene
—el 25% hoy, el 30% ayer: ¡qué bien, ha bajado!— porque el modelo productivo español sólo
admite una tasa de desempleo «asumible»: el 9%, a base de: 1) contratación temporal
elevada, y 2) subocupación de parte de la población activa empleada; si los sindicatos se
rebelan contra ese mapa de la demanda de trabajo y/o la actividad económica no es capaz de
generar un PIB que ocupe población activa, puede que la tasa de temporalidad se reduzca,
pero a costa de aumentar la de desempleo; el momento actual sirve como ejemplo.
Es decir, pienso que para España el tema ha sido: o elevada tasa de temporalidad y de
subocupación (los famosos «becarios» subempleados y subremunerados, por ejemplo), o el
desempleo creciente; ya sabemos lo que ha sucedido: «ido», es decir, lo que ha pasado: ayer;
mañana... Recuerdo una viñeta que el genial Forges publicó hace unos años en El País; un
cartel encabezaba una gran masa de personas que se suponían en manifestación, en la
pancarta podía leerse: «No al contrato detritus, sí al contrato basura»; al pie de la viñeta un

año, el 2050, creo.

DEUDA, DEUDAS
[«Soy de los que piensa —somos muy pocas/os— que ésas son las Spanish Subprime.»]
Miércoles, 27 de enero
Bueno. ¡Ya está saliendo!: la verdadera dimensión de la deuda española. De la pública se
conoce bastante, de la privada empiezan a llegar a la calle cosas, ¿para que se vaya la gente
haciendo a la idea?, tal vez.
«Los promotores “no pueden pagar”», lo dijo este lunes el señor Santos González,
presidente de la Asociación Hipotecaria Española (El País, 26.1.2010, pág. 19), y, ¿cuánto
debe el subsector inmobiliario español? Pues una cantidad que equivale al 30% del PIB del
Reino. Por si no quedaba suficientemente claro, añadió: «El sistema no puede asumir la deuda
inmobiliaria» (misma fuente). Vale, y esto, ¿qué quiere decir?
Pues esto quiere decir que entre principios del año 2002 y finales del 2006, el crédito que
las entidades financieras concedieron al subsector inmobiliario creció el 343%, fue la época del
«España va más que bien»; luego, cuando algunos expertos ya empezaron a avisar sobre las
cosas del ladrillo, aún creció el 33%: entre principios del 2007 y finales del 2009. Claro, claro,
las entidades financieras concedieron ese crédito (la mitad lo pidieron prestado al exterior)
para hacer negocio, y el Banco de España bendijo ese proceder; tan sólo una voz iba, en el
BdE, dando periódicos toques de atención: la del Sr. Jaime Caruana; una anécdota.
Las compañías del subsector inmobiliario fueron levantando edificios de viviendas, muchos,
y urbanizaciones de casas, muchas, por un doble motivo: para venderlas, pero, también,
porque edificar esos inmuebles ya era negocio en sí mismo: su precio no cesaba de aumentar,
«más que ayer pero menos que mañana». Ha llegado la precrisis, el valor de esas viviendas ha
bajado (no tanto el precio: aún) y, además no se venden: las promotoras no pueden pagar sus
créditos a las entidades financieras, éstas deben los préstamos que solicitaron en el exterior
(410 miles de millones este año y los dos siguientes) y a ellas deben pagarles los hipotecados
a los que concedieron los créditos para adquirir una vivienda, gentes muchas de las cuales van
a perder su empleo cuando comience la verdadera crisis, por lo que no van a poder pagar las
cuotas.
Soy de los que piensa —somos muy pocas/os— que ésas son las Spanish Subprime, y
que ese razonamiento de que los activos existen porque existen los terrenos y las viviendas,
está muy bien pero siempre teniendo en cuenta que un activo vale lo que alguien que está en el
mercado está dispuesto a pagar por él, porque si ese alguien está dispuesto a pagar menos,
el activo se deprecia, lo que añade un cuarto problema a la situación de las entidades
financieras del Reino: ¿a qué valor tienen contabilizados en sus balances los pisos que
promotoras inmobiliarias, o particulares, les han ido dando a cambio de una deuda que llegado
un momento no han podido pagar?
Pienso que sí, que de todo eso ya se está hablando abiertamente para que «el hombre de
la calle» vaya haciéndose a la idea, ¿de qué?, pues de que las cosas están mal, se van a
poner muy mal, y de que tal vez haya que ir pensando en soluciones imaginativas, como el
convertir en pública esa deuda que ahora es privada: esos 325.000 millones que el subsector
no puede pagar.
Evidentemente, el Sr. Santos González no dijo nada parecido a eso, pero insinuó unas
cosas...
(No cambio de tema: el ministro de Trabajo ha solicitado la prórroga de las ayudas de 420
euros hasta agosto [finalizaban el próximo febrero]; estoy convencido de que es cosa hecha, y
que luego se prorrogarán otros seis, y después se perpetuarán. Por lo antes dicho, está claro
el porqué, ¿no?: el subsector inmobiliario no puede pagar, la población que ha de pagar sus
deudas a los acreedores de aquél no va a poder pagar. Y los acreedores de todo el mundo
tienen sus propias deudas. «Vaya lío», dice el del fondo; pues sí, la verdad.)
(El mismo señor ministro antes citado dijo el pasado lunes que en España «hay economía
sumergida desde los Reyes Católicos» [misma fuente]. Pues no, en aquella época no había
economía sumergida: al no darse acumulación de capital o al ser prácticamente inexistente,
ese concepto perdía todo significado: la imposición era indirecta y pagada por los plebeyos, y
los señores de la Mesta financiaban a la Corona, es decir, a la Hacienda, de otras maneras.
Pienso que tampoco estuvo muy afortunado el principal partido de la oposición: «Usted es el
ministro del fracaso del diálogo social». Mmmmmm, estimaciones realizadas en 1999-2001
calculaban que la economía sumergida en el Reino equivalía al 20% del PIB y el fraude fiscal al
6%: las cifras y las fechas son tozudas: siempre están ahí.)
(El gobierno quiere recortar el gasto público en 50 miles de millones en tres años. ¿Es
posible? Sí, es posible, pero tendrá consecuencias porque España ya tenía carencias
clamorosas. Tan sólo hay que cruzar los dedos para que los criterios de recorte sean
eficientes y para que lo que se gaste se gaste más eficientemente de lo eficientemente que ya
se gasta. Me parece que hace unos días les hablé de ello [¿o tenía pensado hablarles
mañana?]: cuentan, dicen, aseguran, que a los diferentes departamentos ministeriales llegaron,
hace un par de meses, unas órdenes no-escritas por las que debían ser elaborados unos
cuadros de gasto, para el 2010, cuya suma debía ser un 10% inferior a la que mostraban los
presupuestos aprobados en el Parlamento. ¿Cierto?, ¿falso? Curiosamente, la cantidad que el
gobierno pretende sea recortada se ajusta, en el año en curso, mucho, mucho, a ese
porcentaje rumoreado. ¡Vaya, vaya!)

EUROPA-ESPAÑA, HOY - 1
[«El momento actual es parte de la precrisis en que el sistema entró (...) con la manifestación del problema de las
subprime (...) agotamiento de una forma de hacer basada en el dinero barato, en el crédito fácil, en el consumo de
todo.»]
Jueves, 4 de febrero
Voy a relatarles un proceso: el proceso de generación de una entrevista. Hace unos días
contactó conmigo el realizador de un canal internacional de noticias a fin de concertar una
entrevista. Acepté. Lo que les voy a contar es el proceso que condujo a la entrevista en
cuestión.
Una vez respondí, vía mail, a su solicitud, me remitió otro en el que me indicaba los
aspectos que eran especialmente de su interés. Me decía que en la entrevista «interesaría
conversar sobre su visión de las perspectivas económicas tanto de España, como del resto de
Europa, para 2010. Igualmente desearíamos conocer sus opiniones sobre la presidencia
española de la UE, siempre en la esfera económica». Claro y conciso. A partir de aquí yo
elaboré un esquema en el que abordase ambos planteamientos.
Con respecto a mi visión de las perspectivas económicas tanto de España, como del resto
de Europa, apunté:
— El momento actual se está pintando como de salida de la situación recesiva vivida en el
último año y medio, pienso que no es así.
— El momento actual es parte de la precrisis en que el sistema entró a partir de
septiembre del 2007 con la manifestación del problema de las subprime, es decir,
manifestación del agotamiento de una forma de hacer basada en el dinero barato, en el
crédito fácil, en el consumo de todo —también de bienes de inversión—, en el
endeudamiento desorbitado, y en el desperdicio de los recursos que hiciese falta; una
precrisis en la que las ayudas estatales han actuado de anfetaminas a fin de
proporcionar una existencia asistida a un modo de hacer agotado.
— La verdadera crisis, entiendo, se manifestará a mediados del 2010, momento en el que
comenzará la auténtica caída de la economía mundial (el 2011 será estructuralmente
semejante a 1930), esta caída puede durar hasta el 2012, momento en que comenzará
un estancamiento que puede durar tres años y en el que nuevas estrategias van a tener
que ser definidas. Desde el 2015, una lenta recuperación que no finalizará hasta el
2020. Diez años en total a partir de hoy, como la Gran Depresión.
— Esa recuperación, no obstante, no significará volver a un momento anterior al año 2007,
sino el comienzo del funcionamiento de un modelo basado en la eficiencia, en la
productividad y en la producción y en el consumo de lo necesario.
— Es una crisis postglobal, planetaria, luego todas las economías se verán afectadas,
unas más que otras, claro. España, por la estructura de su PIB, mucho; países que ya
son muy productivos, con reducida población y con un PIB basado en el alto valor, como
los Países Bajos y los Escandinavos, mucho menos; al Reino Unido le beneficiará no
pertenecer a ningún área monetaria, a Japón su enorme flexibilidad y la gran
diversificación de sus inversiones; las demás economías, mal o muy mal.
Y en relación a mis opiniones sobre la presidencia española de la UE, escribí:
— Cuatro presidentes —el del Consejo, el de la Comisión, el del Eurogrupo, el de
Exteriores (la de Exteriores en este caso aunque no sea presidenta) y el de turno:
España en este caso— son, entiendo, una exageración, recuerda a aquello de
«demasiados jefes para mandar».
— Un nuevo marco: la Agenda de Lisboa, un fracaso, ha fallado: porque no se podía
cumplir; por ejemplo, no se puede llegar a una tasa de I+D sobre PIB del 3%, ni a una
tasa de actividad del 70%; era un ejercicio de posibilismo de gabinete, totalmente
despegado de la realidad; la tasa de pobreza de la UE: el 16%, el desempleo previsto:
10,7% en el 2010, 11% en el 2011. Puede que exista una Europa, pero existen varias
realidades europeas.
— En los dos mil últimos años pasados ha habido cinco tentativas de unificar Europa,
cuatro basadas en la guerra y en la invasión y las cuatro fracasaron; la quinta, la actual,
lleva ya medio siglo de vida y los resultados son más bien pobres. Cuando las cosas
«han ido bien» y el crecimiento económico ha sido palpable, no ha sido posible (el
fracaso de la Agenda de Lisboa es un ejemplo); ahora que van mal, y peor, entiendo,
van a ir, en pura lógica más difícil va a ser avanzar hacia la verdadera unión europea,
sin embargo los próximos diez años, pienso, van a ser la última oportunidad.
— Pero ya no podrá hacerse como antes: todos juntos a la vez y a la una (si no se pudo
cuando todo iba bien, menos cuando va mal); ahora las cosas ya tienen que hacerse de
otra manera: a través de la eficiencia y la coordinación; pienso que los conceptos de
Geometría Variable y de Cooperación Reforzada volverán, y no tanto a nivel de países
como de clusters regionales o transregionales.
— También pienso que ya deberían estar trabajando en esa dirección, y también que
Europa no se encuentra aún en esa onda, y que ese proceso de coordinación no puede
dirigirlo un país: debe ser liderado por un grupo de expertos con independencia, con
auténtico espíritu cooperativo y con genuino poder decisorio, una evolución del actual
Ecofin podría ser una aproximación a lo que me estoy refiriendo.
— La confirmación de que Europa no se halla en esa onda podemos verla en los objetivos
económicos que se ha fijado España en su presidencia: retirada de las ayudas públicas,
regulación de las remuneraciones de los altos ejecutivos financieros, evasión fiscal...
Temas con una música, con un enfoque mucho más nacional que europeo, y desde
luego no va, entiendo, en la línea de eficiencia apuntada; por ello, la solicitud de
sanciones para quienes no cumplan con los objetivos fijados la considero más un globo
sonda que otra cosa: sanciones a países, cuando los objetivos van a tener que ser
cumplidos por regiones y por agrupaciones de empresas: no tiene sentido.
— La presidencia de España pasará y, cuando finalice, la verdadera crisis ya habrá
llegado. Posiblemente la Historia será muy crítica con la presidencia española, pero lo
cierto es que España muy poco habrá podido hacer. Todos los miembros de la UE dicen
que quieren trabajar por Europa, pero en realidad lo que busca hoy cada miembro es su
propia supervivencia, algo por otra parte lógico.
— Insisto: la última oportunidad.
Mañana acabo de narrarles el proceso.
(El índice de confianza de los consumidores ha mejorado cuatro puntos en enero. Con todo
el respeto del que soy capaz, le sugiero al ICO que repase los cálculos: la calle, pienso, no
dice eso, pero van a dar football cada día por la tele.)

EUROPA-ESPAÑA, HOY - y 2
[«A nivel mundial lo absolutamente prioritario es poner de manifiesto toda la porquería que aún acumulan los balances
de las entidades financieras.»]
Viernes, 5 de febrero
El realizador del canal de televisión me telefoneó y estuvimos comentando largo rato sobre el
tema, dando vueltas a las cosas. Quedamos en un día para realizar la entrevista, entrevista
que se haría vía satélite.
El día anterior a la fecha concertada me remitió un mail en el que, además de decirme que
me telefonearía en una hora, me planteaba cuatro bloques de cuestiones; eran temas
extraídos a partir de la conversación que tuvimos, temas que a la cadena le interesaba
abordar. A continuación, los temas planteados, e inmediatamente después, mi aportación.
1) España está sumida en una profunda crisis con un desempleo que se acerca al 20%, ¿en
qué medida puede servir la presidencia comunitaria para reactivar la economía europea?
En ninguna: no puede. El desempleo existente hoy en Europa no es de origen coyuntural,
sino consecuencia de una crisis sistémica fruto de que un modo de hacer las cosas se ha
agotado, un modo de hacer las cosas que partía de la base de que cuanta más población
ocupada hubiese, más crecimiento económico se produciría.
En consecuencia, lo primero que es necesario es que todos los países miembros tomen
conciencia de ello, y no me refiero tan sólo a los gobernantes, sino a las distintas ciudadanías.
Eso ya es una tarea titánica: si España pudiera hacer algo en este sentido ya sería mucho,
pero pienso que no ha llegado el momento porque no hay voluntad de tomar, aún, tal
conciencia por las consecuencias políticas que ello tendrá; y digo que es titánica porque nos
encontramos en una situación tipo «sálvense quien pueda», y así va a ser durante unos
cuantos meses más.
2) Usted pronostica en su libro un crash para 2010, ¿realmente es para tanto cuando las
bolsas han subido con fuerza en los últimos meses y parece confirmarse una tímida
recuperación?
Como decía anteriormente el modelo económico que con ligeras variaciones ha estado
vigente desde la década de 1950 se ha agotado. Ha sido un modelo basado en el consumo, en
el crédito, en la deuda y en el desperdicio de recursos, cosa que se justificaba por la
necesidad de «competencia» y porque no quedaba ya otra forma de crecer; esta dinámica se
ha ido acelerando a partir de la recesión del 91 al ir entrando las bases citadas en una espiral
hiperexpansiva.
La manifestación del estallido de las subprime puso sobre la mesa este agotamiento, pero
a base de ayudas del Estado y de soportes y avales públicos se ha podido alargar la situación.
Este alargamiento tiene un límite físico. La subida de las Bolsas es coyuntural, especulativa y,
en gran medida, está sustentada por la derivación hacia los mercados de fondos obtenidos
para procesos de reestructuración financiera. Pienso que este proceder, como máximo, tiene
un recorrido de un par de meses y ello dentro de un proceso de creciente volatilidad. En última
instancia podemos preguntarnos si justifica el estado de las Economías nacionales las alturas
que han alcanzado los mercados de valores.
3) ¿Qué salida ve usted para Europa?, ¿qué tenemos que hacer los europeos para evitar ese
futuro nada prometedor?
Tremenda pregunta, tremenda porque la solución no es europea al hallarse toda la
economía mundial interconectada; es decir, lo que debe hacerse debe hacerse a nivel mundial;
lo que sí, entiendo, puede hacer la UE es trabajar en ese sentido (pero para eso todos los
miembros de la UE deberían ponerse de acuerdo, ¿es ello posible?). Bien, a nivel mundial lo
absolutamente prioritario es poner de manifiesto toda la porquería que aún acumulan los
balances de las entidades financieras, toda, sin excepción, y sanear esas entidades
apechugando sus accionistas con las consecuencias que de ello se deriven.
Como puede deducirse, para lograr ese objetivo y para trabajar a partir de ahí hace falta
coordinación y cooperación, entre Estados y entre Estados y grandes compañías; de hecho
pienso que esta crisis es la última oportunidad para Europa, el examen final. No se pudo o no
se quiso avanzar en la «idea Europa» cuando las cosas iban bien, no se está avanzando ahora
que van mal, esa última oportunidad llegará cuando vayan muy mal, y pienso que, por
necesidad, se profundizará en esa dirección.
4) ¿En qué sectores hay crecimiento?, ¿dónde habrá empleo para esos millones de europeos
que ingresan cada año en el mercado de trabajo?
El estallido de la crisis sistémica supondrá que muchas acciones económicas que hoy
consideramos normales y que generan PIB dejarán de llevarse a cabo porque la capacidad de
endeudamiento de la población se colapsará. Sin embargo ciertos sectores progresarán:
biotecnología, investigación en energía, logística (al contribuir al aumento de la productividad),
y lo que yo denomino el «Sector R»: reparación, rehabilitación, reciclaje, recuperación...
En cualquier caso, la actividad generada por esos sectores será insuficiente para absorber
el desempleo hoy existente —que irá a más— y el aumento vegetativo de la población activa
que se irá produciendo (lo que pone, ya, de manifiesto en toda su extensión el problema de la
población inmigrada no económicamente necesaria). Es decir, cuando la crisis se dé
oficialmente por acabada en los alrededores del 2020, Europa —y el planeta en general—
deberá acostumbrarse a una tasa de desempleo elevada, entendiendo por «desempleo» lo
que hoy se entiende como tal (definición que, muy posiblemente, será modificada).
A la hora me telefoneó. Nuevamente una larga charla, muy productiva, abordando los
diferentes matices de cada propuesta. Media hora después nos despedimos hasta el día
siguiente.
La entrevista fue francamente bien; al principio un poco sorprendente hablarle al objetivo de
una cámara, pero bueno. ¿Lo que saqué del proceso?, muchas reflexiones sobre aspectos en
los que a menudo no te detienes tanto. Y el resumen del resumen: pienso que se llegará a la
unión de Europa, pero será una Europa muy distinta a la que hoy conocemos, una Europa en la
que los países tendrán bastante poco que decir.
(Dicen que la Bolsa ha bajado por las palabras que el señor Joaquín Almunia pronunció el
pasado miércoles, ya saben lo de España = Grecia = Portugal [volveremos sobre el tema]; no
me lo creo: ese mensaje era archiconocido; la pregunta no es por qué está bajando la Bolsa, la
pregunta es: ¿por qué ha subido tanto?, o dicho con otras palabras: ¿qué de la economía
española justifica 6.000 de los 10.000 y pico del Ibex? [extrapolen esto al DJIA, o al índice que
prefieran].)

GRECIA, AGAIN
(Forma parte de los sucesos que crean precedente) - 1
[«Como en todas partes, también en Grecia lo peor está por llegar.»]
Lunes, 12 de abril
(Esto que están leyendo lo escribí el pasado sábado, por lo que es posible que ya hayan
acontecido nuevas novedades, pero, en fin.)
Acaba aburriendo hablar de cosas de las que ya se ha hablado y muy poco queda por
decir, máxime teniendo en cuenta que ese poco que queda por decir difícilmente va a ser
dicho.
Vamos a ver, pienso que LA razón, la única razón, por la que el precio que Grecia debe
pagar para que le compren su deuda tiene bastante poco que ver con que su economía está
fatal, ¡qué va! Si ésa fuese la razón hasta sería algo ilógico: a alguien que no puede ni pagar la
luz se le hace pagar más sabiendo que mañana no va a poder pagar ni la luz ni el agua.
LA razón, decía que pensaba, por la que a Grecia se le está acogotando para que pague
crecientes precios a los álguienes que pueden comprarle su deuda es simple: esos álguienes
saben que esa deuda, de algún modo y en algún momento, va a ser pagada por alguien; quién
la pague y cómo sea pagada les da exactamente lo mismo; es decir, comprar deuda griega es
como tener dinero en el banco.
Pero, ¿es absolutamente imposible que la deuda griega no sea pagada? Existen dos
posibilidades: un apocalipsis monetario-financiero que colapse el planeta (absolutamente
improbable, pienso), y una condonación completa, como si de una economía subsahariana
arruinada del tipo de las que se les han realizado perdones, se tratase (absolutamente
imposible, pienso: aún más que la anterior posibilidad apuntada, debido a que Grecia es
miembro de un área monetaria estructurada).
Es decir, los tenedores de deuda griega, los futuros compradores de deuda griega, saben
que van a acabar cobrando..., el precio que les apetezca pedir; es decir, no es que, pienso, el
mercado cruce una oferta de deuda griega y una posible demanda del resto del mundo hacia
esa deuda, sino que esa demanda se pregunta: «En base a..., (un porrón de variables),
¿cuánto quiero ganar con la deuda griega y Grecia, ahora, está dispuesta a pagarme»?
Parece lo mismo, pero no lo es: en el planteamiento de la demanda, el riesgo de impago ha
desaparecido (y no lo digo por los CDSs): esa demanda SABE que va a cobrar.
«Dejar hundirse a Grecia es mucho más caro que salvarla» (José Ignacio Crespo, director
de Thomson Reuters, en El País, 8.4.2010, pág. 24). Mi lectura: el Sr. Crespo está diciendo
que la posible demanda de deuda griega sabe que, a quienes les interesa que Grecia no
quiebre, no van a dejarla quebrar, y esa demanda se aprovecha, ¡vaya si se aprovecha!, y,
según el razonamiento, ya se imaginan quiénes van a acabar pagando el evitar que Grecia
caiga.
Dirán que, como en toda inversión, si esa posible demanda de deuda griega pide
demasiado puede llegarse a plantear el caso de si sería menos costoso que Grecia quebrase;
poniéndonos el traje del salvador, claro; pero pienso que eso está calculadísimo: a precio de
derribo, ¿cuánto vale Grecia? Es decir, desguazando Grecia, ¿cuánto puede sacarse por los
trozos que se obtengan de ese desguace?
¿Qué va a suceder a partir de ahora con Grecia? El affaire Grecia, como leyeron aquí hace
unos días, no existiría fuera de la precrisis en la que lleva inmersa la economía planetaria
desde septiembre del 2007: la evolución de aquellas subprime ha llevado a este 7 y pico % —
actual— que le están pidiendo a Grecia para comprarle su deuda. Como en todas partes,
también en Grecia lo peor está por llegar.
El domingo: de momento se ha decidido tener preparada la cifra de (30 + 15) miles de
millones, el 80% de la deuda que Grecia tenía que emitir este año. Se le van a «prestar» esos
fondos, pero, ¿qué problemas resolverá eso? Por cierto, si a Grecia se le va a prestar ese
importe, a España habría que prestarle (105 + 35), milloncejo más, milloncejo menos: el déficit
que el Reino acumulaba a 31 de diciembre. ¿Cómo lo ven? (Y Grecia, ¿debería tener que
contribuir a un préstamo a España?)
(¡¡¡¡Al fin!!!!: «Hay que decirle a toda la sociedad que esto nunca más va a ser como era».
Señor José Blanco, ministro de Fomento del Reino de España, en una entrevista publicada por
El País el 10.4.2010 en sus págs. 28 y 29. Que yo sepa, es la primera vez que un político
español dice algo así [¿lo ha dicho algún político de otro país?], aunque, pienso, que lo ha
dicho en un tono muy quedo y limitado. Yo extrapolo, y pienso que el señor ministro estaba
pensando en global, y si es así estoy plenamente de acuerdo porque aquí lo llevamos diciendo
desde hace meses: «Nada volverá a ser como fue»: Paradise is gone and it will never come
back.)
(Primero se habló del Modelo Alemán, ahora se está hablando del Modelo Austriaco.
Vamos a ver, ¿en qué se parece la economía austriaca a la española?, ¿qué tiene que ver la
estructura del PIB austriaco y el modelo productivo de Austria con la estructura del PIB
español y con el modelo productivo español?, ¿qué tienen en común las formas austriaca y
española de generar PIB? Y en cuanto a la operativa..., ¿de verdad se piensa que la empresa
media española va a poder meter en un armario el 1,5% del salario de sus trabajadores
cuando la productividad media de la empresa española media es la que es? Para que se
hagan una idea: España tenía en el año 2005 la productividad que Austria tenía en..., ¡1973!
¿Qué será lo siguiente?)
(Curiosa la pregunta que se hacen en Comisiones: «¿Dónde está la coherencia de
prolongar la edad de jubilación a los 67 años y, al mismo tiempo, rebajar las cotizaciones
sociales?» [El País, 11.4.2010, pág. 24]. ¿La coherencia?, pues en que lo que de verdad
busca la reforma en ciernes, pienso, es abaratar los costes laborales y, a la vez, decrementar
el gasto público. Todo el mundo sabe que, por decreto, no se puede aumentar la demanda de
trabajo, ¿o sí?)

GRECIA, AGAIN
(Forma parte de los sucesos que crean precedente) - y 2
[«Grecia no va a quebrar, llegarán los Men in Black y dictarán lo que haya que hacer, y se hará.»]
Martes, 13 de abril
Si la dinámica que se ha desencadenado con respecto a la economía griega y con respecto a
su deuda es para sacar tajada, nada que decir; total ¿qué más da destripar un país más?
¡Tantos se han destripado hasta ahora vía la deuda exterior! Pero pienso que hoy las cosas no
son iguales que en la década de los 80. En los 80 se sacaron muchas tajadas de las deudas
de los países subdesarrollados (los chicos del Consenso de Washington saben mucho de eso);
pero, entonces, salvo en esos países, el mundo iba muy bien (mejor de lo que iba cuando en
los mediados 2000 se decía que iba bien), y ahora el mundo va mal y, pienso, que muchísimo
peor va a ir.
Ya se lo he contado: pienso que la economía griega va a ser intervenida, la griega y otras;
que se fijarán reglas de comportamiento y de actuación, que se determinarán garantías
futuras. En muchos aspectos, Grecia va a ser un laboratorio en el que se van a probar recetas
y a ensayar actuaciones, para aplicar en otros sitios, sí: para aplicar en todos los sitios.
Argentina sirvió para ensayar si se podía elegir a un técnico como ministro sin que el
personaje pasase por las urnas, USA sirvió para probar qué sucedía si quebraba un banco
gordo, Grecia va a servir para diseñar una serie de operativas. Ya, ya: hay un problema: nada
de todo eso es gratis, pero recuerden quienes acaban pagando —todo—; esa regla tan simple
por la que se rige la economía, siempre son los mismos. Que es como debe ser, ¿no?
Resumen del resumen:
1. Pienso que el caso griego es único: es la primera vez en la historia en la que un
miembro de un área monetaria se halla al borde de la quiebra, quiebra que si no se
desata es porque a nadie le interesa.
2. Debido a lo anterior, pienso que Grecia no va a quebrar, que llegarán los Men in Black y
dictarán lo que haya que hacer, y se hará, y Grecia se va a ver sumida en la pobreza
durante décadas, pero sus acreedores cobrarán, ¡vaya si cobrarán!, hasta el último
dracma, ¡huy, perdón!, euro, aunque muy posiblemente lo cobrarán en especies.
3. Especular ahora con que si Grecia debió ser admitida, o no, en el euro, elucubrar sobre
si debería, o no, salir de la UME, pienso que no tiene sentido. Grecia fue admitida
porque fue conveniente que su economía estuviese integrada en el euro a fin de que
fuese fuente de negocio y por la defensa que estar en el euro representaba para esos
negocios. Ahora a quien más le conviene que Grecia permanezca en el euro es a Grecia
misma: ¿dónde va a encontrar la defensa que supone pertenecer a la zona euro?;
aunque la va a pagar a precio de beluga, claro, pero aún tendría que pagar más si no la
tuviese.
4. Estirar más el brazo que la manga siempre tiene consecuencias, y cuando el fragmento
de brazo que ha quedado al aire se convierte en indecente hay que retraerlo haciendo lo
que haya que hacer, lo contrario supondría caer en lo pornográfico.
5. Grecia, pienso, está sirviendo de test, otros deberán extraer moralejas,
fundamentalmente los PIIGS, pero no sólo ellos: todas aquellas economías con bajas o
muy bajas productividades, y altas o muy altas dependencias. «Son muchas», dice el
del fondo (hacía días que estaba callado); ya, por eso se nos está viniendo encima una
crisis sistémica. Moraleja: sobre todo porque a Grecia «se le va a poder ayudar», lo
que no está nada claro es que «se vaya a poder ayudar a otros».
6. El Consenso de Washington returns: decremento del gasto público y aumento de
impuestos y tasas a fin de reducir el déficit y dejar claro que se va a destinar pasta a
pagar a quienes se debe (otra cosa es que, al final, se pueda); reducciones salariales
para bajar los costes de producción y, así, poder exportar (ya se verá a quién: es la
receta mágica: todo el mundo a exportar): son la recetas del FMI, «la misma historia de
siempre»; y no va a funcionar porque lo que está sucediendo en el 2010 no se parece
en nada a lo que sucedió en los 80, ni Grecia es Guatemala. ¿Por qué lo llaman
«medidas deflacionarias sustitutivas de una devaluación imposible», cuando lo que están
diciendo es «empobrecimiento porque ya no pueden seguir allí donde se les dejó
llegar»?
That’s all folks! Looney Tunes, ya.
Por cierto: se confirma lo que ya dijimos aquí: España va a subir el IVA para pagar lo que
le va a tocar del paquete griego; bueno, mejor dicho: lo que va a sacar el Estado de subir el
IVA más lo obtenido de algún ahorro más se va a dedicar a la cuota española: ¿«lo comido por
lo servido», «para este viaje no necesitábamos alforjas», o «écheme un cuartillico más»? Otra
cosa, como antes: ¿por qué le llaman «solidaridad» cuando están queriendo decir «interés
particular»?
(«Medidas de Zurbano», o «Acuerdos», o «Pactos», pienso que es otro parche mediático:
¿se ha calculado que sale más a cuenta: esa deducción fiscal o «hacerlo sin factura»?; ¿se ha
considerado cuántas familias, en las actuales circunstancias, y en las que van a venir,
dispondrán de fondos para cambiar el cuarto de baño o la cocina?, ¿se ha tenido en cuenta el
coste que va a tener para las cuentas públicas dejar de ingresar 1.600 millones, o es que se
trataban de unos euros que no iban a ser ingresados en ningún caso? Y facilitar la operativa
documental a las empresas que facturen menos de ocho millones anuales, ¿en qué contribuye
eso a «salir de la crisis»?
Ingresos públicos a la baja, pero avales al alza: el que se va a dar a los bonos que emitan
las compañías eléctricas para cobrar el déficit tarifario. No, posiblemente no se vaya a gastar
más, pero se va a ingresar menos, por lo que todos vamos a contribuir a que, por ejemplo,
vaya a ser más barato sobrevolar el espacio aéreo español. Y los créditos ICO...: pregunta,
¿se analizará con lupa la viabilidad de las empresas que los soliciten?; no estoy diciendo que
no se vaya a hacer, sólo lo pregunto.
Yo sigo con lo mío: ¿por qué, antes de tocar nada, no se analiza si lo que ahora se está
gastando se está gastando bien? Ejemplo: el Museo Nacional de Qatar. No sólo en este Reino
es posible hacerse preguntas, un diseño de ensueño de Jean Nouvel: la puerta al desierto; otro
ejemplo: la reforma de la Diagonal de Barcelona, ¿es lo mejor en lo que hoy se pueden gastar
unos fondos que son escasos?)

NOS ESTAMOS ACERCANDO - 1
Hoy, un cambio sistémico de estructura neoneokeynesiana (...) es, pura y simplemente, imposible.»]
Miércoles, 14 de abril
El ex presidente de la República Argentina Carlos Saúl Menem, durante su presidencia,
pronunció una frase que ha hecho historia: «Estamos mal, pero vamos bien». Mucho han
cambiado las cosas desde que el entonces presidente Menem pronunció esas palabras, pero
la estructura de la frase es, pienso, tan válida hoy como entonces. «Estamos mal, luego vamos
a tener que hacer algo completamente distinto a lo que hicimos para salir de donde estamos».
De todo lo que ha sucedido estos últimos días me quedo con dos ítems: el estudio de los
nueve economistas —de corte neoneokeynesiano («neoneo»: no, no es un error)— del RMF
vinculado a la University of London (vean un buen resumen en El País del 20.3.2010, pág. 20) y
la sugerencia del FMI para que la UEM diseñe, establezca y protocolice un sistema de rescate
a entidades financieras en situación problemática. Parecen iniciativas inconexas, pero pienso
que están conectadas, y mucho. El nexo de unión son las crisis —sistémicas— de 1929 y del
2010.
El cambio sistémico que generó la crisis —sistémica— de 1929 fue la constatación de que
tan sólo aumentando salvajemente el consumo de Estado, empresas y familias se superaría el
agotamiento al que el sistema había llegado al no cuadrar la capacidad productiva alcanzada a
partir de 1923 con la capacidad de consumo de unas rentas limitadas, y ha estado funcionando
muy bien porque la dinámica económica apuntaba hacia «el ir a más». Cierto que para ello se
supusieron cosas falsas, como que la cantidad disponible de commodities era ilimitada y su
precio era reducido y así iba a continuar siendo, pero la alternativa a no hacer nada era, como
dijo Keynes, alcanzar un equilibrio en desempleo, es decir, con subutilización de factores
productivos y con crecimientos raquíticos. El estudio de los nueve economistas va por ahí,
evitar el mismo peligro: el equilibrio en desempleo, en la crisis —sistémica— que va a
comenzar.
El problema es que la crisis del 2010, aunque estructuralmente es muy semejante a la de
1929, tiene algunas diferencias muy profundas con aquélla. De entrada, ahora, la dinámica del
sistema apunta hacia el «ir a menos» debido a que las posibilidades de incremento de la
productividad son infinitamente mayores que en los años 30; es decir, hoy ya es posible
fabricar la cantidad de bienes y elaborar la cantidad de servicios que sea precisa: más, menos
o igual que ayer o que mañana, utilizando muchísimas menos unidades de factores productivos
que en los años 50. En segundo lugar, porque hoy se sabe que la cantidad de commodities sí
es finita y se conoce que su precio se halla muy vinculado a su disponibilidad y facilidad de
obtención. Por último, porque el entramado monetario-financiero, el lubricante y combustible
del modelo, es enemil veces más complejo que hace cuarenta o cincuenta años, por lo que la
dificultad de entrar en el binomio «economía real-economía financiera» se dispara
exponencialmente.
Hoy, un cambio sistémico de estructura neoneokeynesiana, semejante al cambio sistémico
producido en los años 30, entiendo que es, pura y simplemente, imposible: aquel cambio
sistémico llevó a un modelo económico en el que crecimiento y uso creciente de recursos
(incluido el factor trabajo, evidentemente) estaba íntimamente correlacionado; ahora,
generación de PIB y uso de factores productivos han dejado de estarlo gracias a la evolución
tecnológica que ha disparado la productividad en todos los subsectores hasta límites difíciles
de imaginar (y estamos sólo al principio). Es decir, una tecnología cada vez más sofisticada,
más fácil de utilizar y más barata, busca la máxima eficiencia en el uso de factores productivos
(incluido el factor trabajo) de modo que la necesidad de éstos tiende aceleradamente a
decrecer en todas las actividades económicas y sociales.
La evolución de esa concepción no puede derivar hacia una irracional e imposible rebelión
contra la tecnología: la evolución tecnológica es imparable, pero, a la vez, la inevitabilidad de
las consecuencias de esa evolución tecnológica hará, pienso, que la solución a la crisis
implique un cambio radical en el modo de vida. En otras palabras: la solución se halla en lo
nuevo, no en lo viejo, un nuevo modo de hacer muchísimo más eficiente y, por tanto,
minimalista.
En este contexto es lógico que el FMI sugiera a la Comisión Europea que establezca un
proceso de intervención en entidades financieras que entren en zona problemática; también lo
es que en USA el proyecto presidencial de regulación bancaria contemple recortes de
libertades de actuación a las entidades financieras. En las últimas tres décadas «lo monetario
y financiero» ha ido desarrollando una vida propia al margen de «lo económico», de tal modo
que hoy la interpenetración existente en los activos de las entidades financieras entre «lo real»
y «lo virtual», es, en innumerables casos, indescifrable.
En otras palabras, como el escenario en el que se produjo el megadesarrollo de ese mundo
financiero separado-de-lo-real ya no es el que ahora muestra el panorama, y como el enredo
generado en ese mundo financiero es tan descomunal y, por tanto, irresoluble, la única solución
es la que en su día aplicó Alejando Magno al nudo Gordiano: cortarlo con su espada; es decir,
pienso que las autoridades monetario-financieras del planeta se deberían ir preparando para
intervenir en el sistema.
(Las palabras, ayer, del Sr. gobernador del Banco de España en el sentido de que España
va a obtener un ingreso por su contribución al fondo de ayuda a la economía griega en forma
de intereses, son correctas..., si Grecia paga, cosa que en mi opinión no sucederá: si ahora
tiene problemas para afrontar una deuda de X, ¿cómo va a poder hacer frente a una de X+n
con las expectativas de crecimiento que pintan en el horizonte?)

NOS ESTAMOS ACERCANDO - y 2
[«El lugar al que tras la crisis llegará la economía planetaria será un lugar minimalista, austero.»]
Jueves, 15 de abril
En consecuencia, el cambio sistémico que saldrá de esta crisis sistémica no llevará al planeta,
pienso, a un Nirvana de bienestar como el Nirvana al que llevó el salir de la Gran Depresión. El
lugar al que tras la crisis llegará la economía planetaria será un lugar minimalista, austero, en
el que unas tecnologías ultraeficientes fabricarán y elaborarán las unidades precisas de aquello
que sea necesario utilizando los factores productivos idóneos en las cantidades que sean
convenientes; lo financiero, continúo pensando, siguiendo un diseño acorde con ese
planteamiento, será más simple y más limitado, pero gobernable y sin posibilidad de causar
desagradables sorpresas por manejos no previsibles.
Sí. Pienso que, en comparación con el pasado, se trata de un lugar menos brillante, pero
mucho más lógico en relación a las actuales necesidades; ya, ya, un cambio sistémico de esa
naturaleza tiene consecuencias que hoy no gustan, como un elevado desempleo del factor
trabajo, pero ese no-gustar es fruto del chip con que hasta ahora hemos estado funcionando, y
nos acostumbraremos al cambio sistémico: siempre lo hemos hecho, por muy dura que sea la
transición: la crisis; y por muchas resistencias que ciertos elementos hayan opuesto: pienso en
showmen, charlatanes, oportunistas, mercachifles y vendedores de ideas milagro (aunque
hayan cambiado de caballo a media carrera).
En esta línea: el fondo de 0,55 billones de USD que el FMI va a crear. ¿Por qué, ahora que
«estamos en el camino de la recuperación», el FMI ha llegado a la conclusión de que es
necesario este fondo de emergencia? ¿Qué se sabe y no se cuenta? ¿Qué se espera y no se
dice ni se comenta? ¿Por qué no me extraña este anuncio? El tomate que se ha generado ha
llegado a una situación simplemente insostenible: lo de Grecia es el aperitivo del aperitivo.
Esos 0,55 B no van a resolver nada, pero servirán para todo lo que está sirviendo lo que
últimamente se está haciendo: llegar a mañana; y, bueno, esa pasta puede dar para unos
cuantos días.
(No sé por qué escribo esto entre paréntesis: no estoy cambiando de tema. Este pasado
lunes una emisora de radio me invitó a un programa de actualidad económica. El formato es
interesante: el conductor del programa lee una noticia, si el tema lo justifica interviene un
corresponsal, y si el tema lo continúa justificando es requerida la opinión del invitado. Uno de
los temas en que fue requerida mi opinión fue sobre la reforma laboral que está en
estudio/discusión. Lo que dije, ya lo saben: es imposible crear demanda de trabajo por
decreto.
La demanda de trabajo es la que es, en un momento determinado, en base a las
necesidades que de factor trabajo haya según el modelo productivo existente y en un
escenario dado; pues bien, hoy la demanda de trabajo en España es baja, y más baja va a ser
debido a la evolución de las cosas aquí y en todas partes, y por muchas vueltas que se den a
las leyes, así va a seguir siendo.
¿Por qué digo esto?, pues porque por lo que se está filtrando de lo que se está discutiendo
parece que ya hemos abandonado la fase del «empleo por decreto», estamos entrando en la
del «empleo subvencionado» [asunción de parte de la indemnización de despido con dinero
público] y ya empieza a definirse la del «empleo subsidiado» [medidas para la ocupación de
jóvenes].
Y como cantinela, la habitual: reducir la tasa de temporalidad. No entiendo que no se
entienda: si a lo que se tiende es a la máxima flexibilidad, la demanda de trabajo tenderá a
contratar al factor que necesite cuando lo necesite durante el tiempo que lo necesite, máxime
teniendo en cuenta hacia dónde vamos. Entonces, ¿qué hay detrás de esa obsesión por la
contratación indefinida?, ¿o es que por cambiar de contrato va a ser más caro despedir a
una/un undermileurista que lleve trabajando donde va a ser despedida/o desde hace dos
años?
Por todo esto no entiendo el discurso de los sindicatos, de verdad. Es obvio que un
contrato de trabajo rescindible con 33 días/año, el retraso de la edad de jubilación a los 67
años, el aumento en los parámetros para calcular el importe de las pensiones, la posibilidad de
que las agencias privadas de empleo intervengan en el mercado laboral, implica —supone,
lleva a— una reducción de los costes laborales, insisto: es obvio. [También supone una
reducción de los ingresos públicos y un crecimiento del gasto público, luego habrá que recortar
«otros gastos» para compensar.]
Decía que era obvio, pero entiendo que no incrementa —aumenta— la demanda de trabajo;
es decir, todas esas medidas no van a hacer que las empresas aumenten sus plantillas,
contraten a más personas, necesiten más factor trabajo; mi argumento lo conocen: es
imposible crear demanda de trabajo por ley. Si, según se dice, el objetivo de esta reforma
laboral que se está discutiendo es «crear empleo», ¿por qué los sindicatos no cuestionan que
no lo va a crear?; claro, claro, es posible que yo esté equivocado, aunque también existe otra
posibilidad: que en las actuales circunstancias y durante mucho tiempo vaya a ser imposible
que la demanda de trabajo crezca en España.
Mi lectura [la mía]: marear la perdiz para, de nuevo: otra vez, llegar a mañana; luego,
mañana, ya se verá qué se hace: estará todo tan requetemal que se aceptará lo que sea: lo
que haga falta, lo que toque, lo que haya que aceptar.)
(Ha dicho la Sra. ministra de Vivienda del Reino que 2010 «Es uno de los mejores años
para comprar una casa» [El País, 14.4.2010, pág. 22]. Ya saben lo que pienso: que no.
Dejando a un lado el tema del IVA y el de la deducción por vivienda, incluso el de que las
entidades financieras estén concediendo algún crédito inmobiliario más, hasta el de que los
precios ya han bajado, e incluyendo el stock de viviendas que acumulan bancos, cajas y
constructoras-promotoras, todo esto, pienso, no va a ser significativo cuando se produzca el
verdadero derrumbe de la actividad económica.
Entiendo a la Sra. Beatriz Corredor, y a quienes acumulan stocks de viviendas, pero pienso
que la tendencia de los precios de la vivienda y de las oficinas es hacia el derrumbe: a medida
que el desempleo vaya aumentando y vayan creciendo las dificultades de negocio, el exceso
de oferta inmobiliaria se irá haciendo más manifiesto, a esto contribuirá una creciente
impagadosidad. La evolución natural será, entiendo, el derrumbe de los precios de la vivienda.
En consecuencia, pienso que el 2010, de cara a conseguir un precio bajo, no es un buen año
para comprar, por lo que esperar al 2011 o al 2012 sería, en general y yendo con el dinero en
la mano, la mejor opción y más, aún, de cara a la gran inversión: edificios enteros para
reformar —fraccionar— y alquilar. Es mi opinión, claro.)
(Ayer: estoy de acuerdo con el Dr. Rodrigo Rato: va a haber una reducción en vertical del
número de cajas —y de bancos—, pero pienso que van a quedar bastantes menos de veinte,
entre otros motivos porque, pienso, no habrá negocio para veinte. También estoy de acuerdo
con que el proceso se va a realizar en fases; pero, continúo pensando, no será en dos, sino en
tres: tres niveles de absorción, tres escalones: una aproximación sucesiva al número
conveniente. ¿En cuatro fases?, tal vez. Y con los bancos, igual; y con las compañías de
seguros. ¿Concentración? Mmmmmmm..., sí, pero no sólo: optimización de recursos en una
realidad minimalista.)

MODELO DE PROTECCIÓN SOCIAL - 1
[«El Modelo de Protección Social se halla en una situación crítica.»]
Jueves, 6 de mayo
Entre los días 11 y 20 del pasado mes de abril el periódico El País estuvo publicando una serie
de artículos-análisis en la que abordaba la viabilidad y posible evolución del Modelo de
Protección Social y que comúnmente es conocido como Estado de Bienestar (el continente,
como en otras ocasiones, ha acabado por dar nombre al contenido: el Estado de Bienestar es
la situación de bienestar en la que el sistema económico ha estado instalado en las últimas
décadas, un estado que se ha caracterizado por una serie de manifestaciones, entre ellas, el
Modelo de Protección Social).
Les recomiendo encarecidísimamente la lectura de la serie completa: invita a meditar y a
plantearse cosas. A continuación les traslado mis reflexiones, algunas de las cuales ya habrán
leído ustedes aquí.
— De entrada y fundamental: si este tema se está abordando ahora, del modo como se
está abordando y se tiene en cuenta a todas las personas que lo están abordando y en
todos los ámbitos en que se está abordando, puede concluirse que es porque el Modelo
de Protección Social se halla en una situación crítica; terminal, no lo sé, pero sí crítica;
me remito a un hecho: esta situación por la que está transitando actualmente la
economía mundial ha sido comparada con la recesión de 1973, buceen en las
hemerotecas e intenten encontrar algún análisis de la época que contenga la décima
parte de preocupación en relación al de cualquiera de los análisis que en relación al
Modelo de Protección Social comparable a los que hoy, sobre el tema, se elaboran.
— El Modelo de Protección Social fue fruto de una doble necesidad: generar PIB (más
PIB) en la atmósfera de pleno empleo que se instaló en el mundo tras la II Guerra
Mundial, y, en la parte occidental de ese mundo, darle algo a la población que le
brindara seguridad y que temiese perder «si se portaba mal», es decir, algo que a «la
gente» le permitiese producir y consumir y que le impulsase a ser un good boy; en otras
palabras, no hubo, entiendo, ni una brizna de sensibilidad o solidaridad en el acto de
implantar el Modelo de Protección Social, tan sólo puro utilitarismo y pura eficiencia ya
que así es como entonces ésta era entendida: no podía serlo de otro modo. (De ahí la
frase de que «la URSS ayudó al mundo obrero».)
— El Modelo de Protección Social no fue «el Modelo Europeo», salvando todas las
distancias convenientes recordemos el Fair Deal de Harry Truman y los Great Society
Programs de Lyndon Johnson; lo que sucede es que en USA debido a su cultura, a su
mentalidad, a su historia y a su propia evolución, las cosas pudieron hacerse de otra
manera, de una manera «más pura» desde la óptica capitalista y desde la cultura del
esfuerzo. El famoso «Enriquecerse es honroso» de Deng Xiaoping es un invento USA: la
tierra de oportunidades para el que puede/sabe llegar, para quienes no...
— Hoy el Modelo de Protección Social que hemos conocido, que conocemos, no es
sostenible, ni necesario. No es sostenible porque la tecnología sanitaria es infinitamente
más cara que hace cuarenta años, porque está admitido que un chico o una chica tienen
que tener acceso a una serie de servicios que en los 50 eran inimaginables, porque un
jubilado hoy debe recibir un trato y una atención imposible tras la II Guerra Mundial,
porque hoy el desempleo del factor trabajo ha alcanzado cotas no presumibles entre
1955 y 1975. Cuando el Modelo de Protección Social fue instaurado, se convirtió en la
marihuana, en el diacepán, en el ibuprofeno, en la aspirina de la clase media; de hecho
la clase media tal y como hoy la entendemos nació con él, pero en el fondo el Modelo
de Protección Social pretendió reformar muy poco; de hecho el Modelo de Protección
Social no fue —aún lo es— más que el paliativo de algo imposible. Eduardo Haro
Tecglen escribió: «El Estado del Bienestar no fue más que una socialización de la
caridad sin que se abordara nunca el tema imposible de la justicia» («Locos», El País,
16.10.1998).
— El objetivo fue hasta hace muy poco —aún se sigue diciendo que lo es— generar más
PIB, cuanto más mejor, y para ello hacía falta ocupar a toda la población activa que
fuese posible, y ello en una atmósfera de catálogos limitados de bienes y servicios y de
esperanza de vida acotada; como contraste, en el mañana que cada vez es más hoy,
para generar el PIB que sea conveniente cada vez hace falta menos población ocupada,
los catálogos de bienes han sido infinitos y la esperanza de vida se ha proclamado que
podía ser bíblica, hasta ahora. El Modelo de Protección Social fue diseñado y
construido entonces: corresponde a una situación que ya no se da ni volverá a darse
jamás.
— Todo lo anterior debe ser entendido a nivel general, pero el ajuste fino pone de
manifiesto las diferencias nacionales, zonales, regionales: las diferencias en la renta
disponible per cápita, en el gasto sanitario por persona, en el modo de utilización...
Claro, claro, en España se gasta menos en sanidad por persona residente que en
Suecia: sobre su PIB, el 20,0% España, el 32,9% Suecia, pero Suecia tiene una
estructura de PIB que da lugar a un valor añadido que permite una presión fiscal mucho
más elevada: 50,1% en Suecia, 36,0% en España, lo que puede financiar un gasto
sanitario más elevado, mayor gasto sanitario que se ve complementado con una cultura
ciudadana más responsable y que cuenta con una administración pública más
organizada. Eso fue así hasta el 2008, como máximo: de entonces son esos números, a
partir de ahí el declive, en Suecia y en España, sí. España nunca podrá tener el Modelo
de Protección Social que Suecia ha tenido, ni Suecia podrá continuar con el que ahora
tiene, ¿por qué?, pues porque la realidad económica de Suecia nada tiene que ver con
la de España, ni la que mostrará Suecia mañana con la que muestra Suecia hoy.

MODELO DE PROTECCIÓN SOCIAL - y 2
[«La esperanza de vida decrecerá al reducirse el gasto en protección social.»]
Viernes, 7 de mayo
Sigamos con las reflexiones que ayer comenzamos.
— Evidentemente, nadie quiere volver al capitalismo manchesteriano y menos que nadie los
capitalistas, entre otros motivos porque ya no tiene sentido hacer trabajar doce horas diarias a
niños de ocho años: ya no es necesario; es decir, es factible pensar que continuará
funcionando una versión light del Modelo de Protección Social o una versión reducida, mínima,
pero con una filosofía muy diferente: «El Estado de bienestar del siglo XX trató a los
ciudadanos como iguales. El del siglo XXI les tiene que tratar también como individuos»; son
palabras de Tony Blair, en el momento primer ministro del Reino Unido, en el congreso del
Partido (New) Laborista del 2002 celebrado en Blackpool (El País, 2.10.2002). Supone pasar
de un modelo en el que el Estado es el protagonista a otro en el que la responsabilidad se
halla en el individuo. Puede estar bien, o no, pero un cambio así tiene consecuencias. (Por otra
parte, ¿suscribiría hoy Mr. Blair el «también» que pronunció hace diez años?)
— ¿Qué consecuencias? La población quedará muy polarizada al desaparecer los efectos
igualitarios inherentes al Modelo de Protección Social; la esperanza de vida decrecerá al
reducirse el gasto en protección social: el sanitario, sí, pero no sólo; puede deducirse
que crecerá la pobreza, aunque menos de lo que podría pensarse debido a que los
incrementos de productividad permitirán cosas que hoy pueden parecer muy lejanas. Sin
embargo y haciendo todas las consideraciones que se quiera hacer, puede concluirse
que, en términos generales, mañana la persona media vivirá peor de lo que hoy vive:
mañana, desde ya; ¿por qué?, pues porque el Modelo de Protección Social, por lo que
llevamos diciendo, está en retroceso..., debido a que ese Estado de Bienestar, ese ir a
más, que el sistema inició en los 50, está declinando.
— Ahora, con una crisis sistémica llamando a la puerta, es muy fácil decir que el Modelo
de Protección Social es insostenible, pero ya lo era hace veinte años: lo era su
tendencia. En España, si añadimos el impacto en el Modelo —no tanto presente, que
también— de los cinco millones de inmigrantes que fueron traídos para levantar pisos y
para ordenar las tumbonas de las playas, el círculo acaba por cerrarse. Voces ha
habido desde hace años, pocas, y nadie las escuchaba: «Se extiende la idea de que el
sistema sanitario, que tiene recursos limitados, no va a poder afrontar la creciente
demanda derivada del envejecimiento de la población y el aumento de las patologías
crónicas. Y ante este conflicto, se perfilan dos posturas: la del utilitarismo, que
propugna maximizar el beneficio para el mayor número posible de pacientes, lo que
significa dar prioridad a quienes más se pueden beneficiar de un tratamiento, y la de la
ética de la igualdad, que defiende que hay que repartir los recursos igualitariamente
entre todos, es decir, de forma equitativa». Son palabras de Carlos Álvarez-Dardet,
catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante y, en el momento, director de
la revista Journal of Epidemiology and Community Health (M. Pérez Oliva, «El enfermo
como culpable», El País Salud, 8.7.2003).
— Nosotros somos los nietos de un modelo agotado. Tras la II Guerra Mundial se puso en
marcha un nuevo modo de hacer las cosas que partía de la base de producir de forma
creciente dando por supuesto que alguien, en alguna parte, consumiría lo que se estaba
produciendo. Cierto que hasta finales de los 70 el acento se puso en la demanda y que
desde comienzos de los 80 fue puesto en la oferta, pero, en el fondo, tanto daba: ¿cuál
es la diferencia entre que alguien consuma porque «le van incrementando el salario» o
porque «le van aumentando la capacidad de endeudamiento»? Con el Modelo de
Protección Social sucedió lo mismo. Cuando el acento estaba puesto en la Demanda,
cuanto más Modelo de Protección Social mejor porque la población ocupada estaba
protegida y producía y consumía más y porque había más PIB para pagarlo, pero
cuando el acento se puso en la Oferta, también, de alguna manera, cuanto más Modelo de Protección Social mejor porque la ingeniería financiera proveía de los instrumentos
para pagarlo, y también bajo la óptica de la Oferta el Modelo de Protección Social
generaba mucho PIB. ¿Que en USA no había Modelo de Protección Social? OK, pero
había endeudamiento fácil: ¿quién inventó las subprime?
— Hoy todo eso se ha acabado: el PIB, el volumen de PIB tiende a menos: menos
actividad, más desempleo, menos consumo; pero la productividad tiende a más, el
problema estriba en que con productividad ya no se puede pagar el Modelo de
Protección Social que teníamos porque ya no es necesaria tanta población ocupada: el
origen y el destino del Modelo de Protección Social.
— Los salarios, las remuneraciones: la tendencia: muy elevadas para aquellas/os
trabajadoras/es necesarias/os para generar alto valor con una muy elevada
productividad trabajando el tiempo que sea necesario cuando sea necesario y donde
sea necesario (¿«conciliación de la vida profesional y familiar», qué es eso?); muy
reducidas para quienes temporalmente contribuyan a la generación de PIB a través de
su participación de bajo valor. Un número muy reducido de las primeras y de los
primeros (ahora es cuando llegará la verdadera oportunidad para la mujer: importará el
rendimiento, no el género, pero unas y otros deberán escoger: profesión u otras cosas).
En un escenario como ése, ¿cómo puede, no ya incrementarse, sino mantenerse un
Modelo de Protección Social como el actual?
— La tasa de temporalidad: se dice que el trabajo con contrato temporal es la lacra del
modelo: reducido en Europa, muy elevado en España, aunque pienso que el trabajo
temporal español es «nuestro» trabajo a tiempo parcial. Bien, pienso que el trabajo
temporal, ya lo hemos comentado, no va a menos, sobre todo no en España, pero es
que en el resto de países va a más; porque: a) al tenderse a generar el PIB que sea
necesario en cada momento debido a que el desperdicio tiende a cero y la eficiencia al
máximo, aceleradamente se tiende a contratar el factor trabajo que sea necesario
cuando sea requerido, y b) como la tecnología tiende a ser más productiva a la vez que
su uso se simplifica (y su precio se abarata), la productividad tiende a crecer
exponencialmente, por lo que crecientemente se tenderá a la optimización continuada en
el uso de commodities, entre ellas el factor trabajo. Esto, se mire como se mire, no
favorece en nada al actual Modelo de Protección Social.
Podrían hacerse más reflexiones, claro, pero las dejamos para otro día.
(¡Salimos en Bloomberg!: «Banks in Portugal, Spain, Italy, U.K. Face Contagion Threat,
Moody’s Says»: http://www.bloomberg.com/apps/news?
pid=20601087&sid=aHBV.uEl8u0E&pos=3.)

«EL AJUSTE», ¿QUÉ ES? - 1
[«En una primera fase se decrementa el gasto público, lo que afecta negativamente al crecimiento.»]
Martes, 1 de junio
Introducción. Conocemos cómo ha ido el proceso: a fin de superar el agotamiento del modelo
de crecimiento allá por los 80 de los 1900, se puso en marcha un proceso muy ingenioso
basado en conceder capacidad de endeudamiento prácticamente ilimitada a todo el mundo: a
quienes nada justificaba que la tuviesen, debido a lo ridículo que era el valor que generaban, y
a dársela en proporciones gigantescas a quienes sí lo estaban generando.
A los primeros se le dio esa capacidad a fin de mantener contenidos sus salarios y para
que con la ilusión pudieran llegar a donde de otro modo no hubieran podido: ¿a quién no le
gusta usar una corbata o un foulard de Hermès diferente cada día? A los segundos, para que
pudieran acudir con más asiduidad a la Avenue Montaigne. Podría decirse que fue el
igualitarismo de otra manera.
Lo anterior tuvo que venir acompañado de una capacidad productiva creciente y de un
comercio internacional al alza, capacidad productiva y comercio internacional que tenían que
ser financiados: por el lado de las ventas, por el de las compras, por el de los superávits, y por
el de los déficits. Y financiación que tenía que ser sostenida, asegurada y apalancada, es
decir, financiada, superfinanciada e hiperfinanciada.
Y se creció, mucho, mucho; tomando como índice 100 el PIB equivalente de los países de
la OCDE en 1987, en el año 2007 ese PIB había ascendido a 163,56, casi 64 puntos en veinte
años, ¡no está nada mal! Pero ese crecimiento no fue gratis —¿algo lo es?—: una masa
crecientemente monstruosa de deuda ha sido la base sobre la que se ha ido construyendo
este magnífico crecimiento económico; hasta que se ha llegado a un agotamiento físico, a una
crisis sistémica, por imposibilidad —física— de continuar funcionando de tal modo.
Desarrollo. En septiembre del 2007 todo comenzó a romperse, y tras ayudas, garantías,
avales y rescates que han colocado la deuda pública y el déficit de los Estados y Entes
Locales en niveles jamás vistos y nunca antes alcanzados (olviden la época de la conversión de
la Deuda que realizó en España el ministro Camacho), y después de asimilarse como posibles
impagos generalizados de deudas privadas y bancarias, se han puesto en marcha «los
ajustes»; los ajustes, y, ¿qué son?
Un proceso de ajuste como cualquiera de los que se han puesto en marcha en el planeta o
cualquiera de los que se van a poner en marcha en los próximos días (o de los que se van a
continuar poniendo en marcha después), supone, por un lado, una marcha atrás, un desandar
el camino; pero, por otro, un retroceso: como hay que «dejar de hacer», con lo que no se
gasta en eso hay que «hacer otras cosas» —devolver, pagar, asegurar el retorno—. El ajuste
supone un empeoramiento: se va a menos o a mucho menos. En esencia el esquema es el
siguiente.
En una primera fase se decrementa el gasto público, lo que afecta negativamente al
crecimiento en un proceso de menor crecimiento: se crece menos en medio de una tendencia a
crecer menos, por lo que los ingresos públicos decrecen al reducirse la recaudación fiscal fruto
de la menor actividad económica. Estos menores ingresos públicos forzarán un menor gasto
público hasta que se equilibre el binomio.
A la vez, la menor actividad llevará al menor consumo, que ya vendrá de atrás: el
desempleo del factor trabajo, al verse privado de crédito, ya habrá reducido su consumo,
reducción que se irá amplificando a medida que la menor actividad vaya yendo a más, y
reducción que contribuirá a la caída de la recaudación fiscal y de los ingresos públicos. La
mortandad de empresas crecerá al reducirse la financiación de los circulantes y al disminuir el
consumo interno, por lo que la vía que quedará a las compañías que sobrevivan será la
exportación.
Suponiendo que cada país del planeta pueda consumir lo que el resto del planeta le exporte
(se habrán dado cuenta de que la solución de todas las economías, no importa donde se
hallen, es la exportación: todo el mundo exportando a todo el mundo: un poco absurdo, ¿no?),
una cuestión ha de ser resuelta: hay que ganar competitividad, para eso las empresas tienen
que aumentar su productividad y aplicar dicha ganancia a sus costes a fin de reducirlos. Al
ganar productividad se incrementará el desempleo, pero eso sucederá más tarde, se supone
que no de golpe, y su impacto será relativamente terrible porque ya se partía de una muy
elevada tasa de desempleo; además, ¿para qué está el subempleo? El problema es que hay
economías como la española que no pueden hacer eso debido al reducido valor añadido que
generan, por lo que hay que aplicar otra vía.
Una «reforma laboral» es esa otra vía. Se pone en marcha una serie de cambios que
reduzcan los costes laborales —no sólo los salariales— y se simplifican los requerimientos
legales para reducir el stock de factor trabajo aunque su coste no se reduzca mucho; «las
penas con pan son menos». La suma de ambos factores hará ganar algo de competitividad
aunque muy poca, en cualquier caso no es exagerado suponer que, en algo, las exportaciones
mejorarán. La reforma laboral puede venir acompañada —vendrá— de una reforma fiscal —no
la que debería: para eso aún falta— a fin de contribuir a la reducción de costes y contribuir en
algo a la mejora de competitividad.
Este camino llevará a un lugar en el que el déficit público —y regional, y local, y municipal—
se reducirá, creando una «reserva» de fondos —los ingresos públicos no gastados— para
pagar deuda —pública— y para mostrar que se está en disposición de pagarla; ni de largo en
las cifras barajadas, pero sí para dar una imagen de «seriedad» —de saber optimizar; en
realidad, y utilizando uno de los conceptos que dentro de cuatro días se van a poner de moda
—, que permita seguir funcionando. (Existe otra alternativa: la práctica eliminación del gasto
público que lleve a la sociedad a una época de miseria bíblica, pero no creo que las cosas
sean llevadas hasta ahí.)
Esta situación puede durar bastante tiempo —pienso que no menos de diez años: eso es lo
que hasta ahora han durado las crisis sistémicas— con ligeras mejoras a medida que el tiempo
vaya pasando, pero nada como para tirar cohetes. Algo así como un ajuste permanente
(pienso que lo más parecido que recientemente podemos encontrar como ejemplo es el
llamado Periodo Especial vivido en Cuba en los años 90).
Cuando por fin oficialmente hayamos salido de «la crisis», lo que veremos a nuestro
alrededor será una generalizada pérdida de bienestar manifestada en un empobrecimiento
enquistado que se habrá ido formando a lo largo de los años de ajuste y que la sociedad ya no
abandonará debido a que la recuperación —el nuevo modelo sistémico— estará basada en la
optimización, lo que supondrá importantes excedentes de factores productivos, no utilizados, o,
en lo referente al trabajo, desocupados o infrautilizados. Aunque eso es ya otra historia. Es
decir y en resumen, de volver a lo de antes (que es lo que se está vendiendo), pienso que
nada de nada.


«EL AJUSTE», ¿QUÉ ES? - y 2
[«En el Reino, como en otros países, el ajuste está siendo llevado a base de oleadas.»]
Miércoles, 2 de junio
España. Y en España, ¿cómo está siendo EL ajuste? ¿Cómo va a continuar siendo? Pienso
que en el Reino, como en otros países, el ajuste está siendo llevado a base de oleadas,
oleadas que pueden ser identificadas en el tiempo y que seguirán produciéndose durante unos
meses hasta que se complete toda la panoplia de medidas que puedan ser tomadas; luego, a
esperar.
De entrada puede hablarse de una oleada, 0 la eliminación de deducciones fiscales, como
la deducción a la vivienda, o la de los famosos 400 euros, o el incremento de los impuestos de
los hidrocarburos y del tabaco. De eso hace pocos meses, pero sin embargo, ¡hace ya tanto!
Ése, pienso, fue el pistoletazo de salida.
Aunque lo que puede entenderse por el ajuste propiamente dicho comienza con la 1.ª
oleada de medidas: el aumento del IVA que tanta polvareda está levantando. Le siguió la 2.ª:
los recortes de gasto público: la congelación de las pensiones, la reducción de salarios a la
función pública. Hasta ahora no hay más; a partir de aquí vamos a deducir lo que puede ir
aconteciendo.
Pienso que ahora perfectamente puede venir la 3.ª oleada: la reforma laboral, vendida
como imprescindible para reducir el desempleo, buscará la disminución de los costes laborales
en línea con lo ayer comentado. Causará malestar social y podría producir algún tipo de
disturbio social, matizado por el hecho de que el subsidio de desempleo no se reducirá.
(Pienso que el gobierno y los agentes sociales han cometido en este punto un error de
estrategia muy grave: la reforma laboral debía haber sido la oleada 1.ª.)
La actividad económica, aunque algo se exporte —poco—, continuará reduciéndose, lo que
producirá una caída en los ingresos públicos, caída que puede muy bien compensarse con la
4.ª oleada del ajuste: un nuevo aumento del IVA así como de los impuestos especiales, a lo
que podría añadirse la introducción del copago en servicios públicos y no sólo en los sanitarios:
peajes de autovías hoy sin cargo. Llegados aquí, éste muy bien podría ser el momento de
poner en marcha una figura que gravase a las personas perceptoras de «Rentas Altas», en
forma de un tributo sobre grandes fortunas, de intención fundamentalmente mediática y de
recaudación más bien limitada ya que en este punto de la crisis los tenedores de grandes
fortunas habrán puesto las suyas a muy buen recaudo y la situación aún no justificará una
coordinación fiscal internacional.
Pienso que tras la 4.ª oleada poco podrá hacerse ya para profundizar en el ajuste desde la
perspectiva del Estado, por ello el paso siguiente podría ser poner el acento en los entes
locales que ya habrán ido limando su gasto a medida que lo iba limando el Estado. La 5.ª
oleada bien podrá afectar a las regiones y a los ayuntamientos a través de compartir servicios
y recursos, lo que redundará en el subempleo del factor trabajo y en nuevas reducciones
salariales.
La 6.ª oleada vendría por la introducción de nuevos recortes de gasto público a nivel estatal
acompañados de más recortes en el gasto público en regiones y ayuntamientos: contribución
en especie a comedores escolares, reducción máxima en calefacciones en edificios públicos...
La 7.ª oleada, muy impopular, podría afectar a los ingresos a través de un incremento en el
IBI.
Muy fuerte, sí, y en todas partes parecido.
Ajuste. Si no lo han hecho aún, tienen que leer la entrevista al ministro de Fomento que El
País publicó el pasado 21 en sus págs. 28 y 29. Pienso que es la primera vez que he leído a
un político las cosas que el Sr. José Blanco dijo; hay frases, conceptos, que parece que me
los haya copiado, lo digo porque ustedes los han leído aquí.
¿Cuáles son las ideas que subyacen en la entrevista realizada al señor Blanco? Dos: 1) que
hay que gastar bien, 2) que si se desea tener «buenos servicios públicos» habrá que pagar
contribuciones fiscales suficientes. Obvio: que cada palo aguante su vela o que pague para que
alguien le ayude a aguantarla; ya: el problema será para quienes no puedan pagar.
Servicios: asistencia sanitaria, educación, obra pública... Eso es pago por acceso al uso:
eso es parte de «el ajuste».
En relación al tema, interesante una entrevista al señor Ángel Gurría, secretario general de
la OCDE, que publicó El País del 23.5.2010 en su pág. 28. Decía el señor Gurría que «España
partía de una buena situación de deuda inferior a la media europea». Parece un poco increíble
que alguien como el secretario general de la OCDE se refiera tan sólo a la deuda pública,
¿verdad?, máxime teniendo en cuenta que España es una de las economías más endeudadas
del planeta.
(Ya se están empezando a oír voces: más se oirán. «El gobierno no está haciendo lo que
prometió en la campaña electoral; el gobierno no hace lo que ha prometido.» Cierto, así es, y
así ha sido siempre: el problema ha radicado en los votantes, que pensaban otra cosa; que
querían creer otra cosa.
Pienso que una de las voces que mejor ha expresado lo que sucede en la realidad con las
promesas electorales y la verdad de la calle es la de alguien que puede permitirse ser
totalmente sincero porque pertenece al grupo de los-que-hacen-la-Historia: George Soros.
Dijo el megafinanciero: «Los mercados votan cada día, obligan a los gobiernos a adoptar
medidas ciertamente impopulares, pero imprescindibles. Son los mercados los que tienen
sentido de Estado». La cita la he tomado de «El sentido global de los mercados», texto
publicado por Joaquín Estefanía en El País del 9.12.1996.
La frase tiene muchos años, pero podría haber sido pronunciada ayer, o hace cinco
minutos, y recoge lo que verdaderamente pasa en la calle: quien tiene la pasta fija las reglas;
claro, claro: no es el capitalismo manchesteriano de mediados del XIX, pero es que ya no hace
ninguna falta que los niños de ocho años trabajen diez horas al día. Aquí, por ejemplo: los
mercados quieren garantías de que el pago de sus dineros va a estar resguardado y desean
tener la seguridad de que cuando de verdad haya que tomar «medidas impopulares» la
situación estará bajo control. Con ese decorado, ni patronal ni sindicatos, pienso, quieren
quedar como los malos de la película, luego perfectamente puede ser el gobierno quien diga lo
que hay que hacer, porque «Los mercados votan cada día» y obligan...
No demos demasiadas vueltas a las cosas: a veces hay que acudir a los clásicos.)


CAJAS
[«Hoy las Cajas pertenecen a sus depositantes: a quienes han ingresado pasta en ellas; con el cambio pertenecerán a
quienes las compren.»]
Lunes, 12 de julio
De la nueva Ley de Cajas, la LORCA (podía haberse escogido otro acrónimo, la verdad),
sorprende que las cuotas participativas sean consideradas capital de máxima calidad para la
medición de la solvencia de las entidades que las han emitido. De algún modo es como si las
cuotas hipotecarias que ha de pagar alguien que «adquirió» (en realidad la debe) una vivienda
computasen a efectos de medir su fiabilidad financiera debido a que su vivienda es riqueza;
como que no, ¿verdad?
Yendo más allá, y ya lo comentamos pero pienso que vale la pena volver a ello, inquieta el
que ahora, debido a los desaguisados que, según se dice, se han generado en muchas Cajas,
se afronte su reforma; inquieta que se permitiera que tales desaguisados se produjesen sin
que nadie levantase una ceja. Ya sé, ya sé. Nadie es culpable de lo que ha sucedido: si tales
desaguisados no se hubieran producido, el crecimiento económico no hubiese sido como fue, lo
que aún inquieta más. Se sabía de los desaguisados, pero como había que crecer se
permitieron; ahora, cuando el crecimiento ha finalizado y el tomate es indigerible, álguienes se
ponen la capa de arregladores y se ponen a adecentar los estropicios. Se sabía y nadie habló:
ni la oposición ni la no-oposición, porque las cosas tenían que seguir su curso.
Por cierto: el principal cambio que experimentarán las Cajas no se dice: hoy las Cajas
pertenecen a sus depositantes: a quienes han ingresado pasta en ellas; con el cambio
pertenecerán a quienes las compren. No digo que sea ni bueno ni malo, pero, ¿por qué no se
dice así?
Otra cosa es lo de los Bancos que puedan crear las Cajas. Los Bancos son SAs, ¿no?; no
sé, pienso en temas de responsabilidad jurídica en el caso de que se produjesen problemas:
operativamente, si quiebra un banco es como si quebrase, por ejemplo, una empresa que
fabrica caramelos de menta, pero si quiebra una Caja...
Y las Obras Sociales, ¿van a continuar contando con unos fondos equivalentes como hasta
ahora? Ya, ya: esos fondos están decreciendo, pero están ahí. Las Obras Sociales de las
Cajas son parte del Modelo de Protección Social, si los fondos disminuyen, si llegasen a
desaparecer...
¿Lo de sacar a los políticos «gubernamentales» de la gestión de las Cajas? Ni bueno ni
malo. Si se está vendiendo el hecho de que salgan como algo positivo será porque «no lo han
hecho bien», y no voy más allá, pero, ¿y si lo hubieran hecho bien? ¿No es ventajoso que
quienes conocen la realidad de las Cajas estén sentados en sus órganos de gestión? Claro,
claro: es que somos humanos. En referencia a este tema: la «despolitización» (había escrito
«despenalización», ¿en qué estaría yo pensando?) de las Cajas, una pregunta: hasta hace
cuatro días, para haber sacado de las Cajas a los políticos se hubiera tenido que pasar por
encima de sus cadáveres; ahora, esos mismos políticos no han dicho ni pío. ¿Pero tan
requetemal están muchas Cajas?
Repitámoslo: hasta la LORCA las Cajas «obtenían» su capital de los depositantes, ahora lo
obtendrán de quienes las compren, si adoptan ese modelo, ya. Consecuencia: alguien,
megaccionista de un megabanco, compra el 50% de una Caja; lo que puede venir a
continuación ya se lo imaginan.
¡Ah! y prepárense para oír sobre «limpiezas en profundidad» en las Cajas: si no se reducen
costes, los beneficios son menores, por lo que nadie compra las acciones, ¡uy!, perdón, las
cuotas de participación que se emitan, lo que no puede ser. «A ver, ¿cuánta gente sobra en la
Caja X?»
Por cierto, lo de vender cuotas en Bolsa y que coticen está muy bien..., si las Bolsas suben;
es decir, hubiera estado muy bien hace dos años, ahora, no sé, ustedes mismas/os: con la que
está llegando...
(Las quiebras de un club de football, ¿representan un riesgo sistémico? La pregunta no es
baladí: la consultora AT Kearney ha elaborado un estudio en el que analiza los campeonatos
de las ligas de football de Alemania, Francia, Italia, España y the UK, y ha llegado a la
conclusión de que algunos clubes se hallan al borde de la quiebra [El País Negocios,
11.7.2010, pág. 12]. La consultora estaba esperando a que finalizase la Copa Mundial de la
FIFA para publicar el estudio, supongo que porque sus conclusiones deben de poner los pelos
de punta; en cualquier caso algo se ha filtrado: el ROA de los equipos de la liga británica es
del –5%, el de los de la española del –7%, el de los de la italiana del –12%.
Decía que la pregunta no era baladí porque si la quiebra de un club de football representa
un riesgo sistémico, ese club o esos clubes deberán ser ayudados, rescatados, en definitiva,
con dinero público, es decir, de todos; sin embargo, esa fábrica que todos conocemos que ha
cerrado sus puertas dejando un reguero de impagados y de población desempleada sí quebró
porque su quiebra no representaba ningún riesgo sistémico. Cuestiones de definición.)
































2 comentarios:

  1. Además de todo esto, que es cierto, ocurre que los políticos son unos ladrones y mentirosos. Gracias por decir la verdad y no escudarse en tonterías.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si todos los políticos son unos ladrones como dices. Supongo que habrá de todo en la vida del Señor. Pero bastante inútiles sí que son. Gracias por dejar un comentario.
      Saludos.

      Eliminar